Un amor para Arizona

Capítulo 2: Troy

—¿Le dijiste que no?

—No exactamente.

Max se levanta negando con la cabeza.

—No caigas en su trampa de nuevo, Troy. Maya no merece otra oportunidad. ¿Se te olvidó que ella te dejó alegando que no estaba segura de estar enamorada de ti?

—Me pidió un tiempo para aclarar su mente, yo fui quien decidió terminar la relación. Tal vez me apresuré al pedirle matrimonio.

—Llevaban saliendo dos años. Si ella te hubiera amado, habría aceptado o al menos dicho que no estaba lista, pero no dijo que no estaba segura de sus sentimientos y dos semanas después andaba a los besos con otro en una fiesta y ambos la vimos.

Suspiro.

—Lo sé. Estoy muy confundido.

—Honestamente, no sé como puedes estar enamorado de ella. Es hermosa, pero superficial, no sabe lo que es trabajar y es desinteresada de las personas. En primer lugar, está ella y en segundo lugar también y por último tú. Ella se cree mejor que todo el mundo y que todos deben adorarla. Yo vi como trató a su madre cuando esta solo le dijo que utilizara menos maquillaje para evitar que se le arrugue la cara, y creo que tenía razón, pero no opinaré sobre eso porque no sé nada de maquillaje ni de arrugas. Tu madre la detesta. 

—No es perfecta y no hay que juzgarla. No sabes como es la relación con sus padres. Mi madre no es fácil.

—Lo único que sé es que sus padres la malcriaron demasiado y no la pueden controlar. No te entiendo. Tú que amas a tus padres, a quienes no les agrada Maya, no te olvides de eso.

—¿Tienes que recordar ese detalle? Sé que no les agrada. Mi madre se negó a darme el anillo de mi abuela para proponerle matrimonio a Maya.

—Me voy a casa. Tú deberías hacer lo mismo y dejar a Maya atrás. Si quieres una novia, búscate otra, alguien que esté a tu altura y no una mujer caprichosa que cree que puede irse a vivir la vida loca y regresar contigo cuando quiera creyendo que estarás disponible… Obviamente lo estás. No sé para que gasto palabras contigo—abre la puerta—. Si vuelves con ella, no te molestes en invitarme a la boda, la hipocresía no va conmigo.

Max cierra la puerta y me inclino hacia atrás.

Sé que Max y mis padres tienen motivos de sobra para no agradarles Maya, en especial después de que le hablé de matrimonio, ella dijo no estar segura de estar enamorada de mí y decidí terminar. Ella no intentó volver hasta hace unos días que me llamó diciendo que quería verme, que me extrañaba y que le diera otra oportunidad porque me ama. No supe que decir.

Maya me deslumbró con su belleza desde que la conocí en la fiesta de una amiga en común. Me pareció una mujer fresca, divertida e interesante que me ayudaba a descomprimir luego de mis días largos de trabajo.

Admito que ella es algo superficial en el sentido y le da mucha importancia a la imagen. No sale a la calle sin maquillaje. También que es desinteresada en otras personas, pero solo es una fachada, pues por el dinero del padre hay muchas personas falsas buscando algo y eso la ha llevado a desconfiar.

Tal vez no sea la persona más inteligente del planeta y detesto que viva comiendo ensalada, pero nadie es perfecto. Yo no lo soy, tengo mi carácter.

Volver no estoy seguro, no cuando llevo más de tres meses tratando de olvidarla y casi lo he logrado.

Y ahora debo decidir si regresar con mi ex, a la cual todavía quiero o seguir adelante como lo estaba haciendo, inverso en el trabajo y restaurando la relación con mis padres que se arruinó un poco cuando comencé a salir con Maya.

Mejor voy a casa y me relajo sin pensar en el trabajo con mi gato en el regazo.

Mi asistente me llama y presiono el botón.

—Dime, Chase.

—Bombón, dos rubias guapas y una pelirroja preguntan por ti en recepción.

Cierro los ojos.

—Chase, no me digas bombón, ya lo hablamos.

—Es un apodo cariñoso. Ya sé que no eres gay.

—Recuérdame por qué no te despido.

—Porque soy grandioso en mi trabajo.

Dibujo una sonrisa. No puedo con él cada vez que me pone apodos cariñosos o finge coquetear conmigo.

Por desgracia, es bueno en su trabajo y solo bromea en privado, en público es profesional.

—Bien. ¿Sabes los nombres de estas mujeres? No espero a nadie.

—Me dijo que se llama Arizona y se conocieron en un bar hace unos tres meses. Las otras dos son sus hermanas. Me pondré celoso si te acostaste con alguna de ellas.

Mi mente va tres meses atrás. Recuerdo la noche que la vi a Maya dos semanas después de terminar besando a otro. Por causa de eso me fui a un bar buscando estar solo y me acosté con una guapa rubia desconocida que me hizo reír y complació muy bien sin importar las inhibiciones. Una mujer muy segura de sí misma que llamó mi atención y que no volví a ver porque se fue mientras yo me duchaba. Lo único que dejó fue su tanga con una nota que decía: «Un recuerdo, sé que a los hombres les encanta y no entiendo por qué».

Río pensando en eso.




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