Un Amor Libertino. Trilogía: Amores Verdaderos 3

Capítulo 8

NARRADOR OMNISCIENTE.

 Cuando Sabina y Kaidan hicieron su entrada para bailar la siguiente pieza, la atención pasó a centrarse en ellos. Alezandra por dentro chillaba emocionada, Alaric fruncía su entrecejo y las hermanas de Sabina no lo creían; se suponía que su hermana mayor no quería saber nada del pelinegro pero aceptaba bailar con él.  

Aunque algo que ninguno podía negar era que Sabina Berfor y Kaidan McDonall juntos era un pareja que imponía presencia, las alturas y belleza de ambos los hacían demasiado llamativos. 

—Todos nos miran. —murmuró Sabina mientras Kaidan sostenía su mano y ponía la otra alrededor de su cintura. 

—Cierto, ¿y qué hay de malo en eso? 

Los dos comenzaron a bailar. Ella lo miró a los ojos sintiendo sus mejilla sonrojarse, eran pocas las ocasiones en la que Sabina bailaba y ahora lo estaba disfrutando demasiado porque Kaidan le transmitía la seguridad que a veces le faltaba. “Mientras se encontrara en los brazos de él podía sentirse segura”. 

En el momento que la música terminó, Sabina iba a alejarse pero Kaidan no estaba muy interesado en dejarla ir. 

—Debes soltarme. 

—Lo sé. —“pero no quiero” –pensó Kaidan y a regañadientes dejó ir a Sabina junto a sus hermanas. 

 

SABINA

Sabía que mi baile iba causar molestia entre mis hermanas. Eliana como siempre fue la primera en hablar. 

—Y yo que pensaba que te harías la dura un poco más, ¿ya caíste por él? —su comentario me molestó. 

—El hecho que bailara con él no quiere decir que ya lo haya perdonado o que volveré como una estúpida a perseguirlo. Por favor Eliana, tengo mi orgullo y algo llamado dignidad. —replique.

—Quisiera hablar con usted lady Sabina —voltee a mirar a la pequeña rubia que se había situado frente a nosotras.  

Felicite Bonet había sido la más destacada esta temporada: una muchacha muy linda, rubia y de ojos marrones. Ella nos miraba a mí a mis hermanas con una sonrisa que no llegaba a ser sincera, Eliana la mira con una ceja alzada al igual que Romina. 

—Lo que quiera decir: dígalo, miladi —dijo Romina. 

—Me dirigía a su hermana no a usted. —espetó con su expresión mimada que tanto me irritaba y ya estaba lo suficientemente furiosa como para tolerarla.

—Escúchame muy bien niña, no estoy para lidiar contigo en este momento —Felicity Bonet hizo una mueca. 

—Seré directa entonces. —enfatizó con muchísima tranquilidad —Quiero a Kaidan y usted comienza a fastidiarlo todo. 

Quise reírme en su cara.

—Yo también lo quería pero pronto te darás cuenta que Kaidan McDonall nunca te mirará y te apreciara de la forma que anhelas, tenlo presente. —me acerque lo suficiente para que solamente ella escuchara —Yo lo esperé toda mi vida y me rendí, deberías hacer lo mismo. 

 

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Después de la fiesta no dejaban de hablar del baile entre Kaidan y yo. Por favor, bailar con él no quiere decir que hubiera sufrido de amnesia y haya decidido volver a ser la estúpida que lo persigue. 

“Seguiré enamorada de Kaidan, los sentimientos de años no podían cambiar de un día para otro pero no lo dejaré seguir pisoteando esos sentimientos” –eso pensaba mientras golpeaba la masa dura contra la mesa. 

—¿Qué haces? —preguntó Romina cuando entró a la cocina. 

—Aprendiendo a hacer pan. —respondí sin apartar la mirada de la masa. 

Había decidido alejarme un tiempo de la pintura y le había pedido a la cocinera que me enseñara a cocinar. Mi hermana vio la bandeja donde reposaban los primeros bollos que ya había sacado del horno y tomó uno. 

—Este está duro y quemado. 

—Tiene azúcar por encima, eso mejora el sabor. —repliqué. 

—Oh, que tenga azúcar ya lo arregla todo. Hum, que exquisitez “las delicias quemadas de Sabina Berfor”. —agarre un puñado de harina y se la lance al rostro. 

—Cállate y no desprecies mis panes.

—¡Y tú no desperdicies la harina! —gritó limpiándose con un paño que le entregó la cocinera. —¡Me entró por la nariz!

—Eso es para que lo pienses la siguiente vez que cuestiones mis habilidades. 

—Después de ver esto dudo que tengas alguna habilidad culinaria. 

—¡Te voy a volver a lanzar harina! —Eliana entró a la cocina y se mostró sorprendida por la escena que estábamos ofreciendo Romina y yo. 

—Aunque me gustaría ver como montan una guerra sin cuartal en la cocina —dijo divertida —Sabina, el perro faldero volvió a buscarte. 

—¿Kaidan?

—¿Quién más? —Eliana vio mis panes recién hechos 

—Tal vez deberías ofréceles los deliciosos bollos de Sabina —propuso con burla Romina. 

—¡Si vamos a ofrecedlos! —concordó Eli.

—¡Dejen de criticar mis creaciones que no deben saber mal!

—Pues vamos a comprobarlos —Romina echo los panes en una cesta y se los dio a Eliana. —Que Kaidan de su opinión sobre las delicias quemadas de Sabina. 

—¡Son unas brujas! —grité haciéndolas reír. 

 

KAIDAN

Esperaba pacientemente en la sala de estar a que Sabina decidiera verme. Me encontraba nervioso porque no sabía que esperar, en ese momento llegó Eliana con una cesta entre manos. 

—Yo pedí ver a Sabina no a ti —la trilliza malvada me miró con una ceja arqueada. 

—No debería ni pensar en ayudarte. 

—¿Tú ayudarme a mí? No me hagas reír, si eres una bruja completita de pies a cabeza. —Eliana y yo nunca nos habíamos llevaba bien, nos odiábamos. La razón por la cual nos soportábamos en gran medida era por petición de nuestros padres pero si fuera por ambos hace mucho nos hubiéramos matado. 

—¡Hoy estas de suerte! Me siento caritativa, te ayudaré a reconciliarte con mi hermana. Simplemente prueba estos bollos y dame tu opinión de qué tal saben. —la miré con el entrecejo fruncido.

—¿Cuál es la trampa en esto? ¿Acaso piensas envenenarme? —ella soltó una carcajada. 




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