Un amor para Nebraska

Capítulo 28: Zeke

—¿Se está portando bien?

—Como si ella pudiera portarse mal. Tienes un ángel de hija, Nebra.

—Llámala que quiero verla.

Sonrío escuchando a Nebraska hablar por videollamada.

Me encanta que sea tan buena madre y ella sea su prioridad. Así debe ser. Y ni hablar de Angie.

Le doy privacidad en su charla y yo mismo busco el contacto de mi ex suegro para llamarlo y hablar sobre su hija. Debo hacerlo ahora antes de arrepentirme.

Tengo dudas, aun así prefiero arrepentirme por llamar y no que pase una tragedia. Tal vez al final ocurra y sabrá que lo intenté.

Llamo y espero a que Han atienda la llamada. Suena tres veces y escucho su voz.

—Zeke, no puedo creer que seas tú. Justo ayer hablamos de ti con Jules.

—Espero que bien. —sonrío.

—Claro que sí. Decíamos que era una pena que perdiéramos el contacto.

—Lo siento, fue mi culpa. Cuando Inés y yo nos divorciamos necesitaba distancia.

Él suspira.

—Ni mi esposa ni yo te culpamos ni reprochamos nada. Eres un buen hombre y lamentamos mucho que las cosas no funcionaran con mi hija y contigo. Una pena que ella tomara una mala decisión.

—No la culpes. Mi esterilidad influyó mucho.

—Tonterías, Zeke. Mi esposa y yo le dijimos que no necesitaba tener un hijo de su sangre para ser madre y ser feliz a tu lado. Lo único que necesitaba era querer ser madre con el hombre al que amaba.

Arrugo el ceño.

Yo creía que ellos no aprobaban otras opciones. Fue lo que dijo Inés. Es decir, sabía que sus padres me aceptaban igual, pero que prefería que no tuviéramos hijos a hacerlo de otra forma. Para ellos la sangre lo es todo.

—Al parecer no era el hombre al que amaba—resalto. Él no agrega nada—. De todas maneras te llamo para preguntarte si has hablado con ella. Me llegó una información…

—¿Qué es golpeada por el esposo actual?

—Sí.

—Aida estuvo aquí, nos contó sus sospechas y se veía preocupada. Jules fue a visitarla y dijo que todo estaba bien. A mí no quiere verme porque dice que siempre le echó en cara que se divorciara de ti. Jules apenas ha podido pasar tiempo con nuestro nieto, yo lo conocí unos días después de nacer y no lo he vuelto a ver. Ya tiene cuatro meses.

»Jules dice que la vio rara, como si le tuviera miedo al esposo, pero ella no dijo eso y no le vio golpes ni nada. Quiso denunciar, pero el oficial dijo que sería una pérdida de tiempo si ella no denunciaba al esposo. Por más que nosotros hiciéramos la denuncia y presentáramos pruebas, no podría hacerse nada si ella lo negaba.

—Me temo que es así. Yo no llevo casos de violencia doméstica y aquí hay pocos a pesar de ser una ciudad grande. Sin embargo, la mayoría no quiere denunciar a la pareja, ya sea por miedo, por creer que es amor y cambiará o alguna tontería.

—El mal nacido nunca me cayó bien. Parecía demasiado perfecto, encantador y halagaba demasiado. Le dije a Jules que no confiaba en él y ella me dijo lo mismo. Se casaron por civil y todo parecía ir bien hasta que Inés comenzó a poner excusas para visitarnos o dejar que la visitáramos. No supimos del embarazo hasta que estuvo a punto de nacer.

—Creía que habían perdido contacto luego del divorcio y que no les agradaba el esposo nuevo.

—Lo retomamos. No nos agradaba, pero estábamos dispuestos a aceptarlo. Ellos pusieron de excusa que no aceptábamos a Joel y por eso decidieron mantener las distancias.

—¿Excusas?

—Inés nos dijo que entendía que no aceptáramos a Joel, y que eso le dolía, aun así aseguró que no perdería contacto de nuevo con nosotros. Eso fue antes que se casara con él, tiempo después nos dejó claro que no podía tener relación con nosotros al no aceptar a su esposo.

—Él la hizo cambiar de opinión.

—Probablemente.

—¿Decidieron dejar todo como está?

—Jules no se da por vencida, sigue buscando la forma de hablar con Inés. Casi no sale y es difícil. Ella no se dará por vencida y cuenta con mi apoyo. Aida nos dijo que te pidiéramos ayuda a ti porque ella lo intentó y la echaste de tu casa.

Apoyo el cuerpo en la pared y exhalo aire muy despacio y cerrando ojos.

—Se metió en mi casa sin permiso, luego de que me dijera que Inés hacía bien en divorciarse de mí y llevarme los papeles del divorcio, complica que pueda agradarme y confiar en ella.

—Nosotros le dijimos que no era tu responsabilidad lo que sucediera con Inés. Ella te dejó por otro con una excusa sin fundamentos válidos. No sería justo que pusieras tu vida de cabeza por ella.

Abro los ojos y observo a Nebraska a través del espejo. Ella ríe y hace una mueca rara que me hace reír y pensar que habla con Angie.

Mi corazón se acelera por la rubia de buen corazón que lucha a capa y espada por su hija. Así como debería luchar Inés para proteger a su hijo. Si bien, no puedo culparla, pues hay hombres que saben manipular y mujeres que se dejan manipular sin darse cuenta.




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