Caminaba despacio por los pasillos, le sorprendía la calma que se encontró en aquellas horas en las que comúnmente todo era ruido y voces, ahora el silencio era su compañero en aquella búsqueda, pero que era lo que buscaba. Pasaba por una y otra puerta, las salas de junta los salones de ensayo, la cabina de producción y después debajo del marco de la puerta se encontraba de pie con aquella esbelta figura con la que solía pasearse siempre tan seguro de si mismo, sonreía, a primera vista le pareció tan apuesto como uno de esos personajes de anime, los que hacía tiempo había dejado de mirar pero ahí estaba frente a él la imagen genuina de alguna animación japonesa, solo que en esta ocasión era más que real.
Lo siguió caminando despacio, llevaba ambas manos en los bolsillos del pantalón de vestir negro, se preguntaba por qué vestía de esa manera tan elegante, se miró a sí mismo, el saco oscuro que usaba de manera formal para algún evento importante.
—¿Estas seguro de querer seguir con esto? —escuchó la voz de Jin llamándole.
NamJoon se acercó hasta él y asintió, siguieron caminando por el pasillo estrecho hasta escuchar las voces todas coreando al unisono sus nombres, sobre el escenario lo esperaban los otros cinco, todos vestían igual, tan encantadores como siempre está vez llevaban flores en ambas manos, los pétalos volaban sobre sus cabezas mientras la voz de army seguía coreando esta vez palabras que no alcanzaba a entender, siguió adelante fue cuando la encontró.
—Dile ahora la verdad, no puede hacer ya nada, no se lo llevara...—decía Jimin. —Esta muerta.
Nam miró a detalle aquella caja de madera, Emma descansaba con ambas manos sobre el vientre, los ojos cerrados.
—Ella no esta muerta, es todo una mentira, ustedes me están engañando.
—Es verdad hyung —sintió la calidez de la mano de Jungkook —la mataste, recibiste al fin tu castigo por alejar Alicia de mi, pero ahora ella estará bien sin ti.
—¡Esto esta mal! —gritó NamJoon — Emma esta viva, Emma...
La imagen de su chica comenzó a desvanecerse lentamente, el sudor le recorría las sienes cuando sintió la mano de Emma sujetándole el rostro, abrió los ojos agitado, intentando recuperar su respiración, la vió era ella apenas la reconoció la abrazó con fuerza.
—¿Qué sucede Nam? Estas bien.
NamJoon seguía mirándola mientras buscaba que fuera real y no otra pesadilla.
—No he podido dormir últimamente y cuando lo hago, los sueños parecen estar en mi contra, tengo miedo de perderte.
—No ocurrirá eso jamas —le acaricio con ternura, —me quedaré contigo para siempre. Claro si no te aburres de mi.
—Eso no va a pasar.
—Creo que debemos volver a Corea cariño, debes estar tan preocupado por tu trabajo, tienes que regresar a lo que amas.
—Te amo a ti.
—Pero también amas lo que haces y prometí no entrometerme en eso. Extraño su música, deberíamos volver.
Al día siguiente el vuelo privado a Corea estaba listo, NamJoon seguía callando acerca de sus pesadillas, necesitaba estar tranquilo por lo menos delante de Emma quien se daba cuenta en seguida de que algo estaba ocurriendo le, no quería preocuparla mucho menos ponerla a pensar en cosas negativas ahora que pasaría el tiempo sola y en cerrada. Quizás era parte de su culpa lo que lo atormentaba, dejar todos sus sueños a un lado por darle gusto a alguien más, no estaba seguro de poder hacerlo, sin embargo Emma lo hacía y todo por él.
Los primeros días fueron sencillos, miraba series, leí un poco, cocinaba mientras veía tutoriales de comida coreana. La mayoría de las veces NamJoon llegaba tarde a casa y tan agotado que se pasaba directo hasta la habitación a dormir. Emma lo miraba mientras lo hacía, le gustaba admirar sus tupidas pestañas y sus parpados al cerrarse. Se sentía la mujer más afortunada de la tierra y lo único quería era hacerlo feliz. Miró Miró su costado las pastillas, quizás era un buen momento, como fuera estaría metida en casa indefinidamente y conocía el mayor deseo de Nam.
—¿Crees que sea un buen momento? — hablaba por el móvil con Jimin. —Quiero estar muy segura de dar el paso, es una decisión muy complicada.
—Ya lo hablaste con hyung, es una decisión de ambos.
—Lo sé, pero desde que regresamos a Corea ha estado tan ocupado que apenas lo veo un par de horas al día, hubiera preferido seguir siendo su maquillista, ahora que soy su esposa parezco ser invisible.
—Nam habla todo el tiempo de ti, se preocupa por que este bien. Y si los dos quieren formar una familia seria maravilloso para todos nosotros formar parte de ella.
—Jimin, sé que contamos contigo, pero que hay de Jin, ¿él aún se muestra indiferente con Nam?
—Jin hyung es una buena persona, pero creo que el que Nam se haya marchado de la casa aún le duele, ellos eran muy unidos, espero que lo entiendas.
—Lo entiendo, pero me duele sobre todo por que sé cuanto lo aprecia Nammie, me gustaría que los seis estuvieran contentos con la decisión que tomemos sería triste triste Jin tampoco apoyara a su amigo en algo tan importante como la paternidad.
—Dale tiempo Jin entenderá lo sé.
Segura de las palabras de Jimin se alistó esa noche, luz de velas, un suave aroma a vainilla, y la lencería que encargo por Internet como todo lo que ahora compraba. Esperaba lista sentada en el comedor, cerca de la media noche lo escuchó llegar, NamJoon la encontró sin lograr ocultar su sonrisa y en seguida sintió como sus mejillas le quemaban, estaba agotado pero ver de aquella manera a su esposa logró vencer el sueño.
—Quiero que tengamos un bebé Nam, quiero ser la madre de tus hijos. —Se acercó despacio hasta colocar ambos brazos sobre sus hombros. —¿Tu quieres?
NamJoon afirmó, —estas segura de eso.
—Muy, muy segura.
—Entonces no hay que perder el tiempo.
Cada noche lo esperaba y cada noche volvían a intentarlo luego se dos meses finalmente sucedió.
NamJoon esperaba afuera del sanitario, Emma miraba la prueba de embarazo casera con ilusión en la mirada, cuando miró las dos líneas las lágrimas le recorrieron el rostro, abrio la puerta y sin decir nada abrazo a su chico con fuerza.