SHAWN
—¡Así que solo huirás!
—Solo quiero regresar a Londres.
—¡Pues vámonos juntos! No tienes que irte tu sola, compraste un boleto y camarote a mis espaldas. Diana, por dios santo hablemos.
—Y lo haremos, pero no ahora.
—Es increíble que hagas esto. ¡Pues bien hazlo! —grité colérico.
—Hasta pronto Shawn. —ella salió del departamento y se sintió vacío sin su presencia aquí.
—¡Maldita sea! —vociferé furioso.
Pasé mis manos por mi cabello en acto de frustración. Por supuesto que ella se querría alejar de mí, después de todo me había comportado como un patán.
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Me encontraba solo, bebiendo y lo menos que quería era ver a mi hermano, pero Mile siempre hacia lo que le venía en gana. Vino a la residencia y se paseó por toda la estancia.
—¿Qué haces aquí?
—Cokkie me dijo que Diana pensaba en irse. —él se sentó frente a mí y me quitó el trago de las manos. —No debiste dejar que tu mujer se fuera.
—Se lo debía. Fui un imbécil.
—Sí, lo fuiste.
—Que grandes palabras de apoyo hermano. —Mile levantó una ceja.
—¿Y qué quieres? ¿Qué te felicite por pensar en otra mujer, mi mujer, estando ya casado?
—Lo siento. Para que todo al fin quede claro yo solo veo a Cokkie con ojos de una amiga y hermana.
—Eso es bueno porque si vuelves acercarte a ella con otras intenciones que no sean las de un amigo o buen cuñado, te partiré la cara sin importarme que seas mi hermano menor —reí.
—No pensé que un día estaríamos de esta manera.
—Ni yo.
—Cometí muchos errores hermano y con ellos lastimé a muchas personas, a ti, Cokkie, Diana. Sé que tú y Cornelia serán felices, haré hasta lo imposible por obtener el perdón de Diana.
—Me gusta escucharte decir eso, ya te estas convirtiendo en un hombre maduro Shawn.
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MESES DESPUÉS. LONDRES, INGLATERRA.
Diana dijo que necesitaba tiempo, pero ya era ridículo todos estos meses que me había mantenido lejos. Lograba que una de las sirvientas de la residencia McDonall me diera noticias por una buena suma de dinero, pero yo quería estar a su lado y poder tocar su vientre hinchado para sentir a mi hijo.
“Pero dejaste que te quitaran ese derecho por imbécil”-dijo mi conciencia con reproche.
Me estaba volviendo loco de la rabia. Diana me estaba apartando de la vida de mi hijo y cuando Kaidan se apareció de improvisto en mi casa, no estaba de buen humor.
—¿Qué quieres? —pregunté brusco y el alto moreno levantó una ceja.
—Ya es bastante ridículo lo que pasa entre tú y mi hermana. Ella no ha querido decirnos nada, mis padres no intervienen pero yo estoy harto de estar al margen.
—Quieres saber la verdad, Diana no me quiere cerca porque fui un patán, mientras ella me profesaba amor yo pensaba en su hermana. —la expresión en el rostro de Kaidan cambio de manera radical —Me puse celoso de perder a Cornelia con mi hermano y por eso Diana me odia.
—Tú… ¡Bastardo! —él hizo lo que todo hermano furioso haría lanzó un primer golpe a mi pómulo derecho. —¡Mi padre tenía razón, nunca debió dejarlos casarse!
—Pero lo hecho, hecho está —repuse con burla y los golpes de Kaidan eran decididos y llenos de rabia pero yo no me defendía, aceptaba lo que me había ganado.—¡¿Por qué mierda no te defiendes poco hombre?!
—Porque me lo merezco, me merezco esta golpiza y las que vengan por haber lastimado a Diana. ¡Adelante Kaidan! ¡Reviéntame a golpes que no voy alzar ni un solo dedo para detenerte! —grité mirándolo a los ojos y con el sabor de mi propia sangre en mi paladar, él se alejó de mi con una mueca de asco en sus labios.
—No te mereces a mi hermana. Nunca lo hiciste…
DIANA
Mi hijo se encontraba inquieto moviéndose dentro de mi barriga, a veces dolían como un infierno las patadas que daba pero siempre sonreía por sentir esa vida dentro de mí. Mi padre quiso pedir un divorcio pero me negué al pensar en cómo quedaría mi hijo envuelto en todo el escándalo y siendo señalado.
Hasta el momento mis padres me habían protegido y callado los chismes. Me encontraba sentada frente al jardín, el día era fresco y estaba cansada de solo ver las cuatro paredes de mi habitación.
—Di… —me sobresalté, hacia tanto que no escuchaba su voz. ¿Quién lo había dejado pasar a la casa? Mis ojos se abrieron de par en par al ver su magullado rostro.
—¿Qué te sucedió? —pregunté intentando sonar lo más indiferente que podía.
—Le dije a tu hermano el porqué de nuestra distancia.
—¡Qué hiciste que! —me levanté de la silla sobresaltada.
—Le dije la verdad.
—Eres realmente imbécil, ¡Kaidan pudo haberte matado!
—Me lo merecía eso... Diana de verdad estoy cansado de tenerte lejos de mí, te quiero de vuelta. —él miró mi barriga con ilusión —Pero no te pienso obligar a nada Di. Tienes razón en que fui un imbécil. Mereces el cielo y las estrellas, te mereces todo Diana McDonall. Siempre supe que no te merecía.
—No —hablé por fin. —Tú te convenciste de eso. Dudaste de ti mismo, no era cuestión de merecer o no, debiste luchar por mí… debiste amarme mejor.
—De algo si estoy seguro y es que te amo Diana McDonall.
—Dijiste esas mismas palabras frente a un altar.
—¡Y no fueron mentira! Las dije porque de verdad las sentía y aun las siento. —mis ojos se llenaban de lágrimas. —Mi amor dame una oportunidad de demostrarte que soy sincero contigo y mis sentimientos. —él bebé pateo.
—¡Ay! el bebé se emocionada al tenerte cerca —él posó su mano sobre mi barriga. —Reconoce a su padre.
El sonrió.
—¿Me darás una oportunidad?
—No lo arruines esta vez Shawn Perkins.