CORNELIA
Diana junto con su mejor amiga Evie y mi madre habían estado tan ocupadas arreglando los detalles de la boda, yo casi no participaba; me mantenía alejada para no trasmitirles mi actitud agria, respetaba su felicidad y lo que mejor que podía hacer por ella era estar lejos.
—Has estado muy pensativa últimamente Cokkie —miré a mi padre.
—Claro que no. Estoy como siempre —dije acomodando mis gafas.
— ¿En serio? Porque hay un error en estas cifras.
—Es imposible —volví a revisar el documento y había cometido un error básico en la cuenta. —Es cierto lo hice, discúlpame padre.
—Jamás te equivocas cuando tiene que ver con números y es raro cuando lo haces Cornelia, ¿Que pasa contigo pequeña? —suspiré.
—Padre dime algo… ¿cuándo conociste a nuestra madre que te hizo enamorarte en primer lugar? —Él levantó una ceja y luego sonrió.
—Yo era un joven que quería siempre estar entre mujeres bellas, después de un tiempo las considere aburridas y siempre iguales… hasta que vi a tu madre, aun la recuerdo entrando a ese salón; no había prestado mucha atención en ella pensé que solo era otra joven ordinaria, mi mejor amigo me platicó sobre ella y la curiosidad pudo conmigo, me acerque hablarle a Verónica y…
— ¿Y qué?
—Quedé completamente fascinado como obsesionado por tan altanera y orgullosa mujer.
—Madre te enamoró con su viva personalidad. —dije divertida.
—Otros la veían como alguien corriente y hasta yo mismo antes de conocerla, luego de eso me enamoré como un idiota y para mi ella siempre fue la mujer más hermosa de todas...
—Es muy romántico —sonreí al ver su mirada de amor.
—Entonces es un hombre el que aflige a mi dulce Cokkie. Debería saber su nombre para ir y matarlo a golpes por lastimar a mi hija más preciada.
— ¡No padre! Estas exagerando, no hay…
—Cornelia soy tu padre te he visto crecer y te conozco, no puedes mentirme. —mordí mi labio, él siempre tan perspicaz.
—Él ya no importa.
— ¿Ese bastardo te desilusionó? —preguntó furioso.
—No… yo sola me hice ilusiones creyendo que su sincera amistad se convertiría en otra cosa pero eso nunca llego y para el siempre seré solo una amiga.
—Es Shawn Perkins. —no preguntó, el afirmó.
— ¡¿Y es que acaso todos en esta casa saben que estoy enmarada de él!? —exclame casi colérica, mi padre me miro sorprendido. —Lo siento padre, no debí exaltarme así.
—Estás en tu derecho y respecto a lo otro; la única que no lo ve es tu hermana porque de saberlo dudo mucho que hubiera aceptado la propuesta del señor Perkins sabiendo que tu sufrirías.
—De cualquier forma padre, sabía que él nunca iba a ser para mí. Él solo ve en mí a una amiga y no sabes cuánto duele padre.
—Puedo imaginarlo hija.
—Solo sigamos terminemos con esto padre —después de poner en orden las cifras, quedé libre y fui a visitar a Maeve.
Trataba de mantenerme ocupada y no pensar mucho en el matrimonio de Shawn y Diana, Kaidan y Maeve habían sido de mucha ayuda, aunque más Maeve que Kai; ya que mi irresponsable hermano mayor desde que llegó ha tratado de estar siempre tras las faldas de alguna señorita todo por darle celos a Lady sabina Berfor. Hay que ver mi hermano es un tonto.
Cuando bajé de la diligencia y llegué a la residencia McFarlan, me recibió mi tía Nayra quien me saludó y abrazó con cariño, siempre era así con cualquiera de mis hermanos. Podíamos no tener lazos sanguíneos pero las cuatro familias, McDonall, Berfor, McFarlan y Genco éramos muy unidos. Incluso los tíos Alaric y Alezandra son mis padrinos de bautizo.
—Estas muy hermosa hoy Cokkie.
—Estoy igual que todo los días tía Nay. ¿Se encuentra Maeve? —la pelinegra me sonrió.
—Maeve está arriba en su dormitorio. Sube querida, estás en tu casa.
—Gracias tía.
Subí las escaleras con rapidez como si estuviera en mi propio hogar. Llegué hasta la puerta de la habitación de Maeve y entre sin tocar, sobresaltándola.
— ¿Qué haces Mae? —ella volteó a mirarme y noté que en su mano sostenía una carta. Me senté a su lado — ¿Es de él cierto?
—Si. Vendrá a Londres con su familia para la boda de Diana. —vi su mirada triste.
—Pero eso debería tenerte feliz Maeve.
—Lo estaría si supiera que en el momento en que él vea a Evie no quedaré desplazada como siempre.
— ¿Estas segura que él siente amor por Evie? ¿Por qué te escribe a ti y no a ella? —Maeve guardó aquella carta en un cofre, en donde guardaba con adoración cada carta que él le enviaba.
—Solo soy una amiga que le facilita su acercamiento con mi hermana, tú debes saberlo mejor que nadie. —Me tensé y ella notó que se había excedido con sus palabras —Lo siento Cokkie, no quise...
—No importa, tienes razón. Soy la persona menos indicada para darte consejos sobre el amor.
—Lo siento Cokkie, ambas solo nos lastimamos al actuar de esta manera.
—Solo nos decimos las verdades a la cara Maeve y eso duele. —hubo un tenso silencio entre nosotras.
—Podría arreglarse si solo nos enamoráramos de hombres que si estén dispuestos a correspondernos.
—Eso lo veo difícil. Tú no puedes pensar en otro hombre que no sea él y yo no quiero seguir aventurándome en el amor.
—Me gustaría que tuviéramos una historia de amor como la que tuvieron nuestros padres, con ellos el destino no fue un desgraciado —reí. —Tus padres son inmensamente felices y los míos son la viva prueba de que el amor existe, ¿Por qué a nosotras no nos toca un amor así?
—Mala suerte tal vez.
—Pues que desgracia de vida.
—Concuerdo contigo querida Maeve. Yo fingiendo estar feliz por la inminente boda y desquitando mi malhumor con todos, con el señor Mile, Kaidan, incluso con mi padre.
— ¿El señor Mile? ¿Quién es?—preguntó confundida