Un amor no Correspondido. Trilogía: Amores Verdaderos 1

Capitulo 1

LONDRES 1847. RESIDENCIA DE LOS MCDONALL. 

 Me arreglaba lo mejor que podía, tratando de no verme muy coqueta o vulgar. Quería que él me viera hermosa, mi cabello fue recogido y dejando suelto unos mechones que enmarcaban mi rostro, el vestido era de un color cálido que combinaba con lo pálido de mi piel. Shawn me había invitado a su residencia para hablar sobre un asunto muy importante, sonreí al pensar que por fin me propondría matrimonio. 

No fue si no hace más de unos meses que Shawn Perkins, un americano joven y apuesto vino a Londres a pasar una temporada, mi familia lo conoció en una fiesta formal mientras que yo lo conocí por primera vez cuando el pobre andaba perdido sin saber cómo hallar su residencia, en cuanto pude obtener el valor suficiente para hablarle sin ponerme nerviosa habíamos coincidido en muchos gustos y opiniones. 

Me había vuelto alguien muy cercana a él, era tierno, educado, dulce y…. me había enamorado completamente y me daba la sensación de que el sentía lo mismo. 

—Te ves muy linda hija mía —voltee al ver a mi madre. Sonreí —Nunca te vi tan arreglada.

—No tan arreglada como Diana. —dije algo desanimada.

—Pero tú eres igual de hermosa que Diana. Mira esos ojos tan divinos mi niña y hoy no usas tus gafas lo cual muestra más tu rostro.

—No las usaré pero las llevaré conmigo por seguridad. —mi madre me abrazo, al menos a mí me podía abrazar sin necesidad de subirse a una silla, ya que tanto mi hermana Diana y mi hermano mayor Kaidan eran casi tan altos como mi padre.

—El carruaje te está esperando afuera, ve a verlo Cokkie pero cuando regreses me contaras todos los detalles. 

—Así lo hare madre. —respondí emocionada para después tomar mi ridículo y salir de mi hogar.

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La diligencia se detuvo y al bajar admiré la sencilla residencia de Shawn. Le pagué al cochero y me acerque a la entrada de la casa, golpee la puerta esperando que algún sirviente me abriera. Mis manos sudaban, tenía ganas de vomitar, estaba tan nerviosa ¿Qué será lo que va a decirme? mi corazón se aceleraba esperando al fin una confesión propiamente dicha, si me proponía matrimonio me desmayaría pero no antes de decirle el “Si quiero” con todas su letras. 

El mayordomo me abrió la puerta y me indico donde estaba Shawn. Entré al saloncito y ahí lo vi, el alto castaño se levantó para recibirme, su sonrisa dulce y sus ojos caramelos se fijaron en mí. Shawn era una delicia para los ojos femeninos, alto, esbelto y con un porte de aristócrata. 

—Cokkie luces muy bella este día —sonreí avergonzada. 

—Gracias Shawn, vine para que habláramos sobre eso que no podías contarme por carta. —el me sonrió y me hizo tomar asiento. 

—Cokkie has sido la más leal de las amigas, fuiste maravillosa todos estos meses que estuve aquí en Londres. 

—Parecías un completo extranjero sin saber en dónde estaba parado, te veías gracioso—ambos reímos.

—Sí, tienes razón en eso pero como una buena persona desististe ayudarme —tomo mis manos entre las suyas y me miro a los ojos. —Esto ha sido algo muy apresurado para mi Cornelia. Mi corazón no sabe cómo explicar lo que siento, si me escuchara mi hermano me diría que estoy siendo un joven prematuro el querer casarme tan pronto.

— ¿Quieres casarte con…? —me miro a los ojos, sus ojos me miraban con tanta ternura haciendo que mi corazón se acelerara. Él era en si un hombre tan tierno y amable. Oh, como amaba eso de él, como lo amaba.

—Cornelia, quiero casarme con Diana —mi sonrisa de seguro se desapareció de mis labios, mi cuerpo se tensó y todo fue como una sensación de frio y desagrado.

—Di… Diana. —respondí con la garganta cerrada pero Shawn solo sonreía de lo feliz que se sentía al darme la noticia. 

—Cokkie, tu hermana Diana es la mujer perfecta, tan dulce, generosa y tan hermosa, pasar todos estos días con ella me hicieron ver que la amo con un tonto y deseo hacerla mi esposa, que sea la madre de mis hijos. — Salió con Diana a mis espaldas. –pensé con el corazón estrujado. 

—M-me alegro por ti Shawn —respondí con dolor en el pecho —Mi hermana también se sentirá muy feliz de ser tu esposa. 

—Aún no se lo comunico a tus padres pensaba hacerlo esta noche, tú eres la primera en saber la noticia.

—Me alegra mucho, Shawn que su matrimonio sea largo y feliz…. debo irme 

— ¿Por qué tan pronto? aún hay cosas de las que debo hablar contigo.

—Ya tendrás tiempo, después de todo seremos familia. —me levante del sillón huyendo de él y de la fuerza de tal noticia. 

Salí de la residencia casi corriendo y llena de rabia. Las lágrimas de impotencia se acumulaban en mis ojos. Diana, Diana, siempre Diana. Diana la más bella, la más delicada, y hasta Diana la mujer perfecta para estar con Shawn Perkins. No podía contener más las lágrimas y lloré en una rincón el suficiente tiempo para sacar toda esa rabia y enojo, limpiar mis lágrimas y sacar las estúpidas ilusiones que me había echo en mi cabeza.

Regrese a mi hogar y mi madre me recibió con una sonrisa. 

—Cokkie, ¿querida que tal fue la reunión con Shawn?

—Es algo de lo cual no deseo hablar madre —respondí con frialdad y subí a mi habitación, cerré de la puerta de un portazo. 

Pocos después escuché los pasos y palabras de mi madre pidiéndome permiso para entrar. No le respondí porque sabía que ella entraría de todas maneras le dijera sí o no y así lo hizo, Verónica McDonall no sabía cuándo dejar en paz a sus hijos. 

—Madre déjame sola.

—Tu reunión con Shawn no salió como lo esperabas, ¿qué fue lo que te dijo? Cuéntame mi pequeña avecilla —mamá se sentó a mi lado y acaricio mi cabello, empecé a llorar empapando las fundas de los almohadones. 

— ¡Él no me ama a mí, mamá!

—Los hombres a veces son unos completos estúpidos, mira que rechazarte a ti…




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