Tengo la seguridad que a mis padres les agrada Arizona. A pesar de que no sabe de modales sobre la mesa y no tenía idea de como utilizar cada tenedor y cuchillo o no sabía sobre las copas, ha demostrado ser una mujer inteligente que sabe sobre arte, dibujo, diseño y también sobre decoración, todo lo que a mi madre le apasiona.
Mamá parece interesada en hablar con Arizona, muy diferente con Maya a quien apenas le dirigía la palabra, solo lo hacía cuando debía y por educación, por eso dejé de traerla.
Papá es gobernado por mamá, a él le agrada o le desagrada alguien depende de mamá.
—¿Qué hay de tus padres? —pregunta mi padre.
—Papá, te dije que están muertos.
—Bueno, pero estuvieron vivos. ¿A qué se dedicaban?
Ella suspira.
—Mi padre es irlandés, a quien le llamo esperma fallido, no recuerdo cual era su trabajo, solo que era bueno porque nos dejó un buen dinero que pudimos invertir—me atraganto con el vino ante el sobrenombre y mi madre abre los ojos con demasía—. Mi madre lo dejó cuando supo que tenía otra mujer, y mi hermana Nebraska y yo nos mudamos a los Estados Unidos con ella. Ahí estuvimos hasta hace más de un año que regresamos al enterarnos que teníamos una hermana desconocida y la abuela paterna nos había heredado una casa.
—¿Tu padre engañó a tu madre con otra mujer y tuvo una hija con ella? —pregunta mi madre.
—Él decía que las amaba a ambas y estaba casado con ambas, no legalmente, pero lo estaba. Para mí eran excusas de bigamia y como no me he enamorado nunca no puedo decir que lo comprenda. Mis hermanas dicen que cuando enamoras de un hombre los demás dejan de existir. En fin, mi madre lo dejó cuando lo supo y la otra mujer, que es como una madre para mí ahora, también lo dejó. El esperma fallido alias mi padre se fue como un cobarde y apareció el año anterior queriendo pedirnos perdón por como manejó las cosas. Murió de cáncer hace unos seis meses.
Creo que a mi madre le va a dar un ataque con dicha información.
—Qué horror. —exclama papá llevándose la mano al pecho.
—Está bien, nunca fui cercana a él. Mis hermanas y yo decidimos perdonarlo a pesar de todo.
—Cada familia es un mundo. —agrega mi madre.
—Ni que lo diga—Arizona ríe—. Estoy bien. Tengo dos hermanas incondicionales, una madre adoptiva que es un amor, un buen cuñado que hace feliz a una de mis hermanas y a mi pequeña sobrina de cinco años que amo con todo el corazón. Prefiero quedarme con el presente y no quejarme. Trabajo por mi cuenta y de lo que me gusta. Se podría decir que tengo más suerte que muchos.
—Esa es una buena actitud. —exclama papá con una sonrisa.
Yo también sonrío.
Arizona tiene razón en todo lo que dijo y es bueno que valore las cosas buenas de la vida en lugar de quejarse por lo que no puede tener.
Es obvio que se interesa por las personas.
—Troy nos dijo que estás dispuesta a hacerle la prueba de ADN a tu hijo cuando nazca.
Arizona bebe un poco de agua y asiente.
—Sí, no tengo dudas de la paternidad y entiendo su posición. Troy ha dicho que él va a hacerse cargo de todos los gastos y yo le dije que solo de la mitad, pues yo puedo pagar las cosas de mi hijo. No seré millonaria, pero tengo dinero suficiente para cubrir las necesidades de mi hijo o hija—se lleva la mano al vientre—. Y pienso enseñarle que el valor no está en lo material, sino en las personas que aportan en nuestra vida brindándonos amor.
—No me digas que eres de esas mujeres que piensan que el dinero no importa mientras haya amor.
—Mamá…
—No, señora Black. El amor es bueno, pero no puedo darle de comer con eso. El dinero es importante, solo que no es necesario ser millonaria. A mí me alcanza con tener un techo en la cabeza y poder darle a mi hijo seguridad, protección y evitar que pases necesidades. Quiero que vaya a una buena escuela, estudie, se profesionalice y haga lo que desee hacer de su vida, siempre enseñándole el valor de las cosas y la importancia de las personas.
Papá asiente.
—No puedes objetar eso, mamá. Tú y papá me criaron siendo responsable y entendiendo el valor del dinero.
—Sí y es bueno que mi nieto reciba esa misma enseñanza por parte de sus padres.
—¿Van a casarse? —pregunta papá.
—No. —decimos al unísono Arizona y yo.
—No me casaré con nadie por un bebé y él ama a otra mujer.
—Él no ama a otra mujer, solo cree eso.
—Mamá, no empieces a hablar mal de Maya.
—No estaría diciendo nada que no le he dicho a ella. Tal vez sea guapa, tenga dinero y provenga de una buena familia, pero no sabe lo que es luchar por algo, adquirir responsabilidades y preocuparse por algo más que por tener el último bolso de la temporada y la apariencia física. Imaginate si tuvieras un hijo con ella, contrataría a una niñera para que criara al niño.
Aprieto los labios.
—Estas agradecida que vaya a tenerlo con una desconocida y no con la mujer con quien imaginaba mi vida.