Un amor oscuro y perverso

Epílogo

Cuando la soga aprieta, la bestia despierta.

Un detalle crucial había escapado a mi memoria: este macabro juego debía concluir donde se originó. Y el principio de todo se gestó aquí.

Mis párpados se alzaron con lentitud, permitiendo que la oscuridad se filtrara en mi mirada. Un escalofrío me recorrió al contemplar mi compañía. Una sonrisa despiadada floreció en mis labios. Lo presentía. La danza macabra con los espectros no era tan aterradora como imaginaba.

Me incorporé con cautela, escudriñando las sombras. ¿Dónde me hallaba? Un sótano. Un laberinto subterráneo grabado a fuego en mi memoria: el santuario donde conocí los confines del dolor. Y sí, era el sótano de la casa materna. Una sonrisa espectral se dibujó en mi rostro. Tal vez el reencuentro esté más cerca de lo que creo...

¡Maldición!, exclamé, sintiendo un retortijón en el estómago. Bajé la mirada al suelo mientras deambulaba sin rumbo. Los cadáveres debían llevar tres días pudriéndose... el hedor era insoportable. La carne en descomposición... un espectáculo nauseabundo, aunque no infundía temor. El simple hecho de estar aquí... ¿podría considerarse un regreso al hogar? No, lo dudo. La idea de volver a verla... ella me helaba hasta la médula. No, no deseaba ese encuentro.

Así que me condujeron hasta este abismo. Eso significa que aquí, en este mismo lugar, se esconde el artífice de las misivas envenenadas. Al fin podré desenmascarar a ese ser despreciable... o esa arpía, qué más da. Sospecho que fue cómplice de mi madre para lograr encerrarme aquí. En fin, ¿qué remedio me queda?

Escudriñé los confines del recinto. La oscuridad reinaba sin concesiones. Solo mi sombra, mis demonios internos y mis cavilaciones me hacían compañía en este purgatorio. Ah, y los espectros, por supuesto. El aroma nauseabundo de la carne en descomposición impregnaba el ambiente, fusionándose con el polvo ancestral y la humedad penetrante. Presentía que el clímax se avecinaba... y yo sería testigo de su apogeo. El suelo, gélido y viscoso bajo mis pies desnudos, me recordaba la efímera naturaleza de la existencia. Cada paso era un sombrío presagio de la muerte que me acechaba.

¿Qué habrá sido del resto de los mortales? Apenas escape de este sepulcro, indagaré sobre su destino. Primero, debo ocuparme de ciertos asuntos pendientes, porque si creen que me dejaré morir aquí, se equivocan de cabo a rabo. No pienso rendirme. Aún me quedan cuentas por saldar, así que no se hagan ilusiones. La muerte es paciente, pero yo soy aún más perseverante. Que espere su turno.

Pero la oscuridad se despliega ante mí, revelando su verdadera esencia. Mis ojos se esfuerzan por adaptarse, aunque la tarea se antoja casi imposible. Debo permanecer cerca de este lugar, pues hay individuos que merecen mi atención... Ay, qué le vamos a hacer. El destino ha trazado este camino y no hay vuelta atrás. Pretenden acorralarme, pero no lo conseguirán. No conmigo.

La oscuridad me envuelve, pero en su seno descubro una extraña claridad. Mis enemigos creen que estoy derrotada, pero ignoran la furia que arde en mi interior. Cada paso que doy en este infierno es una promesa de venganza.

Pronto, muy pronto, comprenderán que jugar conmigo fue su peor error.

Al final, muchas de las historias que contaron eran meras invenciones. Un cúmulo de ilusiones. Un laberinto de secretos esperando ser desentrañados...

Porque, después de todo, he estado mintiéndoles...

Este juego ha de empezar, las mentiras ya quieren reinar.

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