Un Amor Libertino. Trilogía: Amores Verdaderos 3

Capítulo 10

SABINA

No había ni un solo cabello fuera de lugar, algo extraño considerando lo indomable que podía llegar a ser mi melena. Mi rostro lucia fresco y mis mejillas ruborizadas. Las perlas que acordonaban mis orejas y el collar resaltaban bastante debido a mi cabello pelirrojo. Hoy sería la fiesta de los Bonet, no estaba segura si el señor Lombrad asistiría tenía reservado otro plan para molestar a Kaidan. 

La puerta de mi habitación se abrió pero no aparté la mirada del espejo.

— Sé que es una velada con los Bonet pero nunca te esmeras tanto en arreglarte, ¿a qué se debe? —preguntó Eliana.

¿Una mujer puede verse bella sin necesidad de tener una razón. 

—Humm, no te creo. Algo tramas para el perro de Kaidan, ¿en qué te ayudo? —voltee a mirarla. Eliana tenía esa mirada bromista y traviesa. 

—Cuando estemos en la fiesta te lo digo. 

—Me encanta esta nueva faceta tuya hermana. 

—No te acostumbres. —dije —De las tres tú siempre serás la malvada. 

—¿Qué planean ustedes dos? —preguntó Romina desde el umbral de la puerta, mirándonos con sospecha. 

—¿Por qué piensa tan mal de nosotras? ¡Somos unos ángeles! —enfatizó Eliana y Romina bufo, no creyéndole nada de lo que decía. 

—Por favor Eliana, tú tienes lo mismo de ángel que el diablo de santo. 

“Ya se me hacía extraño que estas dos no volvieran a pelear” –pensé. 

Tanto Eliana como Romina necesitaban rozar alguna vez, una de las formas extrañas que tenían de demostrarse cariño, aunque a veces pareciere que se quieren matar. 

—Mejor dejen la discusión hasta aquí —intervine levantándome de la silla frente al tocador. 

 

//////////////////////////////

Las tres íbamos solas en un carruaje rumbo hacia la residencia de los Bonet. Nuestra madre no se llevaba bien con los Bonet, ni ella ni padre vendría pero tenían la suficiente confianza en mí y en Romina para que cuidáramos de que Eliana no hiciera escándalos. Romina era experta en mantener a nuestra hermana en cintura.

Las tres hicimos acto de presencia en la fiesta siendo recibidas por lady Bonet y su hija Felicite. 

—Ladys Berfor que hermosas se ven esta noche. —la pequeña Bonet me miraba con antipatía.

“¿Qué le pasaba a esta niña?” –pensaba con molestia. 

Luego del recibimiento de lady Bonet y su molesta hija, mientras mis hermanas y yo nos paseábamos por el salón mi mirada se encontró con la de Kaidan, de forma rápida aparté mis ojos de él para luego sonreírle al hombre para quien en realidad me había arreglado esta noche. Nicolas Lombrad se estaba acercando en compañía de Franz Hatmond.

Era notaria la mirada de enamorado que el lord Hatmond le lanzaba a mi hermana. Ambos saludaron de forma cordial y el señor Lombrad se dirigió a Romina. 

—Un gusto al fin conocer a la mujer que tiene a mi amigo completamente a su merced. —dijo Nicolas haciendo sonrojar a Romina y los ojos verdes del francés fueron a mi persona. —Me sorprende el parecido, son como gotas de agua. Sería difícil identificarlas.  

—Nos los dicen a menudo. —habló Eliana. —Es un placer conocer y ver caras nuevas. 

Nicolas le sonrió. 

—No todo el tiempo tenemos la suerte de encontrarnos a tan hermosas mujeres —volvió a fijarse en mí. —¿Lady Sabina le gustaría bailar conmigo la siguiente pieza?

Busqué a Kaidan con la mirada y lo encontré mirando a Lombrad de una manera mortífera como si quisiera darle un puñetazo frente a todos, él era muy capaz y esta noche estaba planeada para sacar a ese infeliz libertino de sus casillas.

—Me encantaría lord Lombrad —dije con una sonrisa, me gané una mirada de sorpresa de parte de Romina mientras que Elaine parecía divertida, seguro ya había comprendido toda la situación….

 

En el momento que me bailé con el señor Lombrad, noté varias miradas que se dirigirán a nosotros. 

—¿Se puede saber cuál de todos los hombres en este salón es el que quiere castigar? —preguntó el carismático francés. 

—Ese de la esquina que nos mira fijamente. —Nicolas miró con disimulo a un colérico Kaidan. —Quiero ser por primera vez la que lo haga sentir mal, que sus sentimientos estén a flor de piel. 

—Solo por curiosidad, ¿él no terminara por matarme en un ataque de celos, cierto?

—No me diga que es usted un cobarde. 

—Soy precavido. El hombre al que usted espera encelar me supera en musculatura y altura.

—Entonces le sugiero que empiece a tomar clases de boxeo. 

—¡Que facilidad la suya proponerme esto! ¿Y él si me mata?—contuve mis ganas de reírme. 

—Prometo llorar en su funeral. —ahora si ambos no pudimos evitar reírnos.

 

KAIDAN

—¿Quién mierdas es ese bastardo? —pregunté a los gemelos sin dejar de ver al hombre que bailaba con Sabina. 

—Contrólate Kaidan. —dijo Adam. 

—¡¿Quién es!? —volví a preguntar. 

Sabina se reía de algo que ese tipo le había dicho. Ese imbécil bailaba con ella y para colmar mi paciencia también se encontraba junto a Romina y Eliana; el desgraciado que había besado a la pelirroja la última vez, por lo menos este último tenía su interés por completo en Romina. 

—Su nombre es Nicolas Lombrad. Vino de visita junto a Franz Hatmond un amigo mío que es quien está hablando con Romina. —dijo Adam.

—Ese Lombrad me resulta un fastidio. —respondí entre dientes

—Debes controlar tus celos. —enfatizó Robert. 

—No quiero hacerlo. —repliqué para dejar mi copa de lado, iba a acercarme a ellos y en ese momento la hermana menor de los Bonet se interpuso en mi camino. 

—¿Kaidan bailamos? —pidió Felicite sonriéndome con ternura.

—Con gusto. 

La guie hasta la pista, acercándonos a Sabina junto a ese tipo. La pelirroja me miró para después sonreírme y guiñarme un ojo. 

“Bruja, buscas provocarme y lo estas consiguiendo”. Cuando llegó el momento para cambiar parejas, no dudé en lanzar a Felicite a las brazos del francés y tomar a Sabina.  




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