Un Amor Inesperado (editando)

Capítulo 23

-¡Felíz cumpleaños! -gritaron mis amigos.

-Chicos, esto es genial -dije aguantandome las lágrimas.

Los odiosos y adorables de mis amigos habian puesto miles de fotos de nosotros en la pared de la sala, ahí la acompañaban los dulces que compramos en el supermercado.

-¡Chicos, muchas gracias! -dije abrazandolos.

-Gracias a tí por aparecer en nuestras vidas Kenzie.

-Puede que seas una gruñona, pero eres una integrante de este maravilloso grupo de amigos que te quieren mucho -dijo Emilio.

¿Por qué es tan tierno?

-¡Prende la música Mateo! ¡La fiesta ya empezó! -gritó Lucas.

Subieron el volumen de la música y al instante se pusieron a bailar.

-¡Vamos Kenzie! ¡Baila!

Empecé a moverme al ritmo de la música.

Bailaba, me reía, gritaba y saltaba como loca.

-¿Alguna vez se han puesto a pensar por qué los perros ladran? -preguntó Daniel ganandose la atención de todos.

-¿Qué? -me atreví a preguntar.

-Nada, solo quería su atención, ahora que la tengo, Mateo pasame la botella de Whisky.

Mateo hiso lo que le pidió y le pasó la botella.

-Gracias, ¡ahora, si! ¡Que continúe la fiesta!

Eso fue raro.

Mis amigos son raros.

Amo tanto a esos chicos.

Estuve bailando con mis amigos hasta que hubo un tiempo que me empezaron a doler los pies.

¡¿Como me pueden doler los pies si estoy con tenis?!

Mis amigos que ya estaban bajo los efectos del alcohol gritaban y se reían como focas retrasadas.

Salí de ahí en busca de aire fresco.

Con el dolor de pies que tenía solo pude avanzar hasta la terraza.

-¡agh! ¡Se supone que no me puse tacones para que no me dolieran los pies! -me quejé.

Me quité los zapatos y vi a mis piesitos que estaban rojos.

-Ya mis bebés, no esten tristes -dije sobandome los pies.

-¿Hablas con tus pies? -preguntó una voz masculina.

-Ahh, no me hagas caso, creo que al fin de cuentas si estoy loca, un poco nada más.

-Eres rara -me dijo Emilio.

-Y tú un idiota.

-Te ves bonita -me sonrojé ante su comentario.

Espera ¡¿qué?

¡Mackenzie Smith nunca se sonroja ante un comentario de un chico!

-Gracias -dije nerviosa.

Mierda.

¡¿Por qué carajos estoy nerviosa?!

-Toma -me entregó una cajita envuelta con un lazo rojo.

-¿Que es esto?

-Abrelo.

Abrí la caja y  . . . 

¡Rayos y sentellas!

-¡Gracias! -dije y lo abracé, el instantaniamente me correspondió el abrazo.

-Feliz cumpleaños, Kenzie.

¡Era el libro que me había arruinado!

Suena feo decirlo así.

Mejor . . . 

¡Era el libro que tanto quería!

Si, así suena mejor.

-Aún me debes algo.

-¿Qué? -preguntó.

-Una disculpa -dije y se rió.

-¿Una disculpa?

-Si, por haberme tirado el baldede agua fría.

-Ten en claro siempre esto Kenzie, Emilio Johnson nunca pide disculpas.

-¿Nunca pides disculpas?

-No.

-Algún día será lo contrario.

-Ese día nunca llegará Kenzie.

Estuvimos un buen rato en silencio, hasta que Emilio decidió romper el hielo.

-¡Mira una estrella fugaz! -gritó señalando el cielo.

¿Una estrella fugaz? 

¿Más cliché no pudo haber sido?

-Pide un deseo, gruñona.

¿Un deseo?

La verdad no sé que es lo que deseo.

Nadie me garantiza que esa estrella me lo cumplirá.

Sin embargo lo hice.

Pedí mi deseo.

-¿Que deseastes? -le pregunté curiosa a Emilio.

-Si te lo digo nunca se cumplirá, pequeña -dijo tocando mi nariz.

Nunca había conocido este lado tan tierno de Emilio.

Es . . . diferente.

-Vamos, seguro los chicos ya estan en sus habitaciones.

Bajamos a la sala principal y efectivamente los chicos ya no estaban.

-Buenas noches Emilio.

-Buenas noches Gruñona.

Ya cansada me fui a mi habitación, noté que la pelinegra ya estaba en su cama.

Me quité el vestido, me puse mi pijama y me tiré en la cama.

♡♡♡

-Kenzie, Kenzie -escuché que me llamaban.

-Cinco minutos más mamá -dije tapandome con la sábana.

-No soy tu mamá.

-¡¿Quien carajos eres y por qué . . . ?! -me interrumpí viendo a una Laura y a un Mateo muy sonrientes.

Dan miedo con esas sonrisas.

-Kenzie ¿nos haces un favor? -preguntó Laura poniendo ojos de cachorro.

Esto me está asustando.

-¿Que hora es? -pregunté evadiendo su pregunta.

-3:00AM

-¡¿Qué?!

-¿Me haces un favor? -volvió a preguntar.

-¿Que tipo de favor?

-Quiero cambiar de pareja, tu vas a mi habitación y yo me quedo aquí -dijo Mateo.

¿Eso era?

Me asusté por nada.

-Esta bien.

-¿Enserio?

-Sí, solo Mateo recuerdame ¿con quién compartias habitación? -pregunté.

Mi memoria es un asco.

-Con Emilio.

-¡¿Qué?!

-Vamos, si desde hace unos dias no se pelean, van por un buen camino.

Mateo tiene razón.

Ya no discuto mucho con Emilio.

Pero por alguna extraña razón me preocupa estar así con el.

-Kenzie, por favor -suplicó Laura.

-Está bien.

-Gracias.

¡Agh! Como acepté cambiar de cuarto, justo ahora me encontraba caminando hacia la habitación de Emilio.

Abrí silenciosamente la puerta para no despertarlo.

Pero ya saben.

A Mackenzie Smith nada le sale bien.

-¿Kenzie? -preguntó adormilado.

-¿Hola?

-¿Qué haces aquí?

-Laura y Mateo quieren tener su momento íntimo -expliqué.

-¿Y la otra cama? -pregunté notando que no había otro colchón.

Cada habitación tenía dos camas.

¿Por qué . .  .?

Creo que Mateo y Laura ya tenían planeado esto.




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