DESCONOCIDO
"Cada lágrima que intentaron hacerme verter se convirtió en confeti para mi celebración. Bienvenidos al circo de mi venganza, donde el dolor es el espectáculo y yo, la estrella"
Fecha : 17/07/2018
Hora: (6: 30 pm)
En el silencio polvoriento del cuarto tras el escenario, me enfrento a mi reflejo en el espejo. El disfraz de payaso es una máscara grotesca, una burla a la alegría que me arrebataron. Bajo la pintura, mis ojos arden con una rabia fría y calculada. Respiro hondo, sintiendo la tensión en cada músculo, preparándome para la función macabra.
-Esto es por ti, susurro, mi voz cargada de un odio que creí haber sepultado. Por lo que nos hicieron. Prometo que pagarán con creces. Una sonrisa cruel se extiende por mis labios pintados. Me dirijo a mi reflejo, con una mirada que traspasa el cristal: Prepárate. Esta noche, el circo se convertirá en su infierno personal.
Al salir al escenario, el hedor familiar del circo me abofetea con su crudeza. Serrín, sudor rancio, animales enjaulados... y un sutil, casi imperceptible, aroma a sangre que solo yo puedo detectar. Es el preludio de la venganza que está a punto de desatarse. Las luces brillantes me ciegan por un instante, pero pronto me adapto, escudriñando al público reunido. Sus rostros son una masa indistinguible, una mezcla de anticipación y curiosidad. Ignoran la pesadilla que les espera.
La música estridente y fuera de tono me taladra los oídos, una cacofonía de risas falsas y gritos reprimidos. Es una parodia de la felicidad, una burla cruel. Siento la suavidad del disfraz de payaso contra mi piel, una ironía que me reconforta. Bajo la máscara, mi rostro permanece impasible, ocultando la tormenta que se desata en mi interior. El metal frío de la herramienta que llevo oculta bajo mi manga me da seguridad. Pronto, la viscosidad cálida de la sangre reemplazará esta frialdad.
Cada detalle, cada sonido, cada olor, alimenta mi determinación. Este circo, esta noche, será el escenario de mi venganza.
Tres atracciones listas para ser usadas, tres juegos mortales listos para brillar con luz propia.
El "Pozo de los Deseos" se alza ante mí, una boca oscura y amenazante que promete ilusiones, pero que solo ofrece muerte. El agua turbia y estancada refleja mi rostro distorsionado, una máscara de locura bajo la pintura de payaso. En el fondo, puedo vislumbrar el brillo aceitoso de sanguijuelas hambrientas y el movimiento sigiloso de arañas venenosas, aguardando su momento para atacar. Es un caldo de cultivo de pesadillas, un reflejo de la oscuridad que carcome mi alma.
Extiendo las manos, realizando un movimiento teatral, como si conjurara la magia que está por venir.
-¡Damas y caballeros, niños y niñas! -exclamo con una voz melodiosa y exagerada, una burla a la alegría genuina-. ¡Bienvenidos al circo de los sueños, donde cada deseo... y cada ilusión... se harán realidad! La multitud enloquece al escuchar esas simples palabras, ajenos al horror que les aguarda.
-Como pueden ver a la derecha, ¡tenemos el Pozo de los Deseos, donde sus sueños más profundos... o sus peores pesadillas... se harán realidad! -Una risa hueca y estridente escapa de mis labios pintados, resonando en la carpa como un presagio funesto.
-Esta noche, tendrán el privilegio de presenciar tres actos extraordinarios, ¡tres juegos que desafiarán su imaginación y pondrán a prueba su valentía! -Recorro con la mirada al público, deteniéndome en los tres objetivos principales: mis primos. Sus rostros reflejan una mezcla de curiosidad y arrogancia, ignorantes de la pesadilla que está por desatarse. Pronto, el terror borrará esa sonrisa de suficiencia.
-Y para comenzar esta noche inolvidable, necesito un valiente voluntario que esté dispuesto a sumergirse... ¡en el Pozo de los Deseos! La gente se alza gritando, ansiosa por ser elegida, sin sospechar la oscuridad que les espera. Levanto la mano, señalando a mi primera víctima, uno de mis objetivos. Su rostro es una máscara de estupidez y vanidad.
-¡Tú, mi querido amigo! ¿Te atreves a unirte a mí en esta aventura mortal?
El idiota acepta, con una sonrisa engreída. Dos guardias corpulentos lo escoltan hacia el pozo, mientras la multitud aplaude con entusiasmo, celebrando su propia ignorancia. No saben que están presenciando el inicio de una pesadilla que los consumirá a todos. La primera función está a punto de comenzar.
-Este juego es simple, mi querido amigo -digo con una voz dulce y engañosa, como la serpiente que tienta a su presa-. Solo debes pedir un deseo... un deseo puro, nacido de lo más profundo de tu corazón. ¿Estás seguro de que eres capaz de tal pureza? Lo miro a los ojos, sabiendo que solo encontraré arrogancia y estupidez, un reflejo de su alma corrompida.
El idiota asiente, con una sonrisa engreída, sellando su destino.
-Por supuesto -responde-. Soy la persona más pura que conozco.
El público aplaude, ajeno a la ironía que pende sobre sus cabezas como una espada.
-¡Excelente! -exclamo a través del micrófono, mi voz resonando con una falsa alegría-. Pero antes, necesitamos crear la atmósfera adecuada. ¡Demos la bienvenida al gran mago de esta noche, que nos transportará a un mundo de ilusión, Marcos!
Un hombre disfrazado de mago entra al escenario, con una capa brillante y una varita mágica. Es un farsante, por supuesto, pero el público, embelesado por la promesa de lo extraordinario, permanece en la ignorancia.
-¡Queridos espectadores! -anuncia el mago con una voz teatral, un eco vacío de autenticidad-. Todo lo que verán a partir de ahora será una ilusión, un reflejo de lo que llevan en su corazón. ¡Prepárense para ser sorprendidos!
El mago agita su varita y, al mismo tiempo, hago una señal secreta. Una niebla espesa comienza a rodear el pozo, ocultando su verdadera naturaleza, envolviéndolo en un velo de misterio y muerte.
-Recuerden -dice el mago, su voz adquiriendo un tono hipnótico-, sus ojos son las ventanas del alma. ¡Verán lo que su corazón les permita ver!
Me acerco a mi primo, guiándolo hacia el borde del pozo, disfrutando cada segundo de su inminente perdición.
-Ahora, cierra los ojos y pide tu deseo -le digo, mi voz un susurro cargado de veneno.
El idiota obedece, cerrando los ojos con una expresión de concentración, ajeno al abismo que se abre bajo sus pies. Se inclina sobre el pozo, listo para susurrar su patético deseo.
-¡Creo que te equivocaste! -exclamo, mi voz convertida en un latigazo de puro odio, empujándolo con fuerza al agua helada.
Él grita, sorprendido y aterrorizado, la máscara de arrogancia hecha añicos. Intenta nadar, pero algo lo arrastra hacia abajo, hacia la oscuridad que lo reclama.
-¿Qué está pasando? -grita el público, confundido, aferrándose a la idea de que todo es un truco.
-¡Es solo una ilusión! -respondo con una sonrisa maliciosa, saboreando su ignorancia-. ¡Están viendo lo que su corazón les permite ver, la fantasía que ansían!
Pero la verdad se retuerce en las profundidades del pozo, donde sanguijuelas y arañas venenosas se ceban en la carne de mi primo, chupando su vida y mordiendo su alma. Él grita de dolor, pero su voz se ahoga en la turbidez del agua, silenciada por mi venganza.
Lo empujo hacia abajo con mi pie, impidiéndole escapar de su destino.
-¡No creo que hayas entendido las reglas del juego! -le digo, mirándolo fijamente, disfrutando de su agonía.
La sangre tiñe el agua, transformándola en un espejo oscuro de su propia corrupción. Los animales en el fondo del pozo se unen al festín, devorando su carne con avidez, borrando todo rastro de su existencia. El circo nunca ha sido tan entretenido, tan... justo.
De repente, un hombre idéntico a mi primo aparece en el escenario, sonriendo y saludando al público, ajeno a la carnicería que ha tenido lugar. Es el doble que contraté, un peón en mi juego de venganza, dispuesto a todo por un puñado de monedas.
-¡Increíble! -exclama el público, aplaudiendo con entusiasmo, ciegos ante la verdad-. ¡Qué truco tan asombroso!
Respiro hondo, sintiendo el olor dulce del algodón de azúcar mezclado con el hedor metálico de la sangre. Es una combinación nauseabunda, pero me llena de una energía oscura, una fuerza imparable que me impulsa hacia adelante.
Camino al escenario, aferrando el micrófono como si fuera un arma.
-¡Y ahora, damas y caballeros! -anuncio con una voz melodiosa, una máscara de alegría que oculta mi sed de venganza-. ¡Es hora de presenciar el segundo acto de esta noche inolvidable: La Caja Mágica!
Una caja alta y estrecha se alza en el centro del escenario, como un sarcófago vertical esperando a su ocupante. Su interior está revestido de espejos distorsionados que reflejan la imagen de la víctima en mil fragmentos retorcidos, una premonición de la desintegración que le espera.
Cuando la víctima entre en la caja, pisará una plataforma oculta que activará un mecanismo infernal, sellando su destino en un instante.
Dentro de la caja, cuchillas afiladas como guillotinas descenderán sobre la víctima, desmembrando su cuerpo en múltiples pedazos, reduciéndolo a una masa informe.
Sin embargo, la magia oscura que impregna la caja ocultará la carnicería a los ojos del público, manteniendo la ilusión de normalidad. En un instante, la caja se reconfigurará, volviendo a su forma original como si nada hubiera ocurrido. La sangre desaparecerá, los miembros cercenados se reensamblarán, y la víctima volverá a estar completa... al menos en apariencia. Pero cuando abran la caja, revelarán el horror que se esconde en su interior: un cuerpo mutilado, un testimonio silencioso de mi venganza.
A la izquierda, la atracción aguarda, lista para brillar con un resplandor carmesí. Recorro con la mirada al público, buscando a mi próxima víctima, el siguiente peón en mi juego macabro. Mis ojos se detienen en uno de mis otros objetivos, un hombre aún más arrogante y despreciable que el primero, con una sonrisa de superioridad grabada en su rostro.
-¡Tú! -exclamo, señalándolo con el dedo, disfrutando de su confusión-. ¡Ven aquí! ¡Te necesito para este truco!
El idiota se levanta, con una sonrisa engreída, caminando hacia el escenario, sin sospechar el horror que le espera, sin saber que está caminando hacia su propia tumba.
Mientras tanto, el público aplaude emocionado, listo para presenciar este gran espectáculo, ajeno a que el destino de estas tres personas ya está sellado, escrito en las estrellas de mi venganza.
-¡Y ahora, permítanme explicar en qué consiste este truco! -digo, señalando la caja de madera decorada con símbolos extraños, cada uno de ellos un presagio de la muerte que aguarda en su interior-. La Caja Mágica es un portal a otra dimensión, un lugar donde la realidad se distorsiona y los sueños se hacen realidad... o las pesadillas se vuelven tangibles, cobrando vida para atormentar a aquellos que se atreven a cruzar su umbral.
-¡Y ahora, damas y caballeros! -anuncio con una sonrisa maliciosa, disfrutando de su anticipación-. La Caja Mágica se alza ante mí, una trampa mortal disfrazada de ilusión, un sarcófago esperando a su próximo inquilino. Los símbolos grabados en su superficie pulsan con una energía oscura, invitando a la víctima a entrar en su abrazo letal, prometiendo una experiencia inolvidable... en el peor sentido de la palabra. ¡Es hora de presenciar el truco más asombroso de la noche: La Caja Mágica!
Mi segundo objetivo se acerca a la caja, con una mirada arrogante y desconfiada, sin saber que está a punto de enfrentarse a su peor pesadilla, a los demonios que acechan en lo más profundo de su alma.
-Pero antes de comenzar, debo explicar las reglas del juego -continúo, mi voz adquiriendo un tono hipnótico-. Nuestro valiente voluntario deberá permanecer completamente quieto y en silencio dentro de la caja. Recuerden, todo lo que verán a partir de ahora será una ilusión, un producto de su imaginación, una proyección de sus miedos más profundos. ¡Así que abran sus mentes y prepárense para ser sorprendidos... hasta la médula!
Mi inútil y despreciable primo me mira con desdén, creyendo que puede desafiar mi poder.
-No me asustan tus trucos baratos -dice con una voz engreída, sellando su destino con cada palabra.
La multitud vuelve a enloquecer al escuchar sus palabras, sin saber que están presenciando los últimos momentos de su vida.
-¡Oh, pero este truco es diferente! -respondo con una sonrisa maliciosa, saboreando su arrogancia-. Este truco te mostrará la verdadera naturaleza de tu alma, la oscuridad que has intentado ocultar durante tanto tiempo.
Lo guío hacia la caja y lo ayudo a entrar, saboreando cada segundo de su inminente perdición. Cuando el idiota de mi primo entra en la caja, siento una oleada de anticipación, una euforia oscura que me embriaga. Sé que está a punto de experimentar un dolor inimaginable, un terror que lo perseguirá hasta el último de sus días... si es que llega a tener alguno.
-¡Ahora, cierra los ojos y relájate! -le digo, mi voz un susurro cargado de veneno-. ¡Y prepárate para experimentar lo inimaginable, la verdadera naturaleza del horror!
Cierro la puerta con una sonrisa maliciosa, sellando su destino, encerrándolo en su propia pesadilla. En el interior, las cuchillas afiladas esperan mi señal, ansiosas por desatar su furia. El público contiene la respiración, esperando el inicio del truco, ajeno a la carnicería que está a punto de desatarse.
-¡Que comience la masacre! -grito con una voz estridente, mi voz resonando en la carpa como un trueno-. ¡Es hora de ver el espectáculo, el clímax de mi venganza!
Él está dentro de esa caja, temblando en la oscuridad, escuchando su propia respiración, el tic tac de su muerte inminente. No sabe lo que le espera, la sinfonía de dolor que está a punto de comenzar.
-¡Pero antes de comenzar, necesito su ayuda! -digo, dirigiéndome al público, manipulándolos como marionetas-. ¡Contemos juntos! ¡Del tres al uno!
-¡Tres! -grita el público, emocionado, participando en su propia perdición.
-¡Dos! -respondo, sintiendo el poder de la multitud, la energía oscura que fluye a través de mí.
-¡Uno! -gritan todos al unísono, desatando el infierno.
Con un movimiento de mi mano, rápido y preciso, activo el mecanismo y la caja cobra vida, transformándose en una máquina de tortura.
Escucho los gritos ahogados de mi primo, el sonido de su carne siendo desgarrada, el crujido de sus huesos al romperse. Es una sinfonía de sufrimiento que me llena de un placer indescriptible, una catarsis que lava mi alma. El olor a hierro y sangre me llena las fosas nasales, excitando mis sentidos, embriagándome con el aroma de la venganza.
Pero el público no puede ver nada de esto. Para ellos, todo es un truco, una ilusión, una fantasía inofensiva. No saben que están presenciando una masacre en tiempo real, un sacrificio en el altar de mi venganza.
Cuando abro la caja, revelo el horror que se esconde en su interior: un cuerpo mutilado, un festín para los gusanos, una obra de arte macabra. Sus órganos internos se derraman sobre el suelo, mezclándose con la sangre, creando un mosaico grotesco de mi venganza, mi obra maestra, mi legado.
-¡Es solo una ilusión! -grito, con una sonrisa maníaca que revela mi verdadera naturaleza-. ¡Están viendo lo que su corazón les permite ver, la mentira que se aferran a creer!
Pero sé que, en el fondo, saben la verdad. Saben que lo que acaban de presenciar es real, que la muerte ha rondado este escenario y que nadie está a salvo.
Cierro la caja rápidamente, ocultando la carnicería, protegiendo su frágil realidad. Dos asistentes arrastran la caja fuera del escenario, llevando consigo los restos de mi venganza, mientras yo me preparo para el truco final, el golpe maestro que sellará su destino.
-¡Y ahora, damas y caballeros! -anuncio con una voz melodiosa, una máscara de alegría que oculta mi sed de sangre-. ¡Para demostrarles que todo esto es solo un truco, una fantasía inofensiva, haré aparecer a nuestro valiente voluntario de nuevo!
Un doble del segundo primo aparece en el escenario, sonriendo y saludando al público, ajeno a la carnicería que ha tenido lugar. La multitud enloquece, aplaudiendo y vitoreando, cegada por la ilusión.
-¡Increíble! -gritan-. ¡Qué mago tan asombroso, qué truco tan espectacular!
Pero yo sé la verdad. Sé que él está muerto, que su cuerpo yace mutilado en algún lugar, y que su alma está ardiendo en el infierno, consumida por mi venganza.
Tras el impactante truco de la Caja Mágica, anuncio un breve intermedio de 15 minutos, permitiendo que la tensión se acumule, que el miedo se filtre entre el público. Mientras el público comenta el espectáculo, maravillado y aterrorizado, una cortina de humo desciende sobre el escenario, ocultando la verdad, protegiendo su inocencia. En medio de la confusión, los asistentes se apresuran a limpiar la sangre y retirar los restos del desafortunado voluntario, borrando toda evidencia de mi crimen.
En la multitud, el último primo observa con una mezcla de incredulidad y fascinación, dividido entre la lógica y el horror. A pesar de lo que ha presenciado, aún se aferra a la idea de que todo es un truco, una elaborada ilusión, negándose a aceptar la oscuridad que se cierne sobre él. No sabe que su destino está sellado, que es el siguiente en caer.
Mientras tanto, detrás del escenario, me preparo para el acto final, sintiendo el peso de la venganza sobre mis hombros. Mis manos tiemblan de excitación, de anticipación, de locura. La venganza está cerca, puedo saborearla en el aire.
¿Podrá el último de mis primos escapar de mis garras? ¿Será capaz de desentrañar la verdad detrás de la ilusión, o sucumbirá ante la oscuridad que he desatado en el circo, convirtiéndose en la última víctima de mi venganza?
Fin de la primera parte...
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