SABINA
No había dormido durante tres días porque quería el retrato de los Cambell. Nunca había estado tan inspirada y emocionada con algo. “Se lo debo mucho a la belleza del lord Caled. El hombre resulta ser muy bien incentivo” –pensé divertida.
El cuadro ya estaba listo, me aparté para ver el resultado final y estaba muy satisfecha con lo que veía. Tanto mi espalda como mis dedos dolían, los ojos casi se me cerraban del sueño pero logré terminarlo y la obra quedó maravillosa.
—¡Oh! —exclamaron mis hermanas cuando lo vieron.
—Te has superado Sabina, está precioso —dijo Romina.
—Caled Cambell luce tan guapo como en persona —suspiró Eliana. —Y su esposa e hijo son preciosos. Les va a encantar hermana.
—Eso espero, el lord Cambell no es nada fácil de complacer. ¡Puse el doble de empeño en como pintaba a su esposa! La última vez por poco y me fusila con su mirada solo porque el color que use en sus ojos no le gustó.
Eliana se rio.
—Es un hombre enamorado hasta los huesos, sinceramente no parecía el tipo de caballero que pudiera enamorarse.
—Todas las personas no son lo que aparente ser Eliana —enfatizó Romina, haciendo que Eliana hiciera un mueca.
—Si. Ahora voy a descansar porque estoy agotada. ¡No aguanto mi espalda! —dije para salir del estudio y subir a mi habitación. Necesito dormir por lo menos una hora y estaré perfecta para entregarle en persona el retrato a los Cambell.
“Espero les guste”. –Pensé nerviosa.
ELIANA
Sabina salió del estudio para irse a descansar.
—¿Qué sucede contigo Eliana? —preguntó Romina de repente.
—¿De qué hablas?
—Para empezar no has sido la misma en estos días. Estas muy pensativa, deprimida, enojada y ya ni siquiera deseas salir. Así no eres tú, hermana. ¿Qué es lo que te está molestando? —su tono estaba lleno de preocupación.
Romina como siempre siendo tan intuitiva. Tenía razón en que mi humor había estado pésimo desde la última visita de Adam.
—Mi cabeza parece estar en otro lugar —suspiré cansada.
—Te preguntaré otra cosa. ¿Todo esto tiene que ver con el conflicto entre Adam y tú?
—¿Él hablo contigo?
—Algo compartimos —reí. —No te entiendo Eliana. No le prestaba atención a Robert y ahora deseas a Adam.
—¡No es así!
—¡¿Entonces qué es?! ¡Porque no le hayo otra explicación!
—¡Todo es por esa hipócrita que Adam persigue como un perro!
—¡¿Y a ti que te importa si la persigue o no?!
—¡Juega con el!
—¿Y? ¿Acaso es tu problema? Si no lo nota él y no escucha de palabras, es un idiota que deberá prender por su cuenta. Tú no deberías amargarte por eso, mucho más cuando Adam te ha tratado como lo ha hecho. —ella tenía razón, pero a la vez me molestaba quedarme si hacer nada. —¿A dónde vas Eliana?
—A pasear, despejar mi mente y alejarme de ti, porque como siempre tienes razón Romina —espete molesta.
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NICOLAS.
Estaba disfrutando mis días en Londres. Mientras caminaba por los locales, cierta dama llamo mi atención, ella estaba caminando sin ningún tipo de compañía en la calle contraria, cruce para acercarme a ella.
—Lady Berfor…—saludé con una sonrisa pero la pelirroja hizo una expresión de enojo
—¿Usted quién es?
—No eres lady Sabina.
—Eliana. —sonreí.
—Con razón. A su no me la imagino con una expresión de enojo tan marcada como la suya —“además que Eliana vestía con colores mucho más llamativos que su hermana, pero era igual de alta. Es un poco indignante que todos aquí, incluso estas mujeres sean más altas que yo”.—Eliana Berfor es un placer volverla a verla.
—Disculpe, no recuerdo su nombre.
—Nicolas Lombrad.
—Cierto. —ella rio —No lo había visto desde la partida de ajedrez…
—En la cual usted me venció de forma despiadada.
—No debió subestimarme. —dijo con una sonrisa.
—Ya nunca más cometeré ese error, miladi. ¿Le gustaría compañía en su caminata?
—¿Qué le hace pensar que necesito que usted sea mi acompañante?
—No creo que necesite a nadie, pero me gustaría acompañarla y por eso pido su permiso, ¿me deja caminar su lado? aún no he visto mucho de Londres y sería bueno verla en compañía de una bella dama. —me sonrió.
—Es un halagador.
—Con mujeres bellas siempre hay que serlo. Aunque debo serle sincero, es la primera que me hace doler el cuello.
—Eso le pasa por ser tan enano. —se burló.
—Tal parece que todos aquí son más alto que yo. Estoy pensado de forma seria usar un poco de tacón. —bromeo.
—Le quedaría muy bien y harían sus pantorrillas más esbeltas —me siguió la broma ella. Ofrecí mi brazo, ella lo sostuvo y empezamos caminar lado a lado.
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SABINA.
Dormí lo suficiente y cuando desperté, me cambié de vestido porque debía ir a la residencia de los Cambell para entregar el retrato. Después de esto deseaba tener mi propia galería donde mostrar todos mis bocetos y pinturas. No sería un gran negocio pero es algo que me gustaba y sería muy feliz. Estaba pensándolo con seriedad y no estaría nada mal.
Envolví el retrato de los Cambell en una tela para que no se dañara y fui a llevarlo en el carruaje más grande que mi padre tenía en la residencia. Como la primera vez fui recibida por lady Isabella, ella tenía un vestido mucho más sencillo que la última vez pero seguía viéndose hermosa.
Me guio hacia el salón donde posaron. Apoyé el retraso entre sillas para descubrirlo y el brillo en los ojos de la rubia me dejó satisfecha...
—¡Me fascina! —suspiró al verlo.
—Estaba muy nerviosa pensando que no le gustara algún detalle. —ella rio.
—Todo está perfecto.
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Editado: 02.04.2022