Hace dos dias habiamos regresado del campamento.
¡Al fin!
Ya no aguantaba a esos mosquitos, todos los días que estuvimos ahí, todas las noches, todas las tardes, ¡todo el día te picaban! ¡Siempre te dejaban ronchas!, era horrible, no puedo creer que mis amigos me obligaron a asistir, aunque a decir verdad, fue un poco divertido, lo que aún no supero es como la estúpida de Fernanda se creyó eso de los tiburones, cada vez que me acuerdo de eso me dan ganas de reírme y tirarme al suelo como una foca retrasada.
El punto es que hoy era sábado y todos estabamos aburridos y no sabiamos que hacer, típico de nosotros.
-Me aburro -se quejó Emilio.
-¿Vamos al cine? -pregunté, no era mala idea, hace un buen tiempo que ni iba a ese lugar.
-No puedo -dijeron Lucas y Gabriela al unísono ganandose la atención de todos.
-¿Porque no? —preguntamos todos curiosos, el chisme es potente.
-Tengo que . . . ¡cuidar al vecino! —gritó Lucas
-¿Cuidar al vecino?
Que mal no recuerde, Lucas nunca le ha gustado cuidar a niños, siempre ha odiado el labor de niñero, siempre, el me mo decía, ya que a veces su padre lo mandaba a cuidar los hijos de su jefe, su cara estresante y furiosa de Lucas, me daban mil años de vida, parecía un viejo amargado.
-Si.
-¿Y tu Gaby?
-De niñera.
-Bien, no importa, otro dia será.
Lucas y Gabriela se fueron y todos nos quedamos aburridos.
Otra vez.
-¡Sigo aburrido! -gritó Emilio.
-Tirate por la ventana -hablé.
-No hay ventana.
-Imagínate una.
-Eso no me divierte.
Creéme que a mí sí.
-¿Quieren helado? -preguntó Mateo.
-¡Si!
Fuimos a la heladeria más cercana y pedimos nuestras órdenes.
-¿No les aprece extraño que Lucas y Gabriela se hayan ido juntos? -preguntó curiosa Laura.
Buena, quizá solo sea pura coincidencia.
-Ultimamente andan muy raro -comentó Mateo.
-Creo que estamos exagerando las cosas -dijo Daniel.
-Si, tienes razón.
-Aquí estan sus pedidos -la mesera nos entrego los helados y se fue.
-¡Amo el helado! -grité.
-Tu amas todo lo que es comida.
¿Escucharon eso?
Esa es la voz de mi segundo enemigo.
El primero es la estúpida alarma.
Emilio.
-¡Callate idiota!
-¡Me voy! -gritó Laura.
-¿Qué? ¿a donde? ¿con quién? ¿por qué? -empecé a preguntar.
-Al cine, con mi novio.
-¡Mateo, no te la puedes llevar!
-Si que puedo.
-¡No!
-Adiós -se fue
¡Laura me habia dejado!
¡Máldito Mateo roba amigas!
-¿Y ahora qué? -preguntó Daniel.
-¿Ir a nuestras casas, encerrarse, comer helado, ver películas y esperar que el sueño nos gane? —propuse.
-Lees muchos libros Kenzie.
-Lo sé.
Y es cierto, todos los días estoy en mi balcón leyendo un libro y escuchando música, mucha gente decía que soy ''rara'', que parezco una ''loca'', ¿pero que quieren que haga?, yo soy así, no voy a cambiar por personas que me paran criticando porque no encuentran nada interesante en su vida.
-¿Que tal si vamos a caminar? -dijo Emilio.
-¿Caminar?
-Sip.
-Bien, pero hay que hacerlo de una manera mas divertida.
-¿Cómo cual?
-¡Carrera hasta el parque estilo Naruto! -gritó Daniel.
Me eché a reír viendo como esos dos idiotas corrían como locos.
¿Y saben qué?
Yo también estoy loca.
Por eso les seguí el juego y empecé a correr.
Pero ya saben, a Kenzie nada le sale bien y este caso no era la excepción.
-Lo siento -me disculpé cabizbajo.
Habia chocado con una persona por estar corriendo como una loca endemoniada.
¡Mierda!
¡¿Cuando será el día que me salga algo bien?!
-No te preocupes . . . ¿Kenzie?
Espera ¿que?, alcé la cabeza y . . .
¡Maldición!
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!
Instagram: @milaguzman15
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