FLORENCIA, ITALIA
SANNE
«Que tengas buen provecho y puedas descansar, Sanne», las palabras de Zita y el beso que me dio en la mejilla se reproducen en mi mente sin cesar, provocando escalofríos en mi columna mezclados con un extraño calor recorriéndome las venas. La forma en que sus ojos destellaron seguro me lo imaginé, ¿no? Aunque de por sí ese color es bastante peculiar, jamás había visto ojos en ese particular tono de violeta.
—¡Mami! —Nova aparece para sacarme de mis cavilaciones y veo que ya se ha puesto su pijama de limones, le he hecho de varias frutas y le gustan mucho—. ¿Sientes bien, mami? Estás rojita —señala mi rostro y trato de sonreírle.
—Sí, amor, estoy bien. —Camino a la cocina para buscar agua y siento sus pequeños pasos tras de mí, me sirvo un vaso hasta la mitad y doy un largo sorbo—. ¿Te divertiste hoy con Zita? —Me giro para encontrarla y ella empieza a dar brinquitos.
—¡Fue genial! ¡Zita es muy genial! —exclama con entusiasmo y bebo más agua—. Fuimos a casa de su esposa.
«¿Qué dijo?», escupo el agua sin querer y Nova detiene su movimiento para reírse.
—¿Esposa dijiste? —Parpadeo sorprendida y ella me alcanza una servilleta para limpiarme.
—Bueno, no tienen anillos y Zita dice que no son esposas, que son almas gemelas y que ella puede tener novia y Thena puede tener novio, pero se dicen esposas.
—¿Thena? —Trago con dificultad y busco el trapeador para secar el piso sin poder procesar correctamente lo que me dice Nova.
—Sí, se llama Thena y es linda, tiene rizos bellísimos algo rojos que no se deja tocar ni que le pidas permiso, me dio a probar algo de una verdura que no recuerdo que es, pero sabe muy rico, vive sobre una casa y ¡tiene la cama en la sala, mami! —Retoma sus brinquitos—. Lee libros por trabajo y construye cosas y hace muchas cosas que ahorita no recuerdo, pero me cayó bien y dijo que puede ser nuestra amiga también. —Mi hija sonríe y parpadea exageradamente, detengo el trapeador y le devuelvo la sonrisa.
—Me alegra que te divirtieras y lamento mucho lo sucedido hoy, hija, no me comporté bien y no debí decir lo que dije por sentirme abrumada. —Ella avanza para abrazarse a mis piernas, logrando derretirme.
—No pasa nada, mami, la nonna Geo explicó y Zita también, yo entiendo —expresa y suelto un suspiro, pensando en que crece demasiado rápido por mi culpa, ella no debería ‘tener’ que entender la locura de su madre. Beso su cabeza, recordando lo que Geovanna me ha dicho.
—Gracias por ser tan maravillosa, hija. —Le doy más besos que la hacen reír.
Ella empieza a hablarme de nuevo de todo lo que vio en la casa de la tal Thena, que me dice también es nieta de Geovanna, entonces no entiendo, ¿las primas están casadas?, ¿son almas gemelas?, ¿qué clase de relación tienen? Las preguntas me dan vueltas en la cabeza y me confunden mucho, tal vez ella sea la mujer que estaba con Zita aquella noche que la vi, la descripción de mi hija encaja, ellas iban felices, sonrientes y tomadas de la mano como una pareja normal. Cosa que yo jamás voy a tener.
«¿Y a ti eso en qué te afecta, Sanne?», me recrimino al ver por dónde giran mis pensamientos absurdos y sacudo la cabeza, tratando de concentrarme en el parloteo de mi hija.
Le pido a Nova que ponga la mesa cuando se acerca la hora que llegue mi hermano y empiezo a calentar la comida, que es crema de champiñones, ñoquis de espinacas y queso escarmoza empanado que le encanta a Nova, es un tipo de queso que se rebosa y se fríe. Sonrío porque todo huele delicioso como siempre que Geovanna está involucrada. Noté que a Zita le gustan los dulces y disfruta comer, lo que me hace pensar en cómo se mantiene porque se ve delgada, no un palillo, pero sí muy atlética, supongo por su trabajo y…
—¡Tío Otis! —La voz de Nova me saca de mis cavilaciones y volteo para ver a mi hermano entrando con una gran sonrisa, alza a su sobrina y la llena de besos.
Otis es un hombre corpulento difícil de ignorar, con su metro ochenta, cabello rojo como el mío y ojos marrones ligeramente más claros, además que sus pecas parecen pequeñas costelaciones en todo su rostro, a él no le gustan mucho y a mí me parecen de lo más adorables.
—Muñeca, ¿cómo estás? —Le besa la mejilla—. ¿Qué hiciste hoy?, ¿cómo les fue con Geo? —Otis camina hasta donde estoy para besarme la mejilla también y dejar a Nova sentada en el mesón—. ¡Huele rico!
—Cena lista gracias a Geovanna —le respondo y su sonrisa se ensancha—. ¿Cómo te fue?
—Estuvo movido, hay muchas reservaciones por el tema de la cena de navidad del hotel y dentro de tres días es la fiesta del Corporativo, me dieron a escoger para asistir a la fiesta o a la cena, escogí la fiesta y puedo llevarlas a ambas, ¿qué dicen?
—¿Fiesta? ¡Sí, yo quiero! —Aplaude Nova—. ¡Vamos, mami! ¿Sí? —Trago con dificultad y sacudo la cabeza, Otis fija sus ojos en mí en advertencia.
—No tengo nada que…
—Nos dieron un bono hoy, Nova y tú pueden comprarse algo lindo y yo tengo el traje del evento pasado, ¿bueno?
—Otis…
—¡Vamos, hermana! ¡Anímate! —Me atrae a su costado y deja un beso en mi cabeza—. Además, podemos mandar a reparar tu máquina.