“EL COMIENZO Y FINAL DE UN AMOR”
Esperaba con aire impaciente. Se había retrasado, ella siempre era puntual en nuestras citas. Trataba de ser paciente pero ya me comenzaba a ponerme ansioso, hasta que sentí como rodeaban mis ojos unas suaves y finas manos, pude reconocerla por su perfume dulce y suave.
— ¿Quién soy? —preguntó con una voz juguetona.
—Una señorita que se retrasó para nuestra cita. —tomé sus manos y me voltee para mirarla.
—Lo siento, se me hizo difícil escapar de mamá y mi hermana. —sonreí y acaricié su mejilla.
—Ya no importa, solo bésame —besarla me hacía sentir eufórico, vivo… enamorado. Junté nuestras frentes y abrí mis ojos. —Me nunca me canso de tus besos Di.
Diana sonrió y volvió a besarme. No pensé que una mujer como ella fuera corresponderme, que llegaría a dejarme estar tan cerca de ella, pero lo hizo y me sentía estúpidamente dichoso. Desde el primer encuentro en aquel baile, llevábamos semanas encontrándonos a escondidas de todos. Aunque me sentía mal de verla a escondidas de Cornelia, como si estuviera traicionándola. Pero cuando estaba con Diana no pensaba más que en ella y en lo bella de su sonrisa.
Diana era un ángel, abrazarla y besarla no eran suficientes para mí. Quería absolutamente todo de ella, ¿apresurado? ¡Muchísimo! Mi impulsividad me jugaba en contra en esto, no pensaba, ni analizaba las cosas. Mi hermano siempre tuvo razón es eso, mientras él era cauteloso y el sereno, yo era impulsivo y vivaz.
Yo la abrazaba por la espalda rodeándola con mis brazos, mientras ella recostaba su cabeza sobre mi hombro. Su cabello desprendía ese perfume que tanto me gustaba, Diana era alegre, tiernamente coqueta y de cierto modo inocente. ¿Cómo no caer rendido ante una mujer así? Por dios, para mí fue casi imposible.
—Si te dijera que quiero contigo un para siempre, ¿qué responderías? —ella se volteó para poder mirarme directamente.
— ¿Un para siempre?
—No más salidas a escondidas, quiero que nos casemos. Di sé que es apresurado pero no podría pasar otro día mas sin tenerte a mi lado toda una vida.
—Oh, Shawn ¡Si quiero!
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Cornelia llegó a mi residencia más linda de lo que alguna vez la vi, se había arreglado el cabello, usaba un vestido que la hacía ver tan femenina y delicada. Estaba tan emocionada y me puse nervioso aunque intenté no demostrarlo, amaba a Diana de eso estaba seguro y sabía que Cornelia al ser mi amiga me entendería y apoyaría.
—Cornelia quiero casarme con Diana —esas cinco palabras borraron la sonrisa que había en su tierno rostro.
—Di… Diana. —le sonreí, quería me entendiera y que apoyara mi felicidad con su hermana.
—Cokkie, tu hermana Diana es la mujer perfecta, tan dulce, generosa y tan hermosa, pasar todos estos días con ella me hicieron ver que la amo con un tonto y deseo hacerla mi esposa, que sea la madre de mis hijos.
—M-me alegro por ti Shawn —respondió con una sonrisa forzada. —Mi hermana también se sentirá muy feliz de ser tu esposa.
—Aún no se lo comunicó a tus padres pensaba hacerlo esta noche, tú eres la primera en saber la noticia.
—Me alegra mucho, Shawn que su matrimonio sea largo y feliz…. debo irme. —quise tomar del antebrazo y detenerla pero ella me esquivó.
— ¿Por qué tan pronto? aún hay cosas de las que debo hablar contigo.
—Ya tendrás tiempo, después de todo seremos familia —ella se fue de mi casa y yo me quede ahí solo, sintiéndome una basura porque había percibido su dolor. Lo vi en sus ojos en cuanto dije las palabras. Debí haber sido sincero con ella desde un principio, se supone que Cornelia era mi amiga.
Pero una noche me di cuenta que era un cerdo egoísta, porque amaba a Diana pero al ver a Cornelia con otro supe que la quería y no quería renunciar a ella.