Un amor para Arizona

Capítulo 10: Troy

Miro el celular antes de bajar de mi auto. Maya está llamando de nuevo y no me siento animado para hablar con ella. De hecho, me arrepiento de haberle dado esperanza la última vez que estuve en su departamento.

Luego de esa conversación pensé mucho en la situación y llegué a la conclusión de que ella y yo no estábamos en la misma página y lo mejor es que cada quien siga su camino.

Max tiene razón, no es bueno que ella se mantuviera apartada por meses para aclarar sus pensamientos y que tuviera que salir con otros para darse cuenta de que debía estar conmigo. Y lo peor de todo es que no me dijo que necesitaba eso, lo decidió por su cuenta y luego regresó como si nada.

La cuestión es que apareció Arizona y ella me confunde mucho.

Maya vuelve a llamar y desvío la llamada. Sé que debería hablar con ella en este momento, pero mi prioridad es Arizona que no responde mis mensajes ni mis llamadas. 

Subo los escalones que me llevan a la entrada de la posada. Toco el timbre, me identifico y la mujer pelirroja me recibe con una sonrisa. Me dice que Arizona está en el jardín y se disculpa para atender el teléfono.

Me encojo de hombros y me dirijo al jardín en busca de Arizona.

Necesito hablar con ella acerca del almuerzo que tuvo con mi madre. No ha respondido mis mensajes ni llamadas. No me dio buena espina a pesar de que le cayó bien y necesito saber que se comportó o tendré que ponerla en su lugar.

Tal vez papá no tenga autoridad sobre ella porque lo domina, pero yo no soy como él y ya estoy al límite de sus interferencias.

Encuentro a Arizona hablando animadamente con un hombre de más o menos de su edad. Los dos están sentados muy concentrados en el uno y en el otro.

Arizona se lleva una galleta a la boca, se ensucia con algo blanco y el chico se acerca para limpiarle la boca, luego le acomoda el cabello.

¿Por qué estoy molesto con esa acción?

No me detengo a analizar mis pensamientos y ser el hombre racional que soy, camino hasta ellos con pasos firmes y me pongo justo en la visión de la madre de mi hijo.

—Te he estado llamando y ya veo que no me respondías por estar ocupada—miro de mala manera al desconocido—. ¿Debo recordarte que llevas a mi hijo en tu vientre?

Arizona abre la boca para decir algo cuando el hombre se pone de pie.

—¿Este es el padre del bebé del que me hablaste, encanto? No me dijiste que era tan posesivo. Me gusta. —habla el desconocido sin inmutarse.

—Sí y está comportándose como un idiota porque no estamos juntos—se pone de pie—. ¿Qué te pasa? ¿Acaso ahora debo andar todo el tiempo con el celular encima? Mis hermanas tienen tu número, si algo me sucediera y yo no pudiera informarte, ellas te avisarían. No creas que tienes derecho sobre mí solo porque llevo a tu hijo en el vientre—voltea hacia el hombre—. Lo lamento, Akin.

Él se pone de pie con una sonrisa y me repasa con la mirada de forma extraña.

—No te disculpes. Amo los hombres de traje y si no tuviera novio, si él no fuera hetero y tú no estuvieras a un paso de convertirte en mi mejor amiga, iría por él—arrugo el ceño—. Eres muy guapo. Yo que tú, Ari, aprovecho.

—No, no va a pasar. Él ama a otra y yo no quiero ese tipo de dramas.

Paseo la mirada entre los dos tratando de comprender lo que sucede.

Hace un momento me puse celoso de este hombre y ahora parece que es gay y yo tengo más posibilidades que Arizona.

No me gusta como me está observando. Respeto todas las orientaciones sexuales, siempre que no me involucren en ellas. Ya suficiente tengo con mi asistente diciéndome bombón.

»Akin, deja de verlo con lujuria que lo estás asustando—comenta Arizona—. Ve a tu casa y te veré en la clase de yoga. Al parecer debo poner algunas cosas claras.

—Sé dócil—la saluda un beso en la mejilla—. Adiós, guapo.

Me guiña un ojo y se aleja.

—Si no supieras que amas a otra, pensaría que estabas celoso por verme hablar con Akin. Te aviso que es gay, por si no te diste cuenta.  

Tal vez no amo a otra, ya no. Y sí, estaba celoso, pienso para mí.

—No estaba celoso. Me molesté porque no respondiste mis mensajes ni llamadas. Cuando te vi con él pensé que me ignorabas por buscar sexo con otro.

—No andaré teniendo sexo por ahí con cualquier desconocido mientras esté embarazada. Ahora tendré que complacerme con Rick punto dos a quien conozco bien. Ya luego, cuando nazca el bebé, podré tener alguna cita casual cada muerte de obispo para evitar las telas de arañas. No te preocupes, no lo haré ebria y tomaré las precauciones necesarias. Si decidiera tener sexo con alguien, no puedes detenerme porque soy una mujer libre de compromisos de pareja… En fin, ¿qué haces aquí? Si vienes a controlar que tome mis vitaminas, coma y descanse, llegas tarde porque mis hermanas te ganaron de antemano y por desgracia a ellas no las puedo echar.

No comprendo por qué me molesta pensar que otro hombre pueda estar con Arizona. No sé quién ese Rick punto dos y no importa, sé que no me gusta. Ahí van los celos de nuevo. No soy un hombre celoso o no lo era.




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