Un amor para Nebraska

Capítulo 22: Zeke

Disfruto de la compañía de Nebraska, me siento cómodo con ella y me gusta el aroma a su perfume. Lo malo es que estar en silencio viendo una película provoca que mis pensamientos se desborden.  

Me dije a mí mismo que no prestaría atención a lo que Aida mencionó acerca de mi ex mujer y que seguiría con mi vida. Sin embargo, no me gusta imaginar a Inés sufriendo a manos de un hombre y mucho menos a su hijo. No importa que me haya dejado y roto el corazón y que ella eligió a ese hombre, pues ninguna mujer merece ser golpeada ni maltratada de ninguna forma.

No estoy pensando en meterme en medio de su drama, nada más creo que es una pena que su vida haya llegado a ese punto cuando ella lo único que deseaba era ser madre, tener un hijo de su sangre.

También ronda por mi cabeza el hecho de que soy estéril y aún no se lo he dicho a Nebraska. Si bien decidí esperar un poco más, comienzo a pensar que tengo que ser honesto con ella desde ahora y no más adelante.

No quiero repetir los errores que cometí con mi ex. Claro que no supe que era estéril hasta que estuvimos casados y empezamos a buscar un hijo que no llegaba.

—¿Estás bien?

La voz de Nebraska me trae de regreso a la realidad. Agradezco haber visto la película unas cinco veces, pues me sé los diálogos de memoria y puedo responder a cualquier pregunta sin prestar mucha atención.

—Sí. ¿Por qué?

—No me parece. Has estado algo raro desde que me recogiste en casa y te has puesto tenso de repente.

—No tiene nada que ver contigo.

—Aun así tiene que ver conmigo. Se supone que nos estamos conociendo y eso implica lo malo también, no solo lo bueno.

—No es un tema fácil de tocar.

—Está bien, puedes hablar conmigo cuando quieras o te sientas listo—toma mi mano y entrelaza nuestros dedos—. Estoy aquí como amiga mientras llegamos a ser algo más.

Ella se acomoda entre mis brazos utilizando mi pecho de respaldo y me permite rodearla con ambos brazos.

—¿Deseas tener más hijos además de Angie?

—Todo depende de la persona que esté a mi lado. Si esa persona no lo desea, no necesitamos tener más siempre que acepte a mi hija.

—¿Renunciarías a tu deseo de ser madre por amor a un hombre?

—Ya soy madre gracias a Angie. Si ese hombre aceptara a mi hija como suya y decidiera que con ella es suficiente, no me importaría. ¿Tú renunciarías a tener a hijos si tu mujer no quisiera?

Me quedo en silencio.

—No, buscaría una mujer que quisiera hijos, teniendo en cuenta que no tengo hijos. Claro que sería diferente si ella quisiera y no pudiera tenerlos. No me importaría explorar otras opciones. ¿Tú qué opinas?

Me quedo a la espera de su comentario. Depende de lo que diga, le contaré la verdad.

—Estoy de acuerdo. Hay muchos niños que buscan un hogar y da igual si lleva mi sangre o no. Creo que optaría más por la adopción que por un vientre de alquiler. ¿Por qué iba a recurrir a la ciencia y gastar miles de dólares para tener un hijo cuando puedo encontrar un hijo en un orfanato necesitando amor? Claro que también dependería de mi pareja, pues la relación y las decisiones son de ambos.

Sonrío, complacido con su respuesta.

—¿No quieres volver a estar embarazada?

—No la pasé mal durante el embarazo de Angie y el parto no fue difícil. Mi hija fue dulce y tranquila desde el primer momento. Sin embargo, no me importaría saltarme esa parte. Todavía recuerdo ir al baño a cada rato en la etapa avanzada del embarazo y no poder dormir las últimas semanas al no encontrar posición cómoda y sin olvidar que me quedaron algunas estrías en los muslos—ríe—. Yo quería un hijo a toda costa, y si no lo hubiera podido conseguir, probablemente habría adoptado. Por suerte pude y me permitió vivir la experiencia del embarazo.

»¿Tú quieres hijos?

—Sí, siempre quise ser padre.

—¿Tu ex no quería y por eso se divorciaron?

Guardo silencio buscando las palabras correctas para responder esa pregunta. Todo es mi culpa por comenzar con las preguntas. Como yo conozco su vida, es justo que conozca la mía.

Podría obviarla, decir que no es un tema que quiero tocar, pero no puedo hacer eso.

—Claro que quería. Soñaba con embarazarse y tener hijos propios. Yo no pude dárselos, no quiso explorar otras opciones y se fue…

Ella rompe el contacto físico y genera uno visual. Sus ojos verdes curiosos están sobre los azules míos.

—¿Eres estéril?

Afirmo con la cabeza y trago con fuerza.

—Al parecer siempre lo fui y no lo supe hasta que mi ex y yo comenzamos a buscar un hijo. Ambos nos hicimos los estudios al ver que pasaban meses sin nada. Pensábamos que era el estrés. Ella no quería adoptar ni probar la inseminación, quería un hijo a la antigua y pasar por el embarazo. Tal vez se hubiera mostrado más flexible si su amiga no se hubiera metido en medio, no lo sé.

—¿Te dejó? ¿Solo así?




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