MILE.
Desperté con mi bella esposa durmiendo al lado mío boca abajo. Acaricié la curva de su espalda rozando su trasero y con una sonrisa maliciosa me puse a horcajadas sobre ella para dejar besos a lo largo de su columna y espalda. Cokkie comenzó a removerse y soltar risitas.
—¡No! ¡Me das cosquillas! —dijo despertando y seguí con mi jueguito —¡Mile!
—¿Si esposa?
—Me haces muchas cosquillas, ya basta. —se quejó riéndose. Se volteó poniéndose boca arriba dándome una perfecta vista de sus senos desnudos. Me acosté sobre su pecho y ella pasaba sus dedos entre los mechones de mi cabello.
—Así me imaginé que eras tierna, dulce, apasionada.
—¿Sabes que debes disculparte con tu hermano y Diana? —me recordó con voz soñolienta.
—Lo sé. Actué de un modo tan desagradable y reprochable ayer, se me cae la cara de vergüenza con tu hermana, ahora debe pensar que soy un patán maltratador.
—Yo hablaré con Diana, le haré entender que ayer fue un mal día para ti. —empecé a dejar besos en sus pechos respingones y ella gimió. —¡Ahs! Diana entenderá.
—Espero que sí. Jamás volveré a tratarte de esa manera ni tocarte para lastimarte Cokkie solo te tocaré para darte placer mi amor, como debe ser. —dije con una sonrisa y la escuché reír.
Después de una fructífera mañana donde volví hacerle el amor a mi esposa, nos levantamos de la cama y al medio día Shawn y Diana estaban en la casa nuevamente, mi cuñada me miraba de manera fulminante y no me quería cerca. Era comprensible que actuara así después de ver como zarandeé a Cokkie, ya suficiente me reprochaba yo mismo por haber actuado así para encima tener que soportar el escrutinio de Diana McDonall.
Mientras Cornelia hablaba con su hermana, me reuní con Shawn en mi estudio, estábamos frente a frente, yo sentado en la silla de mi escritorio y él frente a mí.
—Ayer… me comporté como un desquiciado, no fue mi intención tratarlos de esa manera Shawn.
—Solo quiero saber, ¿qué fue lo que pudo desatar tal reacción de tu parte? —preguntó furioso —Ofendiste a mi mujer y por si fuera poco maltrataste a Cornelia. ¡Tú no eres así Mile!
—¡Lo sé! —gruñí —Pero ayer… no sé qué pasó conmigo,
—Te desquiciaste al vernos abrazados Mile. ¿Acaso estabas celoso de mí? —preguntó incrédulo pero había algo en su mirada que me confirmó las sospechas que tenía—Mile…
—¿Lo sabias?
—Cokkie estaba…
—¡Lo sabias!
—¡Lo sospeché! De acuerdo pero en ese momento yo solo tenía ojos para Diana.
—¡¿Tenias!? —exclamé furioso —¡¿Qué clase de broma es esta!? ¡Acaso me dirás que quieres a mi esposa!
—¡No digas sandeces Mile! ¡¿Qué te pasa?!
—Pasa de que soy un hombre celoso que al parecer debe cuidarse de que su propio hermano no intente seducir a mi mujer.
—¡Jamás traicionaría a Diana de esa manera! ¡Te estas volviendo irracional!
—¿Me dirás que estabas en la cumbre de la felicidad cuando me comprometí con Cornelia? No me mientas Shawn, te conozco desde la cuna.
—No, no lo estaba. Me encontraba celoso de que ustedes dos se comprometieran pero…
—¿Pero qué?
—¡Pero yo amo a Diana! Mile, estaba confundido.
—¿Solo eso? —dije con una ceja levantada —No pareces muy convencido Shawn.
—¡¿Qué quieres que te diga?! ¡Acaso quieres escuchar que quiero robarte a tu mujer! Los celos te vuelven irracional, no estaría aquí si no fuera porque Diana quiso venir, deseaba conocer la ciudad en la que nací y ver a su hermana.
—¿Juras que tus sentimientos hacia Cornelia son solo fraternales?
—¡Lo juro, maldición!
—Eso me deja más tranquilo. —respondí con un tono de voz duro y frio.
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Diana y Shawn se quedarían solo unos días y luego regresarían a Londres. Diana no quería compartir el mismo techo conmigo y prefería quedarse en el departamento que Shawn antes usaba, debía volver a ganarme la confianza de mi cuñada, no quería estar en guerra constante con ella. Sin embargo eso ya lo haría después, por ahora tenía planes en los que solo nos incluía a Cokkie y a mí. Por eso le ordené a una de las doncellas que preparara un equipaje ligero para pasar todo un fin de semana fuera de la residencia y se lo informé a Cokkie.
—¿A dónde me llevas?
—A un lugar agradable.
—Me suena a mentira.
—¿Por qué insinúas que miento esposa mía? —dije divertido y la besé —Te gustará, lo prometo.
El viaje duró una hora en la diligencia y mi esposa se encontraba intrigada. Cuando llegamos Cokkie fue la primera en bajar del carruaje y quedarse pasmada al ver la cabaña. Había planeado esta escapada desde antes que Shawn y Diana llegaran, quería estar en un lugar completamente alejado de ojos curiosos, donde solo estuviéramos Cornelia y yo.
La cabaña era mediana y me había encargado de que estuviera arreglada y acogedora en su interior. El cochero ayudó a bajar el ligero equipaje que habíamos traído y luego emprendió marcha.
—¡¿A dónde va el cochero?! —preguntó exaltada, mi esposa.
—Se irá y vendrá a buscarnos el domingo en la tarde. Esta propiedad acabo de adquirirla y pensaba que cuando nos cansáramos de las presiones en la ciudad podríamos escaparnos aquí. ¿Qué te parece la idea?
—¿Entonces estaremos completamente solos todo este fin de semana?
—Así es. —dije con una sonrisa de coqueto.
—Así que nadie podrá juzgarnos si nos comportamos como chiquillos —levanté una ceja.
—¿Qué estas planeando Cornelia Perkins?
—Qué bonito se escucha eso, pero… me gustaría saber si eres capaz de atraparme.
—¿Atraparte? —pregunté confuso.
Ella empezó a correr y la empecé a perseguir, había caído en su juego y me encantaba. Volvía a sentirme como un adolescente, Cornelia me hacía disfrutar de la vida, corrí hasta que por fin la alcancé y caímos al suelo entre risas y carcajadas.