-¡Hay que ver una película!
Estabamos mis amigas y yo en la sala de mi casa.
A Laura, Mateo la dejó . . . .
A Gaby, Lucas también. . . . .
Nahh mentira, los chicos fueron a comprar algunas cosas para comer.
-¿Que tal esta? -preguntó Gaby señalando la película que había escogido.
-¡¿Cincuenta sombras de Grey?! -gritamos Laura y yo al unísono.
-¿Ya se la vieron?
-¡Esa película arruinó mi inocencia! -grité.
-Suena divertido. . . ¡hay que verla!
Gaby colocó la película y Laura apagó las luces.
La película iba avanzando poco a poco, y Gaby cada vez más gritaba.
-¡¿Que es esto?!
-te lo advertí.
-¡Llega . . . ! -hablaron los chicos pero se callaron al ver la película.
-¡No!
-¡Mi inocencia!
-¡Arruinan mi infancia!
¿Infancia?
¿Enserio Daniel?
-¡¿Que hacen viendo ese tipo de películas?! -gritaron todos los chicos.
-Gaby quiso verla -hablamos Laura y yo.
-¡¿Gaby?! -gritó Lucas acercándose a ella.
-Hola, pequeña -dijo Emilio muy cerca mío.
-Ehh . . . Hola -aún me costaba no estar nerviosa frente a el.
-¡Alto! -gritó Laura llamando la atención de todos.
-¿Qué pasó? -preguntó Mateo.
-¡Mackenzie Smith y Emilio Johnson! ¡¿Que diablos ocurre entre ustedes?!
Oh, mierda.
-¿De que hablas? -me hice la desentendida.
-Te sale muy mal mentir, Kenzie. El punto es que hoy estan tan cariñosos, ustedes no son así.
-Es hora de cambiar de pelícu . . . -estaba hablando pero fui interrumpida por Emilio.
-Kenzie y yo estamos saliendo.
-¡¿Qué?! -gritaron todos con la boca abierta.
-¿Sorpresa?
-¡Ya era hora que confiesen sus sentimientos, par de estúpidos! -me reí.
-Ya, ya mucho, quiero ver la película -me quejé.
-Esta bien, ¡Pero cambien esa película para adultos! -gritó Lucas.
-Si, papá.
☆☆☆
-¿Te parece si vamos al parque? -preguntó Emilio.
Terminamos de ver la pelicula y todos los chicos se fueron con sus parejas.
Menos Daniel, el fue a comer helado solo.
-Bueno.
Caminamos hacía el parque más cercano y nos sentamos en el jardín.
-Eres muy hermosa, Kenzie.
-Lo sé.
-¿Desde cuando eres tan arrogante? -preguntó divertido.
-Aprendí del mejor.
Nos reímos.
-¡Emilio! ¡¿Te gustaría ir hoy a una fiesta?! -gritaron unos chicos pasando en una motocicleta por nosotos.
Antiguos amigos de Emilio.
-Lo siento chicos pero hoy estoy con mi novia -dijo acercandome a el.
Novia.
-Esta bien, ¡adiós!
-Pensándolo bien, no soy tu novia -le recordé.
-¿Qué?
-Todavía no me lo pides.
Y era verdad, Emilio todavía no me pedía que sea su novia.
-¿La señorita quiere que se lo pida?
-Pues no estaría nada mal.
-Bien -se aclaró la garganta -Mackenzie Smith quiere hacerme el honor . . . . o la desgracia -susurró lo último.
-¡Emilio! -me reí.
-Entonces, Mackenzie Smith ¿desea ser mi novia?
-A decir verdad hay muchos chicos . . .
-¡¿Qué?!
-¡Claro que acepto, idiota!
-Ya me estabas asustando.
-Idiota.
-Necesito algo -habló Emilio.
-¿Que necesitas?
-Un beso.
-¿Un b-beso?
-Sip, y esta vez quiero que estes bien sobria y te acuerdes de ello.
-Eres un tarado, el primer beso en la fiesta si me acordaba . . . bueno no, pero eso no es . . . -me besó.
-Creo que hablas mucho.
Volvió a juntar nuestros labios.
Y . . . ¿Como se llama el destructor de besos?
¡Si! ¡Adivinaron!
¡Estúpido aire!
-Creo que debemos irnos -le dije a Emilio, ya estaba oscureciendo y de seguro los chicos ya estaban en mi casa.
Se preguntaran ¿por qué los chicos deberian estar en mi casa?
Pues, hoy ellos se iban a quedar a dormir conmigo.
¡Pijamada!
-Si, vamos.
Agarró mi mano y caminamos hasta la casa, no quedaba lejos.
-¡Ya era hora que llegaran! -gritaron los chicos afuera de mi casa.
Ya habia llegado a mi casa y los chicos estaban sentados el puerta.
-¡Me muero de frío! -se quejó Lucas.
-Ya entren.
Abrí la puerta y todos como locos entraron.
-Ya saben donde dormir, ¡adiós! -me despedí.
-¡¿Qué?! ¡Tengo hambre! -se quejaron todos haciendonos reir a Emilio y a mí.
-En la cocina hay comida.
-¡Que pésimo servicio!
-¡Yo no soy sirvienta de nadie!
-¿Ya te vas a dormir? -preguntó Daniel.
-Pues . . . ¿quieren hacer algo divertido?
-¿Como qué?
-No sé, solo lo dije por decir.
-¡Juguemos algo! -gritó Laura.
-Tus juegos nunca terminan bien -susurré.
-¡Juguemos a el piso es lava!
-¿El piso es lava? -preguntó Lucas.
-¡Si, y el que pierda cumple un reto!
-¡Yo si juego! -grité.
-¿Quien más se apunta? -todos alzaron la mano.
-Bien, juguemos pero el que rompa al menos una sola cosa lo mato -advertí.
-¡El piso es lava en 3 . . 2 . . 1! -y todos saltamos en los muebles menos Mateo que se cayó al intentar saltar al mueble.
-¡Eso no fue justo! -se quejó.
-¡Reto! ¡Reto! ¡Reto! -gritabamos todos.
-Bien, como buen perdedor que soy, acepto el reto.
-¡Perfecto!
Los chicos y yo hicimos un pequeño circulo y nos juntamos para debatir el reto de Mateo.
-¡Se demoran bastante! -gritó Mateo al cual habiamos excluido del círculo para que no escuchara.
-¡Tenemos el reto perfecto para tí!
-¿Y cual es?
-¡Algo demasiado divertido!
-Eso no suena nada bien.
-Eso es porque no lo es.
-¡¿Qué?!
Holiiiiii!!!!!