Un amor no Correspondido. Trilogía: Amores Verdaderos 1

Capítulo 3

RESIDENCIA PERKINS. LONDRES.

 

MILE

Mi hermano me presentaría a toda la familia de la novia en una velada que se organizaría en la casa de los padres de ella. Diré que tenía curiosidad sobre la dichosa Diana McDonall, Shawn solo contaba maravillas de ella, pero yo no podía crearme un juicio sobre ella con solo los argumentos de mi hermano menor tonto y enamorado. 

Debía mirarla con mis propios ojos para saber si era la dama correcta para Shawn. Solo nos teníamos él y yo así fue siempre desde que nuestros padres fallecieron, quería que el fuera feliz pero con una mujer que lo ame de verdad. Terminé de arreglar mi traje y después de peinar mi cabello. Salí del dormitorio y Shawn me estaba esperando abajo al final de las escaleras y se veía apresurado. 

—Rápido Mile, no quiero quedar mal frente a los padres de Diana —reí.

—Cálmate hermano, aún es temprano. Probablemente seamos los primeros en llegar a la dichosa velada. —salimos de la residencia, afuera nos esperaba nuestra diligencia que rápidamente empezó a moverse apenas nos subimos. — ¿Y cómo son tus futuros suegros? Tengo curiosidad. 

—Los condes son buenas personas. La madre de Diana, la señora Verónica me trató bien desde el inicio. 

— ¿Pero el padre?

—Diré que el Lord McDonall es un hombre difícil de agradar, casi corro despavorido la primera vez que lo vi y él solo me miró como si quisiera aplastarme por estar interesa en su hija —me reí soltando una gran carcajada —¡No te rías Mile!

—Eres tan cobarde hermanito.

— ¡Y tú un imbécil! Pero como ves al final terminó por aceptarme, aunque sea ya no me mira con ganas de querer asesinarme. 

— ¡Ja! Ya hasta me cae bien el lord McDonall. 

—Eres un mal hermano mayor. 

—Sabes que te quiero Shawn —dije con una sonrisa y él miró enfurruñado.

Cuando al fin llegamos a la lujosa residencia McDonall, ya habían llegado varios invitados y mi hermano buscaba entre ellos a su prometida. 

—Ahí están mis futuros suegros, ven Mile debo presentarte —Me dejé arrastrar por él hacia la pareja madura. 

Debía admitir que daban una imagen peculiar. La señora Verónica era más pequeña que su esposo, sus cabellos y ojos eran oscuros pero su sonrisa te trasmitía confianza y calidez. En cambio su esposo, Shawn no había mentido cuando dijo que era realmente intimidante, a pesar de los años, el lord McDonall se mostraba fuerte e intrépido. 

— ¡Señor Shawn que gusto verlo! —exclamó la señora Verónica con una sonrisa.

—Igualmente excelencia. Quise presentarles a mi hermano mayor, Mile Perkins, llego apenas ayer. —los ojos de la pareja pronto estuvieron en mí. 

—Un placer conocerlo señor Mile. —me dijo la linda mujer de ojos oscuros. 

—Lo mismo digo mi señora. Y milord… —los ojos de lord McDonall eran realmente fríos, sentí como si estuviera evaluando mi valor y eso me incómodo. 

—Bienvenido a Londres, señor Mile —dijo el lord McDonall con… ¿simpatía? —Mi hija pronto bajará Shawn, nosotros debemos atender a los demás invitados. Vamos cariño. 

El matrimonio nos sonrió y después se fueron atender a los demás invitados. 

— ¿Qué fue lo que hiciste? —me preguntó Shawn. 

— ¿De qué hablas? 

—A mí ni siquiera me dirigió la palabra cuando nos presentaron...

—Siempre te he dicho que soy el más agradable de los dos —me burlo haciéndolo fruncir el ceño. 

—Idiota… Ya bajo ella —dijo de la nada.

— ¿Eh? 

—Ella es Diana, hermano ¿no crees que es maravillosa? —mis ojos se enfocaron en la alta y hermosa señorita que mi hermano señalaba. —Es perfecta. 

Mi hermano sonaba embelesado por la muchacha, Diana McDonall es tal como mi hermano dijo una mujer difícil de ignorar. Alta, con piel inmaculada y algo bronceada, hermosa figura y su largo cabello negro adornado de perlas. 

—Tienes suerte hermano. 

—Si... oh, ahí está Cornelia. —buscaba a la tal Cornelia pero no sabía de quien se trataba. —Ven hermano, tienes que conocerla.

Shawn me llevó emocionado al otro lado del salón. 

— ¡Cornelia!—dijo mi hermano con una gran sonrisa.

Vi una pequeña cabecita girar en nuestra dirección y encontrarme con unos grandes ojos azul verdosos, ocultos detrás de unas gafas de intelectual.

—Hermano déjame presentarte a mi cuñada, la señorita Cornelia McDonall.

—Un placer milord —tuve que bajar la mirada para verla y apreciar a la pequeña hermosa criatura que mi hermano presentaba frente a mí, sus rasgos eran delgados y felinos, sus ojos impresionantes, bastante esbelta. Lo único que quería quitarle eran las estorbosas gafas que no me dejaban apreciar completamente su belleza casi hipnotizante para mí. 

—El placer es mío, señorita Cornelia —dije mirándola con detenimiento. Se mostraba fría y algo autoritaria, nada que ver con su hermana mayor.

—Los dejo para que conozcan, iré con mi prometida. —dijo mi hermano sonriendo y dejándome solo con la pequeña viborita. 

—Lo dejo milord —dijo rompiendo la tensión. 

—No creo que dejarme solo sea de buena educación señorita. 

—Poco me importa si me cree educada, milord. —se dio la vuelta y me dejo plantado en medio del salón, me indignaba que se comportara de esa manera cuando yo intentaba ser educado y conocerla mejor, pero al parecer lady Cornelia prefería la soledad.

La prometida de mi hermano era una digna dama, educada, refinada, Shawn no se le había despegado en toda la velada. La señorita Diana no demostró ser una joven altanera o egoísta, ya podía entender mejor la fascinación de Shawn con ella, podía estar tranquilo, Shawn se había encontrado una buena mujer. 

La fiesta comenzó agobiarme, me alejé del salón y fui a explorar la residencia. Volví a encontrarme con la odiosa señorita Cornelia en la biblioteca de la casa. Ella al parecer era de las intelectuales que preferían perderse en los libros. Me acerque con sigilo pero ella levantó la mirada e hizo una mueca al mirarme. 




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