Habían pasado 1 mes, ¡si 1 mes! desde que me mudé a esta ciudad rápido ¿no?
Todo sigue igual.
Mi madre encontró un trabajo, no la veo en todo el día, pero lo bueno es que ya estaba acostumbrada a eso. . . o eso creo.
Los tontos de mis amigos, si es que así se podrían llamar, siguen igual, cuando digo igual, me refiero a idiotas, estúpidos, etc.
Mi querida amiga Laura, está feliz, si muchachos está más feliz que lo habitual.
¿Por qué?
Pues porque se puso de novia con Mateo, recién ayer lo hicieron oficial, se veían muy lindos los dos como parejas, a veces se reían de sus estupideces, y otras veces la pelinegra se ponía celosa por la gran popularidad que tiene Mateo en el instituto. Yo le he dicho que eso es normal, ya que mi hermano con los demás tienen un buen físico, y por eso las interesadas están atrás de ellos.
Volviendo a la actualidad, justo ahora todos nos encontramos en la cafetería sentados en una mesa.
Obviamente con todas las miradas de las chicas puestas en Emilio, Lucas y Mateo, me reía ya que a Laura siempre eso le daba celos, ¿y como no?, su novio es unos de los chicos más populares de todo el instituto, al igual que mi hermano, pero yo ya me acostumbré, aparte no es que me afecte.
—¿Van a ir a la fiesta este sábado? —preguntó Lucas retomando la conversación.
—¡Claro! ¡No me la perdería por nada en el mundo!, Kenzie hay que escoger vestido —dijo Laura con una amplia sonrisa en su rostro.
La verdad no me interesaba eso de ir de fiesta.
No iba a desperdiciar un hermoso sábado para leer un libro yendo a una estúpida fiesta donde solo encontraras alcohol y personas teniendo sexo, lo habitual. No soy mucho de ir de fiesta, la verdad hace tiempo que no voy a una, esas cosas se fueron de mi al cambiarme de ciudad, en mi ciudad natal, tenía amigos y estos me llevaban a algunas fiestas del instituto, nada fuera de lo normal … espera ¡¿qué diablos acaba de decir Laura?!
—Oh no ¡Yo no voy a ir! —como dije antes ¡Odio las fiestas! Ese olor a alcohol me marea y me hace doler la cabeza, los adolescentes besándose me dan asco, entre otras cosas que se pueden presenciar en esas fiestas.
—¿Y por qué no? —me preguntó Emilio.
—Porque no quiero ir a un lugar lleno de gente borracha, alcohol sin fin y personas teniendo sexo a plena vista —digo con cara de asco.
—Que buena descripción hacia una fiesta, Kenzie —se burló Mateo ganándose una mirada asesina de mi parte.
—Vamos Kenzie, qué más da que tu primera fiesta sea con tu hermanito y los adorables de tus amigos —¿adorables?, JA, eso ni tú te lo crees.
—¡¿Qué?! ¡¿Primera fiesta?!
Como siempre el idiota de Emilio tuvo que salir con sus estupideces.
—¡Cállate imbécil! —le grité mientras que este se reía como foca retrasada.
—¡Ay pero que gruñona ¡ya te dije, no te enojes que te hace mal para tu salud —volteé los ojos.
—No le hagas caso Kenzie, pero por favor, vamos a la fiesta y si te aburres yo misma te llevo a tu casa — dijo Laura.
¡Ahh!
¡No tengo otra opción!
—¿Por qué siempre terminan convenciéndome?
—Eso es porque somos brujos y te hechizamos para que hagas lo que nosotros queramos —habló Mateo.
—Mateo ¿te han dicho que eres un estúpido?
—No.
—Bien, entonces me alegro ser la primera.
—¡Laura, dile algo a la loca de tu amiga! —se quejó Mateo como un niño pequeño.
—Yo no estoy loca.
—Si lo estas.
—¡Lucas, dile algo al idiota de tu amigo! ¡Ah! y quiero que sepas que ningún mago es como mi Harry Potter.
—¿Harry Potter? ¿Quién diablos es ese? —preguntó Emilio y yo abrí los ojos como platos.
—¡¿No sabes quién es el?! —negó —¡Pues tampoco eres digno de tener esta conversación!
—¿Qué? ¿por qué?
—Ya dejen de pelear y vamos a clases, el timbre ya sonó.
Y como toda una niña educada hice caso.
¡Regresemos con el aburrimiento de las clases!
—Bien, la batería es una . . . —explicaba la profesora.
Continuaba explicando la clase cuando suena el timbre.
¡Las clases ya habían acabado!
Salí a toda prisa del aula y me reuní con mis amigos en el patio del Instituto.
—¡Uf!, ya no aguantaba esas clases —dijo Mateo mientras que todos asentimos dándole la razón.
—Yo me voy a mi casa —hablé.
Estaba cansada y solo quería bañarme y dormir.
—Bien, después te veo —dijeron los chicos yéndose.
Ellos iban a una heladería, ya que aún no querían volver a sus casas, en cambio yo estaba toda cansada y quería ir a mi casita a darme una larga ducha para luego tirarme en mi acolchada cama.
—¡Mañana los veo! —corregí haciendo que estos se rían.
Idiotas.
¡HOLA!
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