Un amor oscuro y perverso

1 Peligrosa como la noche

DESCONOCIDO

FECHA 16/08/2019
HORA ( 00 : 00 AM)

Un olor metálico inundó mis fosas nasales. Lo aspiré con ganas, deleitándome en él. Miré mis manos, la humedad en ellas y la sensación de saber que estaban cubiertas con ese líquido no era tan molesta como lo imaginé. Lo probé, pasé mi lengua en un movimiento suave y lento, un roce profundo.

Sangre.

Volví a hacerlo para comprobar que era verdad lo que veía y sentía en el paladar. Y sí, lo era.

Vi mi reflejo en el espejo que tenía enfrente y, mierda, qué desastre tan bonito. Mi vestido de gala estaba lleno de sangre por completo.

Se suponía que ahora debería estar abajo bailando y disfrutando de una gran fiesta sin sentido, hablando de cómo es mi maldita vida repetitiva, pero no. Aquí estoy.
Veo el cuerpo inmóvil y cubierto de su propia sangre al lado, visualizo el arma homicida.

¿Debería asustarme y gritar, o llamar a alguien y llorar?

Un ruido en el balcón alerta mis sentidos.

Volteo con rapidez y observo cada parte de este cuarto sin dejar escapar nada. Doy pasos lentos y cautelosos hasta llegar al balcón.

Nada, no hay nada.

Doy la vuelta para irme cuando escucho otro ruido. Miro a mi alrededor, no veo nada sospechoso, solo tengo la sensación de ser observada, pero de resto nada raro. Decidida a estar al lado del cuerpo inerte para cuando ella llegue, lo hago.

Me acerqué y esperé a que entre ella al cuarto. Puedo sentir cómo se acerca y comienzo la cuenta regresiva.

3, 2...1.

Un grito fuerte y desgarrador inundó mis oídos.

-Ahhhhh... ¡mamá!

-Oh Dios mío, mamá, despierta por favor... no, no, no, esto no puede estar pasando.

Verla arrodillada y sufriendo, ver cómo le pedía a un muerto que se levantara, era satisfactorio. Saber que le di en su punto débil y que comenzaba a desmoronarse delante de todos.

Entonces lo supe.

Por fin cumplí la promesa que le hice, logré vengar su muerte y la de cada uno de ellos.

-¡Cómo pudiste hacerme esto, dime!

Me mira como una fiera que acaba de ser atrapada y encerrada en una jaula.
Estaba segura de que su grito se había escuchado por toda la mansión, tal vez esperaba alguna respuesta de mi parte.

Pero verla cómo tocaba cada herida con cuidado, creyendo que tendría solución, cuando todos sabíamos que eso era imposible...

Trago saliva. -FELIZ CUMPLEAÑOS, MADRE. ESPERO Y TE HAYA GUSTADO EL REGALO.

Ah, se me había olvidado algo importante: la mujer que ahora estaba en el suelo llorando desconsoladamente era la mujer que me dio la vida y me la destruyó al mismo tiempo. Nunca creí que pudiera verla llorar, pero ya veo que sí. El cuerpo que estaba ahí también era pariente mío, ¿cómo se le dice? Ah, ya me acordé, abuela.

-Maldita, ¿cómo te atreves? Dime, ¿cómo te atreves? -Se levantó y caminó dispuesta a... ¿matarme? Tal vez. Golpeó mi mejilla con su puño. La sangre recorría mi labio y boca.

La saboreé.

-¿Acaso estás molesta por esto?

-¡Cállate!

Otro golpe en la mejilla. Vuelvo a mirarla de frente sin bajar la mirada.

-¿Terminaste o piensas matarme como yo maté a tu mamá? -Sonreí mientras pronunciaba cada palabra que salía de mi boca, tal vez eso la enfadó más.

Otro golpe en la cara.
¿Que si me dolía?
No. Hace mucho tiempo que no siento nada, me volví inmune al dolor y a los sentimientos. Solo podía sentir mi cara ardiendo y sangrando.

-Me la vas a pagar, te voy a hacer sufrir como no tienes idea.

Una risa retorcida y fuerte abandonó mi boca-. Más de lo que ya lo hicieron. Ya no hay nada que afecte como ustedes lo hicieron, no hay nada que pueda romperme como tú lo hiciste.

Una lágrima tras otra rodaban de sus ojos azules. Nunca la había visto llorar hasta ahora. Acerqué mi mano a su mejilla y le sequé las lágrimas mientras me observaba.

-Así que dime, madre, ¿qué se siente que te arrebate lo que más amas? Debe ser horrible, ¿no?

Endureció su rostro.

-Tú deberías saberlo mejor, ya que no fue una sola vez, sino varias.

Suspiré cansada, lo sabía. Tal vez me equivoqué, todavía me... dolía un poco pensar en eso.

Me di la vuelta para agacharme, toqué el cuerpo. Todavía estaba caliente, pero pronto empezaría a enfriarse. Observé mis manos, pude ver cómo tenía sangre hasta en las uñas. Pasé mi mano por el charco de sangre, arrastrándola para luego pasármela por la cara y restregármela. Quería sentir cómo su sangre ahora me pertenecía, saber que yo era la causante de su muerte era lo mejor, aunque no creo que ella pensara lo mismo. Su cara mostraba lo aturdida que estaba. Sé que ahora parecía una psicópata, pero no lo era, solo quería sentir y saber que había ganado este juego. Me acerqué hasta volver a quedar en la misma posición de antes, frente a ella.

-En eso no te equivocaste, pero por lo menos ya acabé con el dolor de cabeza que me atormentaba cada noche -le restregué mi mano llena de sangre por la cara.

Otra cachetada, tal vez para mañana ya no tendría rostro.

-¿Cómo puedes hablar así? Era tu abuela, y tú la mataste.

Los murmullos se escuchaban cada vez más alto. No me molestaba tener público, me importa muy poco lo que pensaran.

-Miren, está toda cubierta de sangre.
-Se convirtió en toda una asesina.
-¿Eso era de esperarse, no?

No me importaba en lo absoluto. Al final, nadie conocía la verdad de todo esto, y si la conocieran, tampoco les importaría.

-La misma que trabajó contigo para destruir a una niña de 8 y 16 años, rompiéndola en pedazos y dejándola sin estabilidad emocional. A esa que tú dices que era mi abuela, esa maldita vieja que casi logra que esa niña de 16 años atente con su misma vida.

-No quiero oírte más, así que cállate de una puta vez.

Si supieras que yo tampoco quiero oírla más, nunca tener que escuchar sus asquerosas palabras sólidas era lo peor.




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