AUDREY CAMPBELL
"La vida está llena de sorpresas, algunas agradables, otras... no tanto. Pero todas esconden secretos y misterios, esperando ser descubiertos por aquellos lo suficientemente audaces... o desesperados."
Al cruzar la puerta, el aire espeso me golpea como un sudario de polvo y óxido. El olor, acre y metálico, se clava en mis fosas nasales, como el fantasma de sangre vieja y promesas traicionadas. Bajo mis botas, el suelo cruje con cada paso, una letanía de cristales rotos y madera carcomida. La luz, filtrándose a través de las ventanas tapiadas, dibuja sombras grotescas que danzan a mi alrededor, transformando cada rincón en un laberinto de pesadillas. Un silencio sepulcral me envuelve, solo roto por el lejano gemido del viento, colándose entre las rendijas de la fachada, como el lamento de un alma en pena. Pienso en todo lo que ha pasado para llegar a este momento, en todo lo que podría salir mal. Siento la adrenalina helada correr por mis venas, mezclada con el presentimiento de que estoy a punto de cruzar un umbral peligroso. Este lugar... este lugar guarda secretos.
De pronto, una mano se posa en mi hombro, sobresaltándome. Aparto esos pensamientos de golpe, girándome para encontrar a Alexa.
—¿En qué piensas tanto? —pregunta, con una sonrisa que no llega a sus ojos.
Me encojo de hombros, restándole importancia.
— Nada importante. Pero en el fondo, sé que este lugar nos está observando.
Miro a mi alrededor. Las paredes, cubiertas de grafitis descoloridos y desconchones de pintura, susurran una historia de abandono y pecados olvidados. El suelo, sembrado de escombros y maquinaria oxidada, es un laberinto de trampas y secretos. A pesar del peligro, una extraña sensación de familiaridad, casi inquietante, me invade.
—Ay, extrañaba este lugar —dice Alexa, con una risita que se pierde en el eco metálico.
—Claro —respondo, con un hilo de voz. Nuestro mejores secreto estaban firmados aquí.
Terry pasa frente a nosotras, rozándonos al caminar.
—Yo he venido aquí muy seguido —dice, sin detenerse, como si confesara una adicción. Era el único que venía... Era el único que tenía más misión es de las que encargarse.
Sigo caminando, sorteando montones de polvo y escombros, hasta llegar a una trampilla oculta bajo una pila de escombros. Alexa se detiene frente a ella, inspeccionando el panel de seguridad con una destreza inquietante. Con movimientos rápidos y precisos, introduce una clave en el teclado. Un click metálico confirma que la trampilla se ha abierto, liberando un hedor a encierro y muerte.
En ese instante, los relojes de todos parpadean con una luz roja intensa, como un presagio. Una alarma silenciosa, solo perceptible para nosotros, grita que alguien ha profanado este santuario. Sin dudarlo, abro la trampilla y desciendo por una escalera de metal hacia el cuarto subterráneo, sintiendo que me adentraba en las entrañas de la bestia.
Al bajar por la escalera de metal, el aire se vuelve más denso y frío, cargado de presagios. El olor a humedad y metal impregna el ambiente, mezclándose con un aroma sutilmente dulce, casi nauseabundo, como flores marchitas sobre una tumba. Las paredes, revestidas de acero, reflejan la tenue luz de los focos, creando sombras alargadas y retorcidas que danzaban a mi alrededor, burlándose de mi cordura. Estanterías repletas de armas de fuego de todo tipo se extienden hasta donde alcanza la vista: rifles de asalto, pistolas, escopetas, cada una brillando con la promesa de violencia y destrucción. En vitrinas de cristal, cuchillos y dagas de formas exóticas descansan sobre terciopelo negro, como trofeos de un pasado sangriento. En el centro de la sala, una mesa de operaciones cubierta de instrumentos quirúrgicos, esperando su próxima víctima. El silencio es absoluto, solo roto por el leve zumbido de los generadores que alimentan el lugar, un latido artificial en el corazón de la oscuridad. Este no es solo un arsenal, es un templo de la muerte.
Camino hacia una de las estanterías, examinando las pistolas. Están en un estado impecable, relucientes y listas para segar vidas. Las toco con cuidado, sintiendo la frialdad del metal bajo mis dedos, recordando cuánta sangre se ha derramado por su causa. Pienso en las vidas que estas armas han segado, en el propósito oscuro para el que fueron creadas, eran demasiadas para recordarlas a todas.
Alexa se deja caer en la mesa de operaciones, extendiendo dos grandes planos frente a ella, como si estuviera a punto de diseccionar un cadáver.
— Estos son los planos de la prisión, dice, con un tono de voz serio y concentrado. dejo el arma que estaba inspeccionando y camino hacia la mesa. Terry deja lo que estaba haciendo y también se acerca. Se quedan de pie, rodeando la mesa, examinando los planos.
Los planos muestran la distribución de la prisión, detallando la ubicación de los cuartos, las celdas y los pasillos. Se puede ver que cada celda alberga a varios prisioneros. En cada celda, uno de los prisioneros está acompañado por otras dos personas.
Alexa extiende el plano de la prisión sobre la mesa de operaciones. La luz de los focos se refleja en el papel, revelando la intrincada distribución de las celdas y los pasillos. Audrey y Terry se inclinan sobre la mesa, examinando el plano con atención.
— Aquí es donde están, dice Alexa, señalando un grupo de celdas en el plano. Celda A-12, A-14 y A-16. Cada uno comparte celda con otros dos prisioneros.
Terry frunce el ceño.
— ¿Y cómo vamos a sacarlos sin alertar a todo el mundo?, porque la última vez…
Alexa se tensa visiblemente.
— Ahí es donde entran las bombas de distracción, responde Alexa. Las lanzaremos en puntos estratégicos para crear confusión y desorientación. Al mismo tiempo, provocaré un apagón controlado. Tendremos exactamente 10 minutos: 5 para entrar y llegar a las celdas, y 5 para salir con nuestros contactos antes de que la seguridad se restablezca por completo.
Terry asiente.
— Yo me encargaré de desactivar las cámaras de seguridad en el pasillo principal. Alexa, necesito que manipules el sistema de control de puertas para que podamos acceder a las celdas sin problemas.
Alexa sonríe con confianza.
— Eso ya está hecho. He preparado un programa que anulará los códigos de seguridad durante el apagón. Cuando la luz vuelva, la seguridad estará bajo mi control. Nadie podrá entrar ni salir sin mi autorización.
exhalo lentamente.
— Todo tiene que ser perfecto. No podemos permitirnos el más mínimo error.
— Lo sé, dice Alexa, con una mirada seria. "Cada segundo cuenta. Tenemos que ser precisos, rápidos y silenciosos. Terry, asegúrate de que las cámaras estén fuera de línea en los primeros dos minutos. Alexa, necesito las puertas abiertas en el minuto tres. A partir de ahí, tenemos dos minutos para sacar a los prisioneros y llegar al punto de extracción.
Alexa nos mira con determinación. Se notaba que esta vez no iba a dejar que nada fallara.
— Bien, ya tenemos el plan general. Ahora vamos a distribuir los roles.
Alexa se dirige a Terry.
— Tú te encargarás de sacar a Aiden y a Henry. Sus celdas están cerca, así que podrás llegar a ellas rápidamente.
Terry asiente.
— Perfecto. ¿Y quién sacará a Jackson?
Me quedó en silencio por un momento, sabía lo que significaba eso, yo era la que tenía que sacarlo, No me agradaba la idea de solo pensarlo, pero no había de otra. Era el de los ojos azules o los otros dos raros.
— lo haré yo- digo sin ánimo.
Alexa asiente.
— Audrey, ya que cada celda está compartida con otras personas, tendrás que usar las bombas de humo para despejar los pasillos. Asegúrate de que todos tengan máscaras para respirar.
Asiento. — Entendido. Usaremos las máscaras.
Alexa mira con más seriedad de la necesaria.
—Y recuerden, el tiempo es esencial. Cada segundo cuenta. No podemos permitirnos el más mínimo error.
Alexa mira a Terry.
— Bien, ya tenemos el plan general. Yo me quedaré en el coche, manejando todo desde aquí.
La miró confundida.
— No sería mejor que te quedes en la casa manejando todo desde tu habitación.
Alexa niega con la cabeza.
— No, desde aquí puedo tener una visión general de la situación. Tendremos audífonos para comunicarnos, y yo los guiaré con las cámaras. Seré sus ojos, oídos y cerebro en este lugar. Ustedes solo tendrán que seguir mis órdenes.
Terry asiente.
— Perfecto, está vez todo va salir bien.
Alexa nos mira satisfecha.
— Solo recuerden que solo tenemos 10 minutos. No podemos perder el tiempo. ¿Estamos?
— Ok, miró hacia otro lado esperando el momento exacto en que ese sonido llegará a mis oídos.
El teléfono de Terry comienza a sonar, regreso mi vista a él, lo saca de su bolsillo, Alexa observa cada uno de sus movimientos, el rostro de Terry se tensa al ver lo que dice en la pantalla.
— ¿Que pasa?, la voz de Alexa lo saca de sus pensamientos.
— Creo que debemos continuar con la segunda fase.
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