FLORENCIA, ITALIA
ZITA
Las disculpas de Sanne parecen sinceras y algo me dice que ponerme odiosa no es el camino correcto con ella, además, la pequeña Nova es un encanto, me veo un poco reflejada en esa personalidad curiosa y habladora que tiene. Han accedido a comer algo en el local de Clarissa, mi hermosa prima y repostera estrella abrió su negocio hace poco y ya es bastante concurrido, sus manos mágicas heredadas de la abuela Geo hacen que cada postre sea adictivo. ¡Si no lo sabré yo!
Se puede notar por cómo Sanne actúa y está a la defensiva, que cosas han pasado en su vida para que reaccione así, cosas nada agradables seguramente, pero lo que me causa curiosidad es la personalidad de Nova, que parece todo lo opuesto a su madre, es inteligente, graciosa y tiene una luz brillante. Igual después hablaré a solas con la abuela, ella tiene que explicarme el porqué de su hermetismo con Sanne y Nova, algo más debe haber porque a la abuela nunca se le escapa nada.
Tengo curiosidad porque suele ser muy abierta con sus cosas, tal vez el abuelo sepa, aunque jamás me lo diría ni que lo torturen porque su lealtad es absoluta para con ‘Su Reina’, entonces por ahí no es, si hablo con papá puede que obtenga algo, algo muy confuso porque él a veces habla metafóricamente y no siempre comprendo a la perfección sus pistas, en eso se parece a la abuela, bueno, es su mamá, obvio se parecen.
—Zita. —La voz de Nova y su toque en mi pierna me hacen mirarla, sonríe y me pide con su dedo que me acerque.
—Dime, pequeña. —Me agacho frente a ella que toca el cuello de mi chaqueta.
—¿Hay postres chiquitos? —Alzo mis cejas.
—Sí, ¿por qué?
—Le dije a mi mami que pediría solo uno, pero dos chiquitos pueden pasar por uno, ¿verdad? —Sonrío y ajusto su peculiar diadema.
—Haremos que pase y si no, convenzo a tu mamá. —Le doy un guiño y se abraza a mi cuello. Sí, es bastante cariñosa. Si yo tuviera un hijo o hija, sería como ella o multiplicada.
«¿Se puede saber qué haces pensando en hijos, Zita Cavalcanti?», me recrimino, tal vez pasar tanto tiempo con las gemelas de mi Vivi me han contagiado de algo.
—¿Quieres ser mi amiga y amiga de mi mami? Yo tengo amigos niños, pero mi mami no tiene amigas, es muy tímida y le hace falta con quién hablar porque yo a veces no la entiendo —expresa con toda su inocencia de niña y mi corazón revolotea con un precioso sentimiento.
—Podemos ser amigas, claro que sí —afirmo y se echa hacia atrás para mirarme—. Y respecto a tu mamá, espero no le parezca muy intensa. —Nova deja escapar una suave risa.
—Sí dice que me ama y yo no paro nunca, como dice el tío Otis, seguro puede amarte mucho también, yo te ayudo. —Alza su meñique para hacer una promesa y no la rechazo, enternecida por su cruzada de conseguirle compañía a su mamá.
—Bueno, nos ayudamos entonces y somos amigas. —Le doy otro guiño al incorporarme.
—Ya todo está listo y podemos irnos. —La abuela se acerca junto a Sanne porque estaban terminando de apilar unos regalos—. Gracias a ambas por ayudarnos, ahora vamos a disfrutar de una rica merienda.
—¡Sí, merienda! —exclama Nova y corre hasta su mamá para tomarle la mano, pero gira su cabeza y me da un guiño con sus dos ojitos que me hace reír.
—Ya sabía que ustedes se llevarían bien —comenta la abuela ofreciéndome su mano que tomo al instante.
—Con Nova sí —recalco.
—Sanne es una buena mujer, pero ha pasado por mucho, lo que la ha vuelto desconfiada y cautelosa, solo es cuestión de paciencia, princesa. —La abuela me da un guiño, achico mis ojos, mirándola suspicaz y ella solo sonríe. Sé que por ahora no obtendré mucha información.
Me río por el entusiasmo de Nova al ver la camioneta y la sorpresa de su madre al notar la forma de los asientos que nos dejan cara a cara, o, en este caso, a nosotras juntas porque Nova ha decidido sentarse al lado de su nonna. Es una pequeña diablilla.
—Y cuéntame, Sanne, ¿a qué te dedicas? —cuestiono y noto como se aprieta los dedos en un evidente gesto nervioso.
—Coso y reparo ropa —responde en voz baja.
—¡Es la mejor costurera del mundo! —exclama Nova con entusiasmo—. Me hizo mis vestidos y mis diademas. —Sanne se sonroja furiosamente por las palabras de su hija y exhala temblorosa—. Cuéntale, mami.
—Sí, bueno, me sale más económico coserle a mi hija —admite con una sonrisa nerviosa sin dejar de apretarse los dedos—. Y a mí.
—Se ve todo muy bien, me encanta el vestido de tu hija, ¿qué más coses? —Veo como traga con dificultad.
—Los hábitos de las monjas y las sotanas de los curas del colegio, me gusta coser, reparar la ropa, intervenirla, hacer las diademas de Nova. —Una genuina sonrisa curva sus labios y comparte miradas con su hija, se nota es su adoración.
—Eso es muy interesante y hay mucho campo también dependiendo lo que quieras hacer, mi tío es director de vestuario del teatro, la esposa de mi prima es diseñadora de ropa outdoor.
—¿Esposa de tu prima? —jadea con evidente sorpresa.
—¿Dos niñas pueden casarse? —La pregunta de Nova hace que su madre quiera enterrar la cabeza en alguna parte por cómo se mueve nerviosa y parpadea como alas de colibrí. Es un poco gracioso, debo admitirlo.