La vida de Alex había sido un viaje lleno de altibajos, pero había encontrado la felicidad de nuevo. Había perdido a su esposa, pero había ganado un hijo y una nueva familia.
Mateo y Alex se sentaron en el porche, mirando hacia el atardecer. Mateo se volvió hacia Alex y le dijo:
-Papá, estoy agradecido de haberte encontrado.
Alex sonrió y lo abrazó.
-Yo también, hijo mío. Yo también.
La historia de Alex y Mateo llegó a su fin, pero su legado de amor y felicidad viviría por siempre.
FIN