Un amor para Nebraska

Capítulo 38: Zeke

—Vaya que estás enamorado. Recuerdo cuando comenzaste a salir con Inés y no estabas tan radiante. Te veías feliz mientras estuviste con ella y hasta que descubrieron su esterilidad, sin embargo, nada en comparación ahora. —me dice Canon colocando una carpeta sobre mi escritorio.

—Nebraska y Angie me tienen así.

Mi cuñado y mejor amigo sonríe.

—Eso pasa cuando encuentras la indicada y te conviertes en padre. Me alegro mucho por ustedes. Creo haberlo dicho.

—Yo me alegro de que se lleve bien con mi hermana y sean amigas. Todo es más fácil.

—Sí, podemos tener todas las citas dobles que quieras y que con Inés no pudo concertar porque Zaira y ella se echaban dagas por los ojos.

Reímos.

—Es verdad. Al principio Inés intentó llevarse bien con mi hermana y luego dejó de intentarlo, para ese entonces las cosas estaban mal.

—Zaira solía decir que Inés era falsa y quería agradar a las personas con su hipocresía y que ella no sería igual fingiendo que le agradaba, solo la respetaba por ti.

Tan equivocada no estaba. Yo estaba ciego en ese momento y mi mente se aclaró cuando comencé a salir con Nebraska y repasar mi vida con Inés. Llegué a la conclusión que Inés fue parte de mi vida, un pasaje de aprendizaje y madurez que me preparó para estar al lado de la mujer correcta que es Nebraska.

Seguía deseando haberla visto cuando éramos adolescentes, volver al tiempo donde ella me espiaba a través de su ventana. Ya no, llegué a deducción que el momento de encontrarnos era en este presente.

Probablemente, si la hubiera notado en aquella época, hubiéramos estado juntos un tiempo y luego seguido nuestros caminos. Es posible que termináramos en malos términos arruinado la posibilidad de estar juntos en este presente.

En conclusión, me alegra no haberla notado en aquella vida y poder tenerla en la actual.

Me levanto de mi lugar y observo a Angie que está con mi asistente dibujando. Ella quiso venir conmigo al trabajo tras almorzar juntos y no pude negarme a su petición.

Es un día tranquilo y la parte más complicada fue durante la mañana que tuve una audiencia, la cual no fue como esperábamos y el caso fue a juicio, comenzando la semana próxima.

Le expliqué a Angie sobre mi trabajo, ella escuchó con atención y me dijo que de mayor quiere ser doctora para curar a las personas.

Temía que mi asistente no quisiera ocuparse de Angie por causa de mi sobrina, quien la llevó a su límite la última vez que estuvo aquí.

Es mi asistente, pero no significa que deba ser mi niñera y a ella igual no le importó. Mencionó que Angie es una niña muy bien portada, amable y encantadora.

Angie alza la mirada con una sonrisa, le pregunto que está dibujando y ella nos enseña a Canon y a mí.

—Nuestra familia. Ese eres tú, papi, con mami y conmigo. Ahí está la tía Ari, la tía Apil, la abuela Laida—saca la lengua y hace unos muñecos más—. Este eres tú, tío Cano, y la tía Zaya y Leila.

Mi amigo sonríe.

—Vaya, estoy muy flaco, gracias por eso. —le guiña un ojo.

—Le pedí a Angie que no le comentara a Leila que la traje a la oficina porque se pondría celosa y querría venir. Le expliqué que ella se porta mal y prometió no decir nada y portarse bien. Adoro a mi sobrina, pero…

—Ya lo sé. Es un remolino de cinco años que es preferible mantener lejos de nuestros escritorios y de la asistente. —reímos.

La última vez que Leila vino con Canon, este tuvo que resolver algunos asuntos con unos clientes, me la dejó a mí durante un momento y no alcancé a darle la espalda que ya había desorganizado los papeles de mi escritorio, sacado cosas de los cajones y producirle un dolor de cabeza a mi asistente haciéndole preguntas mientras ella intentaba trabajar. Mi sobrina se enoja cuando no le prestan atención y sobra decir que cortó la llamada de mi asistente con un cliente.

Nunca más regresó sola o para quedarse. Ese día agradecí no tener hijos.

Sé que Angie es buena influencia. Mi sobrina se porta bien con ella cerca, le tiene respeto porque no la puede doblegar a su manera. Es igual a Nebraska en ese sentido. Considerada, amable y buena persona, pero tiene su carácter y sabe decir que no y mantenerse firme.

Me siento orgulloso de convertirme en su padre.

Mi cuñado recibe una llamada y se despide de mí para atenderla en su oficina. Tiene que entrevistar a un nuevo abogado que quiere sumar a nuestra sociedad para comenzar a ampliar la firma. Le dije que se ocupara de él y que luego hablaría con quien desee contactar.

Miro la hora. Faltan quince minutos para las cinco de la tarde y tal vez sea hora de irnos. Nebraska dijo que me esperaría en mi casa, deseaba prepararme la cena y no iba a decir que no.

Yo cocino para no morir de hambre y porque me gusta la comida casera, pero si puedo evitar cocinar y solo comer, no me importa.

—¿Lista para irnos, Angie?

Ella deja el lápiz y asiente.

—Está bien—junta sus colores, los guarda en su mochila, agarra una hoja y se la da a mi asistente—. Para tu figerador.




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