Un amor para Nebraska

Capítulo 10: Zeke

—¿Vas a salir con Nebraska?

—Se supone.

—Explícate.

—Arizona me dijo que debería salir con su hermana y yo acepté. Lo dijo delante de su hermana.

Conan se queda en modo pensante.

—¿Y la invitaste a salir porque su hermana lo dijo?

—No, en realidad quería invitarla a salir, mas no me animé y cuando me estaba yendo, Arizona me abordó en el vehículo, sugirió que debería salir con su hermana y le dije que sí, que pasaría por ella hoy a las siete.

—¿Y Nebraska que dijo?

—Nada. Salió corriendo al interior de la casa sin esperar respuesta.

—Comprendo…—se rasca la cabeza—. Qué lío.

—Ni que lo digas. Ahora estoy dudando si ella quiere salir conmigo.

—Si Arizona lo dijo significa que Nebraska le comentó que le gustas y le gustaría salir contigo. Asumo que Arizona solo quiso darle un empujón a su hermana, dado que esta no se animó.

—La tiró de un acantilado. Estaba por negarme, entonces vi la cara de Nebraska y no pude hacerle ese desplante.

—¿No me dijiste que querías salir con ella y no te animaste a invitarla? ¿Por qué te hubieras negado?

—Porque no quería salir con Nebraska por imposición de la hermana. Se sintió de esa manera.

—Amigo, te complicas demasiado y por lo que veo también Nebraska. Probablemente, no estuvo bien que Arizona dejara en evidencia a su hermana, aun así fue por eso que van a salir, de lo contrario los dos estarían en la nada.

Río.

—Puede que sí o puede que no.

—¿Hablaste con Nebraska?

—No. ¿Debería hacerlo?

—Sí.

—¿Y qué le digo? —Conan me fulmina con la mirada—. Estoy oxidado con la cuestión de las citas. Recuerda que fui virgen hasta los dieciocho años y no fue una noche memorable. Salí con una sola mujer antes de conocer a mi ex esposa.

—Envíale un mensaje diciendo que pasaras por ella al horario acordado y que estás ansioso por la cita. Cuando la veas en persona, ella seguro se disculpara por su hermana y tú le dirás que te alegras porque eres demasiado estúpido y te olvidaste como hablar con una mujer.

—Quedaré como un idiota.

—O quedas tú como idiota o dejas que ella piense que aceptaste para no dejarla mal parada delante de la hermana. Ya decídete—mira la hora—. Y ya me voy. Deséame suerte en el caso.

—Suerte.

Conan abandona la oficina, saco mi celular con la idea de escribirle a Nebraska y me arrepiento.

¿Puedo ser más idiota? Seguramente, pero en este momento no se me ocurre nada que lo compruebe.

Me levanto de mi silla, olvidándome de la cantidad de trabajo que tengo, salgo de mi oficina y luego a la calle en busca de un café. Podría decirle a mi asistente que me lo consiga, pero salir y tomar aire será bueno para mí.

No estaría en esta encrucijada si hubiera sido valiente e invitado a salir a Nebraska en lugar de permitir que su hermana hiciera de cupido.

Lo mejor es seguir el consejo de Conan, él ve la situación con otros ojos y por eso su consejo fue bueno. Yo soy hombre inteligente, así que debo seguirlo. Antes de eso, necesito un buen café.

—Tío, seque.

Me detengo en la puerta de la cafetería, volteo en el mismo momento que mi sobrina abraza mis piernas.

—Leila. ¿Te escapaste de tu madre?

—No, estoy con ella y con mi nueva amiga Angie. —señala una mesa, mi hermana saluda con la mano y frente a ella distingo a Nebraska y a Angie. La segunda me sonríe y saluda.

No esperaba cruzarme con Nebraska en este momento. Primero era el mensaje y luego hablar con ella cara a cara.

En este momento me siento de regreso a la secundaria. Si la chica me gustaba para pasar el rato no había problema; si me gustaba de verdad, lo arruinaba al no saber que decir o como actuar.

Podría irme y decir que estaba apurado, que pasé por un café y debo regresar a la oficina a terminar el trabajo. Estoy seguro de que lo entenderían.

Sin embargo, mi sobrina tira de mi mano y a ella me cuesta decirle que no. Mi hermana me llama con la mano y Nebraska puede pensar que me fui por causa de ella.

Genial, lo único que me falta es que una paloma defeque en mi cabeza para que el día siga siendo raro.

Exhalo aire y permito que mi sobrina me guíe a la mesa. Mi hermana se levanta y me saluda con un abrazo.

Mi atención se va a Nebraska que está con la cabeza baja mirando el dibujo de su hija.

—Hola, Nebra. Hola, Angie.

Nebraska alza la mirada y mi corazón queda paralizado por su bello y angelical rostro. De repente, agradezco a Arizona por el empujón que nos dio.

—Hola.

—Te hice el dibujo para rifrigedador. —dice Angie extendiendo una hoja en mi dirección. La agarro y sonrío—. Esa es mami, esta soy yo, estás tú y allá atrás están la tía Ari, Laila, mi nueva tía April y ahora agregué a Leila.




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