Un amor oscuro y perverso

2 ¿Un trato bajo control?

Fecha 22 /03/ 2022

Hora ( 2 :00 PM )

Ubicación PRISION ( NERC )

"El frío y la frustración eran dos constantes que me abrazaban en ese instante. Sentía un temblor sutil que serpenteaba por cada centímetro de mi cuerpo. Estaba nerviosa, y la respuesta era evidente: sí, lo estaba. Los nervios me carcomían, como si caminara sobre una cuerda floja, donde cada paso en falso sellaría mi destino. Apuré la última calada de mi cigarrillo. El humo se dispersó a mi alrededor, llevándose consigo una bocanada de mi alma.

- Mierda, murmuré para mis adentros.

Arrojé la colilla al suelo y la aplasté contra el asfalto con la punta de mi bota. El humo se disipó, robándome un fragmento de paciencia. Levanté la vista hacia la prisión, una mole gris que se alzaba imponente contra el cielo plomizo. Los muros altos, las alambradas, las torres de vigilancia... todo gritaba 'error'.

¿En qué demonios estaba pensando al aceptar este trato?", me recriminé, mientras la fila de visitantes serpenteaba lentamente, cada rostro ocultando una mezcla de esperanza y desesperación. Siempre supe que esta jugada era peligrosa, pero la promesa de una buena paga había nublado mi juicio. El estridente sonido de mi celular irrumpió en mis pensamientos como un latigazo. Lo saqué del bolsillo con manos temblorosas y lo pegué a mi oreja.

- ¿Qué demonios quieres?", siseé, tratando de ahogar la irritación.

- "Cálmate, te veo desde aquí",

respondió una voz femenina, gélida como el acero.

- "Puedo sentir la tensión que te carcome." Apreté la mandíbula.

- Claro, como no eres tú la que se juega el pellejo aquí dentro. Una risa baja y cruel resonó en el auricular.

- No es como si tu parte fuera tan complicada. Terry ya está adentro moviendo los hilos, ahora te toca ejecutar. No te equivoques, recuerda que ya nos untaron la mano.

- Tú y tu maldita obsesión con el dinero...", murmuré con veneno, entrecerrando los ojos.

- Deja de divagar. Concéntrate en lo que tienes que hacer.

La fila avanzaba a paso de tortuga. Ya casi era mi turno.

- Tengo que cortar, no puedo entrar hablando por celular.

Silencio.

- Pero no lo olvides, no es la primera vez que bailamos este tango. Todo tiene que salir perfecto. El objetivo te espera allá adentro. No lo pierdas de vista." Torcí los ojos con furia.

- Sí, sí, pero tampoco olvides que esta vez no es un simple objetivo, son cuatro vidas en juego. Sin esperar réplica, colgué y guardé el celular en el bolsillo, sintiendo el peso del destino sobre mis hombros.
Respiré hondo, intentando dominar los nervios que amenazaban con delatarme. Cuatro objetivos, una prisión como jaula y yo, a punto de convertirme en depredadora. Esto prometía ser una danza macabra. Al cruzar el umbral de la prisión, una ráfaga helada me azotó el rostro, un presagio siniestro de lo que me aguardaba. Los rostros demacrados y las miradas perdidas de los visitantes, al igual que las de los reclusos, reflejaban la desesperación enquistada en cada rincón de ese laberinto de concreto. Un escalofrío reptó por mi espina dorsal, pero lo ignoré con una mueca de desprecio. Llegué a la zona de registro, donde un hombre con la hostilidad tatuada en el rostro custodiaba el mostrador. El guardia de seguridad.

- "Siguiente", gruñó una voz cargada de rencor. Con paso firme, me acerqué. Entregué mi identificación, sin mediar palabra.

- Nombre, su vos cada vez era más desagradable. Acaso no veía que mi nombre estaba en la identificación la cual estaba en su mano.

- Audrey Camper. El guardia escudriñó la pantalla del ordenador y luego me examinó de arriba abajo, con una mirada cargada de suspicacia.

-¿Algún problema?, pregunté, forzando una sonrisa. Me lanzó la planilla con desdén, como si fuera un desecho tóxico. Rellene todos los campos. No deje ni un resquicio en blanco. Comencé a rellenar el formulario con hastío, inmune a ese tipo de hostigamiento. Estaba allí por un trato, un trabajo sucio bien pagado, y su desprecio no era más que ruido de fondo.

- Viene a visitar a los cuatro a la vez, escupió el guardia, con un tono acusatorio.

- ¿Qué lazos la unen a esos criminales?. Terminé de completar la planilla y se la devolví con frialdad. "

- Eso no es asunto suyo. Entregué mis pertenencias, pasé por el escáner de seguridad y recibí el pase que me permitía acceder al área de visitas. Me escoltaron hasta un salón privado reservado para visitas especiales, dejando atrás al guardia mascullando veneno. Antes de entrar, me detuve un instante frente a la puerta cerrada. Espero que cada uno haya cumplido con su parte, pensé, preguntándome dónde estaría Terry en ese preciso instante. ¿Habrá desatado el caos? Con renovada determinación, abrí la puerta y me adentré en el salón. El silencio se desplomó sobre la habitación como una guillotina. Dos de los hombres que, hasta hacía un instante, cuchicheaban animadamente, enmudecieron de golpe. ¿Qué carajo está pasando aquí?Pensé.

"Esto era un puto caos hirviendo a fuego lento en mi cabeza. Una sinfonía de dudas y temores que amenazaba con desbordarse. Negué lentamente, tratando de sofocar el incendio. Estaban tan cerca que podía oler el miedo, la desesperación y la mugre impregnada en cada rincón de la prisión. Me importaba una mierda. Avancé con la determinación de un verdugo, sin mostrar una sola grieta. Me dejé caer en la silla asignada, ignorando la cortesía. Que se jodan. Nadie se molestó en levantarse, así que tomé la iniciativa con una sonrisa que era una daga.

-'Un placer conocerlos', solté, con un tono casual que apenas disimulaba el desprecio. El silencio era un muro. ¿Nadie tenía nada que decir? Qué patético. Con una burla que era un desafío, pregunté:

- ¿Cómo se sobrevive aquí dentro?' El tipo de pelo negro, el líder de esta jaula, escupió las palabras con veneno.




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