Un amor para Nebraska

Capítulo 39: Nebraska

Dejo las bolsas de las compras sobre la isla y saco todo tarareando una canción.

Zeke tiene variedad de cosas en la cocina, pero faltan algunas especies y alimentos frescos. Es entendible dado que cocina cuando es requerido y en pocas ocasiones. El desayuno es básico y el almuerzo lo come gracias a su hermana que se lo envía con Canon.

Dice que Angie y yo le damos motivación para cocinar y eso me gusta. Yo disfruto de cocinar cuando puedo hacerlo para alguien más, pero tengo mis momentos en que no tengo ganas de hacerlo y tener un hombre al lado que cocina sirve para complementarnos.

Daniel es un excelente cocinero, es chef a pesar de que abrió su segundo restaurante y se concentró más en los negocios. Ya no cocinaba en casa como cuando éramos novios.

Lo bueno es que aprendí mucho de él y aprendí a ingeniármelas para que Angie comiera de todo sin sospechar que tenía algunos ingredientes que no le gustan, como las lentejas que las oculto con remolacha. Hago hamburguesas de lenteja y remolacha diciéndole que son solo de remolacha, ella no sospecha porque el vegetal tapa el sabor de la legumbre.

Hace más de un año que Angie se negó a comer carne, dijo que no quería que los animales sufrieran, así que tuve que buscar la vuelta para equilibrar su dieta con proteínas vegetales.

Hoy voy a hacer una receta vegetariana que Angie ama y Zeke comenzará a amarla, o eso espero.

Coloco algo de música mientras caliento motores para empezar a cocinar.

Hoy tocan nuggets de garbanzo con mayonesa de zanahoria y aguacate, y una deliciosa ensalada de espinaca con queso, cebolla y tomate.

Por lo que sé, Zeke no es delicado y no tiene problemas con las verduras.

Me sirvo un poco de vino, tiro los garbanzos en la olla y los pongo a hervir mientras corto la zanahoria para la mayonesa.

El sonido del timbre interrumpe mi concentración y arrugo el ceño pensando quien podría ser.

Bajo el sonido de la música, limpio mis manos en el delantal y camino a abrir.

Pensaba que me sentiría rara estando en la casa donde Inés y Zeke vivieron por varios años. Una cosa es estar aquí con él y otra muy diferente moverme como si fuera mi casa. Sin embargo, no es así.

Le pediré que cambie la decoración. Sigo recordando las palabras de Inés diciendo que Zeke conservó su decoración.

Lo único bueno es que la cama que compartía con Inés no es donde dormimos en su habitación. Su sobrina Leila casi incendia la habitación por encender una vela como debía y la cama salió perjudicada ocasionando que tuviera que reemplazar todo.

Aplaudí mentalmente a Leila por eso.

Abro la puerta y un hombre alto de cabello rubio vistiendo con remera negra y pantalón corto me observa.

—¿Lo puedo ayudar en algo?

—Busco a Zeke.

—Él está en el trabajo en este momento. Puede dejarme el recado o regresar otro día. ¿Cómo se llama?

Él mira para los costados y rasca la nuca.

—No tengo tiempo. Necesito saber donde está mi esposa y sé que él lo sabe.

Abro los ojos con demasía. ¿Su esposa? Oh, rayos, es el esposo de Inés.

«Tranquila, Nebra, relájate y no entres en pánico».

—Oh, eres el esposo de Inés. La ex de mi prometido.

Él arruga el ceño.

—Sí, y él la estuvo ocultando y necesito saber donde está. La maldita me denunció.

«Nebra, saca las habilidades teatrales que no posees y finge demencia».

—Zeke no sabe dónde está. Ella vino a importunarnos con sus problemas, Zeke le dijo que no podía ayudarla y le pidió que se fuera por respeto a mí—me cruzo de brazos—. Tu esposa es una descarada y me da igual donde se encuentre. Estoy muy segura que Zeke no la ayudó después de echarla porque le advertí que lo dejaría y me rogó que no lo hiciera. Él y yo fuimos amores platónicos en la secundaria, yo me fui y él se quedó perdido. Al reencontrarnos todo volvió y decidimos darnos una oportunidad, y estamos bien. No queremos dramas con ex novios. Busque a su esposa en otro lado y dígale que no vuelva.

Él me mira desconcertado, aprovecho para comenzar a cerrar la puerta antes de llamar a Zeke y a la policía y él detiene la puerta con fuerza.

Sus ojos marrones oscuros parecen encendidos en el infierno. Da bastante miedo.

—Mira, muñeca, no estoy para juegos. Sé perfectamente que tu prometido está ayudando a mi esposo, su amigo policía está respirándome en la nuca y sus padres salieron de la ciudad. Puede que ella se haya ido con ellos y Zeke sabe donde está, así que lo llamas y hablo con él o las cosas se pondrán feas.

—Zeke no…

—Ya te escuché. Puede que él te haya dicho eso y tú ni enterada, lo que hace más estúpida de lo que creí, aunque no me sorprende, las mujeres no sirven para pensar.

¿Y a este qué le pasa? Me insulta haciendo de menos a mi género. Machista narcisista.

—Mira, narcisista de cuarta, a mí nadie me menosprecia e insulta mi inteligencia y no me quiero meter en líos ajenos, así que vete a buscar a tu esposa sin involucrarnos o llamaré a la policía para que te arresten.




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