Aidan y Cian se toman las manos para caminar juntos. Yo sonrío como la tía tonta y babosa que soy por sus sobrinos de un año que están aprendiendo a caminar.
A pesar de ser pequeños, los dos tienen personalidades muy marcadas. Aidan es más simpático y sociable que su gemelo. Mientras que Cian desconfía bastante de las personas que intentan acercarse.
Ni siquiera cuando su hermano abre los brazos para saludar a cualquier persona que le brinde atención, se acerca.
No hay dudas que Aidan es como Arizona y Cian tiene mucho de Troy, aunque en el físico son copias de su padre o eso dice su abuelo paterno.
—Eso es, vengan con la tía April.
Los dos llegan hasta mí, los felicito y aplauden emocionados por mis felicitaciones. Aidan se queda aferrado a mi mano mientras que Cian se suelta y por su sonrisa no necesito voltear para saber que mi hermana o su esposo se están acercando.
Me incorporo con Aidan en brazos y sonrío a mi hermana y cuñado. El segundo toma en brazos a su pequeño.
Arizona tenía miedo de confundirse de hijos, pues los dos son idénticos, pero no lo ha hecho ni cuando utilizan la misma ropa, aunque ella quiere que cada uno tenga su propia identidad y evita vestirlos a los dos iguales.
Mi cuñado Zeke y su esposa Nebraska no saben distinguir un gemelo del otro. Él se hace lío y ella logra identificarlos después de un rato. Por suerte su hija Angie sí puede identificarlos de inmediato y los adora.
—¿Cómo se han portado?
—Muy bien. Cian quiso arrancar las flores de mamá, pero lo detuve a tiempo.
El aludido señala las flores y su madre besa su mano.
—Definitivamente no salieron a mí—exclama Arizona riendo—. Yo habría hecho el jardín una montaña de tierra con flores destrozadas. A este punto no sé que sacaron de mí. Todo parece ser de Troy, hasta el género.
—Los dos son solidarios. Ayer cuando Angie se tropezó y cayó, los dos fueron a consolarla. Recuerdo que tú hacías eso—exclama Nebraska apareciendo con Zeke—. También comparten la comida y tú eras así. Aidan tiene más de ti que Cian, pero puedes sentirte orgullosa, Ari.
Eso deja feliz a Arizona.
—Feliz cumpleaños a los pequeños. Ya un año—dice Zeke y Cian señala los regalos que este tiene en sus brazos—. Sí, estos regalos son para ti y tu hermano—Zeke pasea la mirada entre los gemelos—. ¿Cuál es cuál? —pregunta.
—Me ofende que no sepas distinguir a mis hijos, tuga. —le dice Arizona riendo.
Aidan me pide bajar, lo dejo en el piso y camina hacia Zeke. Algo que tienen en común es que aman los regalos. Con la diferencia que Cian no se acerca demasiado.
—Amor, el que está en brazos de Troy es Cian y el que te está tocando las piernas pidiendo su regalo es Aidan. ¿Es así? —cuestiona Nebraska paseando la mirada.
—Sí—responde Troy—. Zeke, Aidan es el que se te acerca sin problemas y Cian es el desconfiado que te mira dos veces antes de acercarse—ríe Troy dejando en el suelo a Cian—. No te sientas mal. Max tampoco sabe cual es cual.
—Él ni se molesta en saber cual es cual. Los llama mocoso uno y dos. —informa Arizona.
Pongo los ojos en blanco.
Max no me agrada. Él y yo no nos llevamos bien. Apenas nos vemos y cuando lo hacemos nos ignoramos o intercambiamos algunas palabras cordiales y distantes.
Él es de lo cree que siempre tiene la razón y que lo que sucede es culpa de los demás y no asume sus errores. Yo soy todo lo contrario.
Entiendo que se haya cerrado al amor tras haber sido dejado por su ex prometida y que esta se casara con un amigo, pero no creo que sea bueno que se aferre a ese sentimiento de rencor y odio que solo lo consume a él.
Observo a mis dos hermanas, ambas sonrientes con sus hijos y sus esposos, deseando algún día tener una familia igual de bonita que la de ellas.
Zaira, la hermana de Zeke, llega con su esposo Canon, sus dos hijas y Angie, la hija de Nebra y Zeke.
Las niñas corren directo a sus primitos y los motivan a abrir sus regalos. Aidan está más interesado en jugar con el papel de regalo que el regalo en sí. Cian está más interesado en jugar con las niñas que en otra cosa.
—Zaira, les regalaste uno de esos muñecos que hacen sonidos raros que parecen poseídos—exclama Arizona—. Lo único que falta es que atraigan fantasmas.
—Troy te espantara todos los fantasmas. —declaro.
—Tenemos dos niñas, no sabía que comprarle a dos niños—se defiende Zaira—. Si hubiera dejado a Canon comprar los regalos, les habría dado unos autitos y Nebra me dijo que tienen muchos.
—Troy se ha encargado que tengan de todos los tamaños y modelos. —confirma Arizona.
Me ofrezco a colocar los regalos en la mesa de regalos y busco a mi madre para ayudarla a llevar la comida a la mesa.
Es el primer año de los gemelos y mamá y yo quisimos organizarle la fiesta, si bien a ellos no les importa y no lo recordarán.
Hoy la casa de huéspedes está tranquila. Dos de los huéspedes se están relajando en la piscina y el grupo de cinco mujeres se fueron a hacer turismo. Mañana llegará más gente, pero eso será mañana.