Siento que puedo respirar un poco desde que decidí hacerme cargo de Blue sin tener idea que hacer.
Mis padres no fueron de gran ayuda, solo me dijeron que le diera amor, estuviera atento a sus necesidades y que aprendería con el tiempo.
Vaya, consejos. Todavía no entiendo como fue que ellos me criaron y es posible que debido a eso mi vida sea un tobogán sin fin.
April y Blue congeniaron enseguida. No me sorprende. April me parecerá una mujer frígida que se cree perfecta, no considerando a ningún hombre bueno para ella, pero es buena tía. La he visto un par de veces con Angie y los gemelos. Todos los niños la adoran.
Arizona suele decir que April tiene la paciencia de un santo con sus gemelos y que es la única que puede dominar a Cian, el gemelo más rebelde, aunque no sé bien cual es.
Miro el pasillo donde instalé a Blue y decido ir a revisar que todo vaya bien.
Al llegar a la puerta, me detengo y escucho a April y Blue hablando.
—Ya estás limpia. ¿Tú eliges tu ropa o lo hacía tu mami?
—Yo la elegía y mi mami o su amiga me decían si estaba bien o no. No me gustan los vestidos.
—Bueno, entonces te pondremos el pijama, ya casi oscurece y se acerca la hora de la cena. ¿Te ayudo a ponértelo?
—No, yo puedo sola. Soy niña gande.
—Dejaré que te pongas el pijama y yo iré con tu papá para asegurarme que te dé algo de comer. Cuando estés lista, ve a la cocina.
—Supongo.
—¿Hay algo que te preocupa?
—Mami dijo que tenía que ser buena niña para que papi me quisiera y no me enviara lejos. ¿Cómo sé si soy buena niña?
Trago con fuerza.
—Lo eres, de lo contrario, tu papi te lo dirá cuando no sea así, y aun así no quiere decir que te enviará lejos. Ten paciencia. Tu padre no tiene experiencia siendo padre y él seguro cometerá algunos errores tontos. Sé que estás asustada, él también lo está, pero ninguno tiene que temer mientras estén juntos.
—¿Tú tienes papi?
—No, mi papi se fue al cielo. Tengo mami y es muy buena—April ríe—. Hace unas galletas deliciosas.
—Me gustan las galletas. Me las daban si me portaba bien.
—Te traeré algunas la próxima vez que nos veamos. ¿Te parece?
—Sí.
—Ponte el pijama.
Me alejo de la puerta y regreso a la cocina con pasos firmes intentando no hacer ruido ni llevarme a nada por delante.
En la cocina agarro el vaso de agua y me hago el relajado cuando la pelirroja entra.
—¿Todo en orden?
—Sí. Tienes suerte con tu hija. Es una niña muy bien educada. Su madre hizo un excelente trabajo con ella, aunque ha crecido más rápido de lo normal. Sabe cosas que mi sobrina no sabía a su edad.
—¿Debo asustarme?
Ríe.
—No de momento. En cuanto al baño, lo único que debes hacer es prepararle la bañera, llenarla hasta menos de la mitad con agua tibia, ella se puede desvestir sola y solo debes ayudarla a que se meta, ella saldrá sola y se secará, le indiqué como debe hacerlo.
Asiento tomando nota mental.
—¿No hay problema que la vea desnuda? Ya sé que es una niña y es mi hija, pero ¿no es incómodo para ella?
—Al menos que seas un pervertido con intenciones ocultas, no debes preocuparte.
—Tengo muchos defectos y ese no es uno de ellos.
Vuelve a reír y no paso por alto que tiene una suave risa.
—¿Debo elegir su ropa?
—No, solo asegúrate que se vista acorde al tiempo y que no se vista como payaso, aunque lo dudo porque la mayoría de su ropa está dentro de los colores pasteles, hay azul, rosa, amarillo y nada llamativo. No le gustan los vestidos.
—Tan cómodos que son. Si no fuera hombre, usaría uno.
—¿Has usado vestidos?
Rasco la cabeza.
—Una vez tras perder una apuesta. No contaré nada y no hay fotos. Olvídalo.
Ella vuelve a reír y agarra su bolso.
Es la primera vez que veo a April diferente, más relajada, y su sonrisa es bastante agradable. Como una melodía suave que uno quiere escuchar luego de un día estresante.
—Bueno, debo irme.
El pánico me invade por completo y corro hasta April tomándola del brazo para evitar que se vaya.
—No puedes irte. No me puedes dejar solo. Será la primera noche que pase aquí.
—Max, solo dale un sándwich para cenar, un vaso de leche tibia y deja que duerma. Mañana preparale un tazón de cereal con leche, un jugo de naranja y un vaso de leche, si le gusta la fruta, dale un poco.
—¿Luego qué? ¿La llevo a mi trabajo? Mi madre ya me dejó claro que no hará de niñera. Puedo dejarla un par de horas con ella. ¿Contrato una niñera?