AMÉRICA, NEW YORK. OCHO MESES DESPUÉS.
CORNELIA.
Mile me abrazaba y todo el tiempo ponía su palma con cuidado sobre mi hinchada tripa, los primeros meses de embarazo se me habían hecho eternos pero había podido superarlo, además que contaba con los consejos de mi hermana, Diana había dado luz a una hermosa niña hace unos meses.
—Crece más con cada día que pasa. —comenté poniendo mi mano sobre la de mi esposo.
—Ya quiero que nazca. ¿Qué crees que sea? —preguntó ilusionado.
—Yo digo que un niño.
—Será mi niñito consentido.
—Ya debemos ir pensando en algunos nombres, ¿Heronimo?
—¡Dios, no!
—¡Mile!
—Cariño, tu padre me agrada pero no lo suficiente para ponerle su nombre a mi hijo.
—Ya verás que cuando lo vea se lo diré.
—Que traicionera me saliste esposa —ambos empezamos a reírnos. —Por lo menos ya tenemos decidido de que si es una niña se llamará como tu madre, el nombre Verónica siempre me ha gustado.
—Y mi madre te amará el doble, granuja.
—Ja, poner celoso a tu padre es mi pasatiempo favorito.
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Me permitía salir al jardín de vez en cuando, ahora estaba aquí recibiendo las visitas de mis hermanos y mi primo Alejandro. Shawn y Diana estaban hablando, ella tenía en brazos a mi hermosa sobrina Beatrice “Tris” de cariño.
—Ya dejaste de amarlo.
—Creo que realmente nunca lo amé. Ahora me doy cuenta que jamás hubiéramos podido ser felices juntos, hizo bien en escogerla a ella —dije mientras miraba a la feliz pareja.
Shawn y Diana mantenían por el momento en una buena relación, se veían felices por ver que Shawn se esforzaba siempre en emendar sus errores por ella y por su hija. El menor de los Perkins se veía más maduro y decidido.
—Lo sé —miré a mi primo confundida —él no era tu verdadero amor, lo supe desde el primer momento en que lo vi, el destino nunca escribió que te quedaras a su lado Cokkie.
Reí.
— ¿Y tú como puedes saber lo que dice el destino Alejandro? —él me sonrió y debía admitir que el rubio se veía más guapo cuando lo hacía.
—Solo confía en mi Cornelia. Hiciste bien en enamorarte de tu esposo.
—Eres bueno para decir de quien debemos enamorarnos pero tú no aplicas las mismas reglas contigo —él me miró extrañado.
—¿Me dirás que es lo que te molesta Cornelia o debo adivinarlo?
—No te hagas el mentecato, sabes muy bien que Maeve ha estado enamorada de ti desde hace años. Eres bueno Alejandro pero haces sufrir a mi mejor amiga y eso me enfurece de sobremanera. —su mirada que siempre ha sido fría y dura, se suavizó.
—Jamás ha sido mi intención hacer sufrir a nadie mucho menos a Maeve.
—¿La amas?
—El destino me une a una pero mi corazón anhela a la otra.
—Ahora si me dejas confundida, solo te diré esto: decide de una vez Alejandro —dije severa. —Porque no permitiré que sigas haciendo sufrir a Maeve.
FIN