COKKIE
Maeve era la única a la que podía hablarle sin temores, la rubia es mi confidente, fui a hasta su hogar y ahora estábamos en su habitación contándole todos los detalles de la velada de ayer.
—Tenia tantos cosas en que pensar Maeve. El deseaba fingir un compromiso pero yo no quiero nada fingido.
—Tú deseas que sea un compromiso real. —aseguró la rubia —¿Por qué no se lo dices y le hablas con la verdad?
—No estoy segura de mis sentimientos.
—Cokkie no seas tonta, solo te costó unos días en dejar de verlo con un hombre fastidioso, unas semanas en interesarte en él y puedo asegurarte que unos meses más estarás enamorada si no es que ya lo estas. El señor Mile es guapo, rico, se interesa por ti y tus intereses, ¿qué te detiene en aceptarlo?
—Eh... Este…
—No tienes argumentos válidos. Deberías hablar con él y no darle verdades a medias.
—¡Maeve no me ayudas!
—¡No te dejas ayudar Cornelia! Dejaré que tú escojas que es lo que vas hacer Cokkie. ¿Qué es lo que harás? Dime…
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Las manos me temblaban, estaba frente a la residencia de los Perkins. Me armé de valor para acercarme y golpear la puerta, uno de los sirvientes me dejó pasar guiándome a la sala, el destino conspiró en mi contra porque el señor Mile fue el primero en recibirme.
—¿Qué hace aquí señorita McDonall?
—Visito a mi Hermana.
—¿En serio? —por su tono burlón supe que no me creía —¿Pensó en mi propuesta?
—Lo que dije ayer lo mantengo. No soy una mentirosa y no necesito demostrarle nada a mi familia. —él se acercó más de lo debido a mi persona —¡Invade mi espacio señor Perkins!
—¿Eso le molesta? ¿La asusta señorita? —preguntaba con un tono tan suave —¿Huira esta vez Cornelia? —acarició mi mejilla y cerré los ojos disfrutando de su caricia —¿Volverá a rechazarme?
—Mile…
—¿Quieres que te bese?
—Si. —respondí mirándole a los ojos. Mile me agarró de la cintura y sus labios fueron sobre los míos reclamándolos en un apasionado beso, crucé mis brazos sobre sus hombros.
“Oh, como me gustaban sus besos” –Me aferré a él no queriendo soltarlo, Mile Perkins me tenía entre sus brazos.
SHAWN
—Mile… —mis palabras murieron cuando los vi.
Podía reconocer esa figura pequeña y ese oscuro cabello, era Cornelia. Mi hermano la besaba y sentí mucha ira de verlos juntos. Salí de la residencia sin que ellos se dieran cuenta de mi presencia, debía calmarme, Diana no podía verme alterado.
Mile la estaba besando, la tocaba con tanta confianza. Conocía a Mile y sabía que si estaba interesado en Cornelia era porque quería volverla su esposa. Caminé sin rumbo por varias horas hasta que me di cuenta que había oscurecido y pagué una diligencia para que me llevara de vuelta a la casa.
—¿Dónde estabas? —preguntó mi hermano al verme cruzar la puerta de la casa.
—Necesitaba salir a distraerme —Mile frunció su ceño.
—Tu esposa estaba preocupada, te recuerdo que ahora estas casado Shawn y debes pensar también en tu mujer, ya no eres solo tú.
—¡Eso lo se Mile! —respondí brusco.
—¿Tienes algún problema?
—No, ahora si me disculpas estoy cansado y deseo ir con mi esposa.
Subí las escalares y entré a la habitación. Ahí se encontraba mi hermosa esposa frente a su tocador, Diana estaba trenzando su cabello y me miró por el reflejo del espejo, volteó a mirarme.
—¡¿Qué sucedió contigo?! ¡Desapareciste sin decir a donde Shawn! —se escuchaba molesta —¡Me preocupe por ti!
—Lo lamento Di —me acerqué a ella. Esta noche ella usaba un delicado camisón de encajes y seda que resaltaba su bronceada y tersa piel, sostuve su pierna y comencé a masajear su delicado tobillo hasta su talón —¿Me perdonas mi cielo? No volverá a pasar.
Los ojos oscuros de Diana pasaron de brillar de enojo a mostrarse preocupados.
—¿Estas bien Shawn? —preguntó Diana y le sonreí.
—Sí, no sucede nada cariño —mentí con descaro.
No, no estaba bien. Sentía celos de mi hermano y no debía sentir eso, se suponía que estaba casado, que amaba a mi esposa pero estaba celando a mi cuñada. Besé a Diana en los labios y fui a desvestirme para acostarme en el lecho para olvidar todo lo acontecido el día de hoy.
DIANA
Sabía que él me mentía, la pregunta era ¿por qué? ¿qué habría visto para que me mintiera al respecto? Se supone que soy su esposa.
“El debería confiar en mi” –pensé decepcionada.
Todos me sermonearon cuando decidí casarme tan apresuradamente con Shawn, si me preguntaba solo podía decirles que fue porque lo amo, no había tardado ni un mes en enamorarme de sus ojos oscuros y de su sonrisa de niño travieso. Shawn es tan carismático y galante, seductor. Me acerqué a la cama, quería tocarle, empecé a acariciarlo y besar su pecho.
—Esta noche solo deseo dormir Di. —dijo con una sonrisa que se me hizo forzada. Es la primera vez que me rechazaba.
—De acuerdo. —me acomodé en su pecho, Shawn se durmió rápido pero yo no podía.
Así era sentirse rechazada por quién amabas... Yo lo quería tanto y me dolía no saber la razón de su actitud. Siempre había sentido que en mi familia era la menos apreciada. Mi padre y mi hermano mayor Kaidan expresaban más amor por Cokkie que por mí, mi madre me decía “su niña preciosa” pero incluso ella tenía más trato y gustos parecidos a los de Cornelia, eso me hacia sentir excluida. Por una vez deseaba que el amor que mi familia profesaba por la inteligente Cornelia fuera equitativo conmigo.
Quería el mismo amor que ellos mostraban por mi hermana menor. Creí encontrar eso en Shawn pero él parecía guardarle secretos y eso la lastimaba. Nunca había llorado frente a nadie, ni siquiera cuando era niña. Mis lágrimas solamente quedaban para mí y las cuatro paredes de mi habitación.