Un amor oscuro y perverso

7 Desconfianza entre nosotros

AUDREY CAMPBELL

La misma trampa no me atrapa dos veces.

Alexa dejó de teclear y se acercó a mí, con el ceño fruncido. Como si su opinión fuera relevante.

—¿Qué has encontrado? —preguntó, con su voz cargada de impaciencia. Como si tuviera derecho a saberlo.

—Creo que hay un mensaje oculto en la tinta —dije, señalando el pequeño punto en la carta de Terry—. Necesito que lo analices.

Alexa tomó la carta y la examinó con un microscopio portátil que siempre llevaba consigo. Una herramienta que considero poco eficaz. Después de unos minutos, levantó la vista, con los ojos muy abiertos.

—Tienes razón —dijo, con voz suave como si le emocionara un poco—. Hay otro tipo de tinta aquí. Es invisible a simple vista, pero puedo verla con luz ultravioleta.

—¿Qué dice? —pregunté, conteniendo la respiración. Como si realmente me importara.

Alexa volvió a mirar la carta, con los ojos fijos en el mensaje oculto.

—Dice... "La verdad está más cerca de lo que crees".

Solté un bufido lleno de ira. ¿Qué significaba eso? ¿Quién se creía ese imbécil para hacerme perder el tiempo?

Terry se acercó a nosotros, con el rostro serio. Cansado de todo esto.

—¿Qué está pasando? —preguntó, su voz apenas un susurro.

—Hay un mensaje oculto en tu carta —le dije—. Dice que la verdad está más cerca de lo que creemos.

Terry se quedó callado, con los ojos fijos en la carta. Luego, levantó la vista y nos miró a Alexa y a mí, con una expresión de desdén. Predecible.

—No sé de qué están hablando —dijo, con voz seca—. Que conste que Yo no sé nada de esto.

—¿Estás seguro? —preguntó Alexa, su voz cargada de sospecha—. Porque si nos estás mintiendo, Terry, te juro que...

—¡No les estoy mintiendo! —gritó Terry, con voz cansada—. ¡Se lo juro!

No sabía a quién creer. ¿Estaba Terry diciendo la verdad? ¿O estaba ocultando algo? ¿Podría ser posible que él estuviera trabajando en secreto? Me daba igual descubrirlo.

De repente, la luz se fue. La habitación quedó sumida en la oscuridad.

Mierda otra vez, ya esto me estaba irritando. Mi paciencia tenía un fin y estaba a punto de explotar.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Alexa, con voz tensa. Como si la situación no fuera ya suficientemente irritante.

—Se ha ido la luz —respondí, harta de todo esto mientras recordaba que había dejado la linterna en la mesa—. Esto no me gusta para nada.

—No lo sé —dijo Alexa—. A mi tampoco me gusta esto. Ya éramos dos.

De repente, oímos un ruido. Un ruido suave, casi imperceptible, que venía de fuera de la habitación.

—¿Qué ha sido eso? — pregunto Terry alerta al sonido — Creo que sean obsesionado con nosotros.

— pienso lo mismo —dije—. Pero creo que deberíamos averiguarlo. Como si tuviéramos otra opción.

Toqué el hombro de Alexa.
— Sacala y dámela y después apaga el celular.

Alexa movía su mano alumbrado con el celular buscando en un cajón hasta encontrarla. Cogió su arma entregándomela. Me dirigí hacia la puerta. Alexa y Terry me siguieron de cerca. Mis ojos se movían mirando todo el lugar aunque estuviera oscuro. Abrí la puerta con cuidado y salí al pasillo.

El pasillo estaba oscuro y silencioso. No se veía nada. No se oía nada. Un silencio que me crispaba los nervios.

— Quien sea que esté ahí le voy a volar la cabeza.

Nadie respondió. Cobardes.

De repente, una figura surgió de la oscuridad. Una figura alta y delgada, vestida de negro. Una sombra más en esta farsa.

—¿Quién eres? —pregunté, apuntando mi arma hacia la figura.

La figura no respondió. Simplemente se quedó allí, de pie en la oscuridad, observándonos. Como un depredador acechando a su presa.

Entonces, la figura sonrió. Una sonrisa fría y despiadada. Demasiado confiada.
No pienso perder mi tiempo haciendo pregunta voy a acabar con esto ahora.

La electricidad regreso, la figura dio un paso hacia la luz, revelando su rostro. Era una chica estúpida que se había metido en nuestra casa, no me importaba iba a matarla moví mis dedos cerca del gatillo.

—No la mates .—exclamó Alexa, sintiendo un alivio repentino.

— Ella es Elise la chica que me dio información sobre los otros chicos y la encargada de nuestra paga.

Claro, ella era familiar de unos de esos sujetos la que nos contrato para este asqueroso plan.

— Concuerdo no me gustaría que me mataras ahora.

Permanecí en silencio, observándola con cautela. No la conocía, y algo en su actitud me generaba desconfianza. Demasiado fácil.

—¡Me has asustado de muerte! —dijo Alexa, con voz temblorosa.

—Lo sé —dijo la chica riendo—. Era la idea.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó Terry, con una mezcla de desconfiansa. Creo que teníamos el mismo presentimiento.

—Solo quería gastaros una broma —respondió, encogiéndose de hombros—. Vi que se había ido la luz y pensé que sería divertido asustaros un poco.

—¿Divertido? —dijo Terry, con voz incrédula. Molesto por su actitud.

—Lo siento —dijo, riendo—. Pero tenéis que admitir que ha sido gracioso.

Suelto una risa cargada de ironía, una mueca que apenas disimula mi furia.

— ¿Gracioso?, dije, con veneno en la voz. ¿Quién te crees que eres para irrumpir en nuestra puta casa? Me acerco, el arma en mi mano temblando ligeramente, pero aún apuntando.

— Creo que deberías relajarte, dice, sus ojos eran azules unos que se me hacían familiares, su sonrisa no se le borraba del rostro. Una sonrisa que me irritaba.

Me dirijo a la intrusa, la sombra de una sonrisa cruel dibujándose en mis labios.

— ¿Crees que esto me va a asustar? Porque no te falta mucho para que te vuele la cabeza aquí mismo. Me vale una mierda todo. Vuelves a meterte aquí, o a intentar una estúpida broma, y te juro que no verás la luz del día. Y no me va a importar una mierda quién seas, porque ya te lo advertí.

— Oye, creo que deberías calmarte un poco. Ella es importante en este plan. Dice Alexa. Siempre intentando ser la mediadora.




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