BRAYDEN SMITH
"Un recuerdo puede ser una puerta a un nuevo comienzo, o una cicatriz que nos recuerda lo que perdimos."
Fecha: 17/7/2017
El sol doraba el cielo mientras caminábamos juntos, pintando el cielo con pinceladas de oro, naranja y rosa. La brisa cálida acariciaba nuestro rostros mientras caminábamos entre los árboles, llevando consigo el aroma dulce de la tierra húmeda y el perfume sutil de las flores silvestres. Las hojas de los árboles, de un verde intenso, se mecían suavemente con la brisa, creando un susurro relajante que acompañaba nuestra risas."
Nos detuvimos un momento para admirar el espectáculo de colores en el horizonte.
— ¡Qué bonito atardecer! -dijo Audrey.
— Sí, está relajando un poco nuestras mentes -añadí.
De repente, me vino un recuerdo a la cabeza. Estábamos en el cuarto de juegos, éramos mucho más pequeños.
— ¿De qué te ríes? -preguntó Audrey, con curiosidad.
— Nada, no se los voy a decir -respondí, sonriendo.
— ¡Tienes que decirnos! -insistió Alexa.
— Me acordé del día que conocí a Alexa -dije, con una sonrisa.
— ¡Oye, no nos cuentes esa historia otra vez! -protestó Alexa, divertida.
— ¿oye yo si quiero escucharla -dijo Terry, interesado.
— Sí, cuando estábamos en los cuartos de juegos, éramos unos mocosos -respondí.
— ¡Ay, cómo hemos cambiado! -exclamó Audrey, con nostalgia.
— Sí, yo he cambiado bastante -dije, guiñándole un ojo a Alexa.
— ¡Ay, por favor! -exclamaron Audrey y Alexa al unísono, bromeando.
Sonreí al ver a Audrey, radiante como siempre. Me siento feliz, pensé, me alegra ver que la niña que conocí hace tanto tiempo, la que estaba rota, ahora es feliz. Me alegra saber que fui parte de eso, que fui una ayuda para ella. Me alegra tenerla como amiga, como a una hermana. Apreté la mano de Alexa, sintiendo su calor. Me siento satisfecho, feliz de tener a alguien así en mi corazón, de poder amar a Alexa, esa rubia que llegó a mi vida y a quien amo tanto.
— Tu cabello rojizo está como más brillante hoy - dice Alexa, tocando mi cabello.
Movi la cabeza con una sonrisa.
— ¡Oye, no lo toques!
Alexa soltó una risita.
— Ahora parece más una zanahoria -dijo, tocándome la nariz con el dedo.
— Qué gran día fue hoy- dijo Terry
— Sí, un grandísimo día, en el que perdimos la apuesta contra ella -dije, señalando a Alexa.
— ¡Ya sabía que íbamos a ganar! ¡Te lo dije! -respondió Alexa, con una sonrisa triunfal.
Terry revolvió el cabello a Audrey, haciendo que ella lo fulmine con la mirada sonrío, el es como el hermano mayor de ella, la cuidad y protege aunque ella no se de cuenta, su mirada despreocupada. Él es mi hermano, el que siempre me entiende. Somos el mejor equipo que puede existir. Los mejores amigos, los mejores hermanos, aunque no compartamos sangre. Hoy es un gran día, todo está bien. Y eso es lo que importa.
Alexa apoyó la cabeza en mi hombro, cerrando los ojos. La miré, Ojalá estos momentos duraran para siempre. No sé qué nos depara el futuro, pero sé que juntos podemos afrontarlo todo. Pero, ¿qué pasaría si este fuera el último atardecer que vemos juntos?
— Me gustan tus ojos verdes -me susurró al oído.
Sonreí.
— Y a mí me gustas tú -le respondí.
Alexa me miró y sonrió aún más. Provocando un leve sonrojo en sus mejillas.
De verdad que sí, ya he decidido pasar el resto de mi vida con ella, No veo un futuro sin ella, Sé que ella lo sabe, se que todavía somos jóvenes pero se lo voy a decir. Se lo diré pronto...
Sentía una paz inmensa, una felicidad que me llenaba por completo.
— Deseo que siempre podamos estar así, juntos, viendo atardeceres -dije en voz alta.
Hubo un silencio, un silencio que significaba que todos pensábamos lo mismo.
— Deberíamos irnos antes de que oscurezca -dije, sintiendo que el aire se volvía más frío.
— Sí, tienes razón -respondió Audrey-. Ya está atardeciendo.
Comenzamos a caminar por el sendero. El sol se ocultaba tras los árboles, tiñendo el cielo de tonos rojizos y anaranjados. El sonido de las hojas secas bajo nuestros pies y el canto lejano de un pájaro eran los únicos sonidos que rompían el silencio. De repente, noté que mis trenzas se habían desatado. Siempre me ha gustado mantener mi apariencia ordenada, así que me agaché para volver a atarlas. Mientras mis dedos trabajaban con los cordones, una sensación de paz me invadió. Estaba feliz de estar aquí, con ellos, disfrutando de este momento.
Cuando terminé y me levanté, iba a dar un paso sentí un golpe seco en el pecho. No hubo un estruendo, solo el impacto. Caí un poco hacia atrás, sintiendo un ardor intenso que se extendía por todo mi cuerpo. Miré hacia abajo y vi la sangre brotando, tiñendo mi camisa de rojo.
— ¿Por qué te tardas? -escuché la voz de Alexa a lo lejos.
Levanté la vista y la vi. Su rostro se desfiguró al instante, sus ojos se llenaron de horror. Un grito desgarrador escapó de su garganta mientras corría hacia mí.
No... ¿por qué ahora? ¿Por qué? Este es mi final...
Sentía las lágrimas brotar de mis ojos. Alexa estaba cerca, junto a Terry y Audrey, quienes veían la sangre con horror. Escuchaba sus voces lejanas.
No quiero morir... no quiero morir aquí... no quiero dejarlos.
Alexa me tomó la mano, su agarre era débil, sus palabras entrecortadas.
— Vas a estar bien -decía, pero sabía que mentía.
Escuchaba la voz de Audrey, llorando a lo lejos.
No quiero dejar a Audrey... no quiero dejarlos a ellos... ¿Por qué la vida es tan injusta? Quería vivir más tiempo... quería ver pasar los años... quería compartir más tiempo con ellos.
No sentía mucho dolor, mi mente estaba inundada de pensamientos. Terry gritaba que iba a buscar ayuda, pero sabía que era demasiado tarde. Con un último esfuerzo, metí la mano temblorosa en el bolsillo de mi pantalón y saqué la carta. Se la entregué a Alexa. Sus manos temblaban mientras la tomaba. La carta blanca se manchaba con mi sangre.
Mientras la miraba, quería sonreír.
— No quiero dejarte... no quiero dejarte a ti... quiero estar contigo. Mi voz era un susurro débil.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Ella me limpió la sangre del rostro.
-Me gustan tus ojos verdes -susurró, con la voz quebrada.
-Y a mí me gustas tú -respondí, con dificultad.
Tomé su rostro entre mis manos temblorosas, acariciando su cabello corto. La acerqué a mí y la besé. Un beso desesperado, un beso de despedida.
-Tengo frío... siento que no puedo más...
Se quitó su chaqueta rápidamente, con cuidado, me la puso encima, abrazándome suavemente para no lastimarme. Cada lágrima que caía sobre mi rostro me dolía más que la herida.
-Siempre vas a estar bien -decía, con la voz temblorosa-. Vas a salir de esta...
No quiero dejarla así... En esa carta están todas las palabras que quería decirle, todo el amor que siento por ella. Pero ahora tendrá que leerlas...
Audrey miraba a todos lados, desesperada.
— ¡Ayuda! ¡Por favor, alguien ayúdenos!
Sentía que mis fuerzas se debilitaban. Mis ojos se cerraban lentamente.
Todo va a estar bien... vamos a salir de esto... voy a poder compartir más tiempo con ella... voy a poder pasar el resto de mi vida con Alexa...
Susurré entre mis labios:
— Te amo... Lo mejor...
Ella entendió lo que quería decir. Sabía que era una despedida.
— ¡No me dejes! -gritó, con el corazón roto.
Tal vez desde un principio tuve el presentimiento, que esta sería nuestra última vez juntos.