AUDREY CAMPBELL
"La línea entre la víctima y el verdugo se difumina cuando el miedo nos domina."
Adentro, todos esperaban la señal, la tensión palpable como una cuerda a punto de romperse. Recordé que solo quedaba un minuto para que la electricidad regresara, un minuto que se sentía como una eternidad. De repente, la electricidad regresó, iluminando todo el lugar con una luz cegadora. ¡Era el momento!
Salimos corriendo por la puerta por la que habíamos entrado, nuestros corazones latiendo al unísono. El aire aún estaba cargado con el efecto de los aerosoles, lo que dificultaba la visión, creando una neblina fantasmal a nuestro alrededor.
Al salir, vimos una furgoneta que nos esperaba con el motor en marcha. Se detuvo de golpe frente a nosotros, chirriando los neumáticos. Elise se bajó, sonriendo, su rostro iluminado por la luz de los faros.
— ¡Lo lograron! —exclamó en tono bajo, conteniendo la emoción.
—.¡No podemos festejar todavía! —advirtió Terry, su voz tensa—. Aún no hemos terminado.
Todos subieron a la furgoneta, apresurados. Me aseguré de que el chico nuevo subiera también, guiándolo con la mano. Él se sentó en la parte de atrás, encogiéndose sobre sí mismo.
Alexa arrancó la furgoneta y aceleró, alejándonos de la prisión lo más rápido posible, dejando atrás la pesadilla de concreto y alambre de púas.
La furgoneta estaba tensa, el silencio solo interrumpido por el rugido del motor. Alexa conducía con los nudillos blancos, aferrada al volante como si su vida dependiera de ello. Tenía que deshacerme de la máscara, necesitaba aire fresco, sentir el viento en mi rostro. Miré al frente. Elise estaba en el asiento del copiloto, observándome con una mezcla de alivio y preocupación. Cuando subí a la furgoneta, mi vista estaba fija en el chico, obsesionada con la increíble similitud. Sé que es posible, pero nunca pensé que habría alguien que pudiera parecerse tanto a él.
El chico nuevo estaba encogido en el asiento trasero, su pelo rojizo brillaba bajo la tenue luz interior. Notó mi mirada persistente y solo sonrió tímidamente. Bien. No tenía su sonrisa. Todos notaron la tensión palpable en el aire, excepto quizás Alexa, absorta en la conducción.
De repente, el nombre de Alexa resonó en mi mente como una advertencia. ¡Boom! Algo hizo clic. ¡Cuando me viera, querrá matarme!
Me concentré en Terry, intentando encontrar algún consuelo en su presencia. Era el único que no me miraba directamente. Su mirada estaba fija en el chico también, lo miraba de reojo.
En ese momento, Alexa habló desde la parte de adelante, su voz gélida como el hielo.
— Bueno, ahora quiero el dinero restante en mi cuenta.
Elise respondió con frialdad, sin apartar la mirada de la carretera.
— Listo. Ya te lo acabo de depositar.
— Perfecto, dijo Alexa, con un tono que helaba la sangre. Espero no tener que volver a verlos nunca más.
— Bueno, dijo Elise, con una sonrisa forzada, al menos por esta noche, ¿podrías darnos alojamiento?
Alexa vaciló, su rostro reflejando una lucha interna. Obviamente que no.
Puedo darte una parte más de dinero, dijo Elise sonriendo, intentando negociar. Sería sospechoso que volvamos a nuestro departamento en esta furgoneta.
De seguro tenía suficiente dinero como para ofrecerlo así, pensé.
Alexa se quedó callada, pensativa, mordiéndose el labio inferior. Parecía más preocupada por la decisión que iba a tomar que por el dinero en sí. Y por lo visto tampoco iba a consultarlo conmigo ni con Terry.
— Está bien —dijo finalmente, cediendo a la presión—. Solo por esta noche.
— ¡Qué buena persona eres! —dijo Elise sarcásticamente, sin poder ocultar su desprecio. Jackson también me miraba fijamente, sus ojos azules brillando con una intensidad que no había notado antes, como si supiera algo que yo ignoraba.
El chico estaba en silencio, encogido en el asiento trasero, su mirada perdida en la oscuridad. El ambiente era tenso, cargado de electricidad. No quería hacerle ninguna pregunta por miedo a...
De repente, Ayden habló, rompiendo el silencio con su voz burlona. ¿Quién es él?, preguntó, su sonrisa ensanchándose más, como un depredador que ha encontrado a su presa. Él sabía lo que estaba haciendo, ya se había dado cuenta de la situación.
Inmediatamente, le hice una señal para que se callara, lanzándole una mirada fulminante. Todos se dieron cuenta de la tensión, del peligro inminente.
— ¿Por qué me mandas a callar? —preguntó Ayden, desafiante. Yo quería seguir hablando. Su sonrisa no se borraba de su rostro.
Alexa, con la vista fija en la carretera, respondió con un tono peligrosamente tranquilo.
— ¿A quién querías escuchar hablar?
— Ay, no te enteraste? —dijo Ayden, disfrutando del momento. Tenemos un nuevo amigo. O mejor dicho, ustedes tienen un nuevo amigo.
Resistencia, necesito resistencia para no acabar con su vida, pensé, apretando los puños.
— ¿De qué amigo hablas? —preguntó Alexa, su tono sonando intrigado, pero con un filo que cortaba el aire.
— De la persona que está sentado al lado de…
No pudo terminar la frase. Jackson le dio un leve golpe con el hombro, interrumpiéndolo. Lo cual hizo que se callara, pero su sonrisa no desapareció. Miré el reloj en mi muñeca. Ya eran las doce y diez. La furgoneta se detuvo, chirriando los frenos.
Bueno, ya llegamos —dijo Alexa, su voz irradiando un toque de felicidad que sabía que no iba a durar, que se desvanecería en el momento en que me viera.
Alexa y Elise se bajaron del auto, estirándose como si se quitaran un peso de encima. Abrí la puerta de atrás y me bajé, sintiendo el aire fresco en mi rostro. Luego se bajaron los demás, con cautela. El chico me observaba atentamente a mí y a Terry, buscando respuestas en nuestros rostros.
Siganme, es por aquí —dijo Alexa, dando la vuelta a la furgoneta hasta llegar hasta donde nosotros, y en ese momento lo supe. Todo se fue al carajo.
En ese momento, Alexa sacó su arma, apuntando frenéticamente de arriba abajo al chico, con la pistola temblándole en las manos.
—¿Qué significa esto? —gritó Alexa, su voz cargada de histeria—. ¿Quién es él?
Me quedó paralizada, sin saber qué decir.