Un Amor Libertino. Trilogía: Amores Verdaderos 3

Capítulo 9.2

HECTOR

Toda la situación que rodeaba a mis hermanas me parecía engorrosa e innecesaria, podía apostar que al final del año sería el único miembro de la familia Genco que estaría soltero debido que ahora mis hermanas estaban comprometidas con los Carson (aunque Maisie seguía reacia al compromiso); mientras mi hermano mayor estaba de luna de miel con su adorada Maeve. 

La última carta que recibimos de Alejandro decía que regresarían en unos dos meses, justo a tiempo para estar presentes en la boda de Sarah y el señor Carson. Ahora me encontraba mirando a mi hermana trabajar con sus plantas. 

—¿Me dirás porque no aceptas a Tobías Carson? Pensé que eso era lo que querías, que él te mirara. —ella dejó a un lado la pala. 

—Me asusté Hector. Eso fue lo que pasó —respondió enfurruñada. 

Un mechón se había escapado de su recogido y sus manos estaban sucias de tierra. Maisie siempre había sido lo opuesto a Sarah en varios sentidos. A mi hermanita le encantaba el trabajo del campo, investigar y buscar siempre una manera de innovar. 

—Sentí como si estuviera obligando a Toby a tomar un compromiso y todo porque Alejandro nos encontró.

—Maisie nuestro hermano reaccionó del mismo modo que hubiera reaccionado padre con tal de defender tu honor y mira que Alejandro fue más civilizado, de haber sido papa ya los hubiera arrastrado a frente a un párroco para que los casara. —ella bufó. 

—Por favor, por unos besos no voy a terminar deshonrada. Más deberían cuidar a Sarah que se escapa casi todas las noches para ver a su amado señor Rowan. —me reí sin poder evitarlo. 

—Sarah siempre ha sido una loca que sabe cuidarse sola. 

—¡¿Y acaso yo no?! —replicó molesta. 

—Tienes un aire más inocente que el de nuestra descarada hermana. 

—Oh, por favor ¡se cuidar de mi misma y no soy tan inocente! 

—De acuerdo pero no te molestes —ella me ignoró para volver a centrar su atención en las hermosas flores que estaban empezando a abrirse y mostrar sus pétalos violetas. Maisie llevaba meses cuidando esas flores, siempre cortando los tallos secos y usando sus manos descubiertas para cambiar la tierra —¿Por qué no usas guantes? Te vas a lastimar las manos. 

—Me gusta sentir la tierra entre mis dedos, no me importa si mis manos se vuelves duras porque así demuestro mi esfuerzo. —sonreí. —Dejando de lado mi vida sentimental y la de Sarah, ¿tú cuando conseguirás en quien fijar tu atención?

—¿Eh? —murmuré confundido y mi hermana se rio. 

—Si lo piensas: Alejandro ya está casado. Sarah se casara ¿pero y tú? ¿Cuándo conoceré alguna conquista del pequeño Hector Genco?

—Tu tono burlón comienza a molestarme —ella soltó una carcajada. —¡Maisie!

—Lo lamento hermanito pero tengo mucha curiosidad. 

—En este momento aquí no hay nadie que levante mi interés.  

—Aja. 

—Basta. 

—¿Que?

—¡Deja esa mirada burlona!

—¿Cual? ¿Esta? —volvió a mirarme con burla. 

“Ahora sí que se había puesto molesta”-pensé mientras sus ojos verdes estaban fijos en mi con un brillo de diversión. 

—A veces puedes llegar a ser tan insoportable como Sarah. 

—Gracias. —iba responderle cuando escuchamos el golpe en la puerta de la casita, seguido de la voz de Tobías Carson y fue mi turno de burlarme. 

—Ahí llegó tu amado. —Maisie me lanzó un puñado de tierra. 

—Cállate. —le saque la lengua de forma infantil y como todo traidor fue abrirle la puerta al Carson menor, ignorando las protestas de mi hermana. 

Toby estaba frente a la puerta y sus ojos fueron de inmediato hacia Maisie que se encontraba a mis espaldas.

—¿Cómo te va cuñado? —pregunté con una sonrisa, podía asegurar que Maisie estaba roja de vergüenza y rabia hacia mí. 

—Hola Maisie. 

—Hola Toby. 

Voltee a mirar a mi hermana. Maisie estaba sonrojada y en su nerviosismo se limpió la tierra de las manos con la falda de su vestido, mi mirada viajaba entre Tobías y ella. Era bueno juzgando a la personas y por la mirada que Tobías tenía cuando miraba a mi hermana me daba la sensación de que también quería a Maisie con todas sus cualidades y defectos. 

 

TOBIAS. 

Sabía que iba a encontrarla aquí, en su pequeña casita de experimentos. Hector había salido para darme un poco de privacidad con Maisie, su aspecto de hoy era desastroso, su falda estaba sucia de tierra, un mechón de su cabello pegado a su rostro por el sudor. 

“Lo raro era que incluso así me parecía bonita”. 

—Son bonita —dije refiriéndome a los pequeños capullos que tenía en la mesa puestas en una caja de madera llena de tierra y había otras de color rosado en una caja aparte.

—Las moradas son begonias y estas rosadas son flores del desierto. Han sido todo un reto para que germinaran y florecieran. Las del desierto tengo que sacarlas afuera para que les de el sol. 

 —¿Te ayudo? Se ve pesada. 

—Mancharas tu ropa —comencé a quitar la chaqueta para dejarla sobre una silla —Toby yo puedo hacerlo. 

—No. Yo quiero ayudarte —agarre la caja sin importar que se ensuciara mi camisa. —¿Donde las vas a poner? 

Ella de inmediato busco una pala de jardinería, un cubo de tierra y abono. Los dos salimos de la casa, Hector aún estaba afuera y me miró con una ceja arqueada, lo ignoré para centrar mi atención en Maisie. Ella me guio hasta un espacio al frente de la casa, dejé la caja en el suelo y me arrodillé junto a ella. Ya había ensuciado la camisa, que importaba los las rodillas de mis pantalones. 

—¿Qué pudo hacer?

—Tu puedes ir sacando la tierra, haces el hoyo y yo pondré la flores. 

Me entregó la pala y seguía sus instrucciones. El sol estaba en lo más alto y comenzaba a sudar. Primera vez que hacia algún tipo de trabajo por una mujer, pero Maisie lo valía. Además el verla feliz, sonriendo con su mejillas rojas por el calor. 




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