EMMA
—¡Holaaa!.
Se preguntarán quién es esta intensa que de seguro no tiene vida social, pues está intensa es nada más y nada menos que Emma Rogers, tengo 26 años, estoy más sola que un hongo y más loca que una cabra en patines o eso dice mi mejor amiga Audrey y su esposo Will. Muchos dicen que soy más intensa que una novia fea con minutos, pero con nada más y nada menos que minutos ilimitados.
En estos momentos, como no es nada raro en mí dejar todo para último minuto —solo falta una semana para navidad—, estoy intentando encontrar el regalo de navidad para el amor de mi vida, el cual tiene tan solo dos años y medio, su nombre es Sophie. Sophie, es la luz que ilumina cada uno de mis días por más oscuros que sean, ella los alegra con solo verla, esa pequeña irradia luz y mucho amor. Es una niña muy linda, tiene su carita redondita con unos cachetes enormes, regordetes que te dan ganas de acariciarlos y pellizcarlos cada vez que la ves. Tiene el cabello rubio como el sol con unos rizos hermosos que hasta yo envidio porque se ve tan tierna y curiosa con ellos adornando su carita. Adicionalmente posee unos ojos de color azul eléctrico los cuales resaltan llamando la atención de todos los que la ven, ya que su piel es pálida, están blanca como la nieve. Amo a esa niña. Me dan ganas de comérmela a besos cada vez que la veo con sus tutús, que por supuesto se los regalé yo, ya que me encantaría que fuese una gran bailarina de ballet cuando crezca. Sophie es la hija de Audrey, mi mejor amiga. Además, de que Audrey es mi mejor amiga es como una hermana para mí, dado que mis padres fallecieron en un accidente automovilístico cuando yo solo era una adolescente, tenía dieciséis años. Cuando el accidente ocurrió yo estaba de vacaciones con Audrey y sus padres, mis padres no nos acompañaron a este viaje porque en la empresa había mucho trabajo y contratos importantes que firmar. Todavía me lamento no haber insistido un poco más de lo que lo hice para que nos acompañarán.
Después del accidente la madre de mi padre asumió mi custodia, siempre la llamé nanita, la adoraba y ella a mí también. Mi abuela falleció hace tres años, pero lo hizo de la mejor manera posible ya que contaba conmigo, la aseaba, la vestía y la peinaba para hacerla sentir mucho mejor, ella lo era todo para mí junto con Audrey y su familia. Audrey fue mi roca, mi apoyo en los momentos más tristes y catastróficos de mi vida, ella siempre ha cuidado de mí, dándome amor y mucho afecto. Ella siempre ha sido una amiga incondicional, como ninguna otra.
En fin, no nos pongamos tan melancólicos ya que como me repetía mi nanita la cual era muy sabia “La vida es una sola y no hay que gastar nuestros días estando tristes ya que esos nunca regresan, lo que hay que hacer es disfrutar la vida al máximo, pero sin excesos”.
Audrey y yo siempre estuvimos juntas desde pequeñas ya que la casa de sus padres quedaba junto a la mía, desde chicas formamos una amistad que juramos que llegaría al infinito y más allá, que nuestra amistad nunca desaparecería ni porque volviera a caer el meteorito que exterminó a los dinosaurios. Que nuestro amor viajaría a través del tiempo y el espacio y que estaríamos la una para la otra en cada momento de nuestras vidas por más difíciles que fueran. Muchos que pensaran que estamos locas, que éramos dos muchas tontas diciendo nuestros votos de matrimonio, porque parece que nos estábamos jurando amor eterno en ese momento, pero la verdad es que así era, es y será nuestra amistad. Perdurará hasta el fin de los tiempos.
Audrey es muy pálida, casi como mi Sophie, mí Sophie es única e irreemplazable. Audrey tiene el cabello castaño y ojos azules claros, mide uno ochenta y es de contextura delgada. Su esposo Will parece el doble que todos y cada uno de nosotros tenemos en otro lugar del mundo de Alex Sparrow el cantante de She’s crazy but She’s mine. Ellos son mi familia y no sé qué haría sin ellos.
Ya que como es de costumbre cada año me invitan a la cena navideña y este año no es la excepción. Así que aquí estoy a última hora intentando encontrar el juguete que Audrey, me pidió para Sophie, el cual su búsqueda se está volviendo una Misión Imposible de la cual espero salir victoriosa.
Me encuentro en el cuarto piso del Mall Center intentando hallar a ese estúpido unicornio que dice las vocales y el abecedario. Además, canta y ayuda al desarrollo mental y de las habilidades motoras de los niños, según lo que Audrey me contó, por lo cual haré hasta lo imposible por encontrar ese juguete que sé qué hará feliz a mi princesa.
A lo lejos, aproximadamente a cinco metros de mi logro visualizar que en un estante se encuentra el último unicornio. Corro como loca para poder llegar antes de que alguien lo vea, pero cuando me estoy empinando y estirando mis bracitos todo lo que se me es posible, ya que la estantería es más grande que yo. Veo en cámara lenta como alguien más alto que yo lo toma sin ningún inconveniente.
Es un hombre alto, de piel color caramelo, es guapo, que digo, es hermoso a pesar de que en lugar de una sonrisa tiene una línea recta atravesando su rostro, es más larga que una semana sin carne.
Mi cerebro está en stand by, así como cuando jugábamos en la computadora y en esta aparecía el aviso: Loading... así me quedé, ya que no lograba procesar lo que mis ojitos veían. Ah, pero cuando lo hice cometí la burrada más grande del mundo, pensé: que tanta belleza debería ser un delito, lo que no sabía era que estaba pensando en voz alta.
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Editado: 03.12.2019