Bajo del vehículo y subo los escalones que me llevan a la puerta de mi casa, de inmediato noto que algo anda mal encontrando la puerta mal cerrada. Entro despacio evitando hacer ruido y alertar a Joel o a alguien que haya mandado buscando a Inés, suponiendo que mi teoría sea correcta.
Escucho voces provenientes de la cocina junto a un delicioso aroma.
Me pego a la pared y me acerco cuidándome de hacer ruido. Pongo atención.
—¿Por qué estás obsesionado con Inés? Yo que tú la dejaba y me buscaba otra. —dice Nebraska.
—A mí nadie me deja y mucho menos me pone en ridículo denunciándome. Me arrestaron en mi trabajo. Pude salir con la determinación de acabar con esa maldita. Debí hacerlo la última vez y fui interrumpido. Acabaré con ella, me quedaré con mi hijo y le enseñaré a ser un verdadero hombre.
El hombre está loco.
Me asomo un poco, capto la mirada de Nebraska y niego con la cabeza evitando que me mire más de la cuenta y él se dé cuenta de que estoy aquí.
El mal nacido tiene un arma apuntándole a mi mujer.
Me escondo y cierra los ojos. Piensa, Zeke, algo debo hacer. No puedo esperar a que llegue Sprouse. Joel se puede asustar y tomar de rehén a Nebra.
Busco algo para golpearlo, encuentro un bate de beisbol que no sabía que tenía, lo levanto, lleno mis pulmones de aire y salgo de mi escondite arremetiendo contra Joel, él se da la vuelta al mismo tiempo que golpeo su rostro con el bate, él maldice y suelta el arma que se desliza por el piso hacia alguna parte.
Vuelvo a golpearlo y él cae.
—Sal de aquí, Nebra.
—No, no te dejaré. —dice ella agarrando un cuchillo.
—Sal. Sprouse está de camino.
Ella se aproxima a mí y tira de mi camisa pidiendo que salgamos, le digo que salga, ella corre y cuando me doy vuelta para ir tras ella, Joel agarra mi pierna y me hace caer al suelo, su mano golpea con fuerza mi empeine y me aguanto el dolor.
Él está mareado, puedo ver su cara.
Busco el bate o algo con que golpearlo para poder escapar y veo a Nebra frente a mí con el bate en la mano.
—Odio a los machistas narcisistas—exclama golpeando la mano el brazo de Joel para que me suelte y el rebote da en mi pierna—. Lo siento, cariño. —exclama al darse cuenta de que me quejé.
Logro librarme de él. Nebra arremete contra él una vez más.
—Eso por insultar mi inteligencia.
La puerta se abre con fuerza y entra Sprouse con dos policías armados. Nebra levanta las manos con el bate en la mano.
—Amor, suelta el bate y ven aquí. —exclamo.
Ella lo hace, me ayuda a levantarme y me abraza. Me siento en paz teniéndola de esta manera después de que el pánico casi me invade, imaginando que algo malo podría pasarle.
No puedo imaginar mi vida sin sentir su calor, su aroma y sin hacerle el amor.
Los policías esposan a Joel y se lo llevan detenido. Sprouse se coloca un guante, agarra el arma y la mete dentro de una bolsa antes de acercarse a mí.
—Con su declaración, mas su historial no saldrá por largo tiempo de la prisión.
—Dijo que mató a una tal Aida.
—Sí—confirma Sprouse—. Su madre la encontró muerta en su casa. Tenía un disparo en la pierna y otro en la cabeza. Ese tipo será condenado a cadena perpetua o me dejo de llamar Sprouse. Ustedes descansen, tal vez deberías ir al hospital, Zeke. Mañana pueden presentar su declaración.
—Estoy bien, nada que un poco de hielo y mimos de Nebra no curen—ella sonríe—. Gracias, amigo. —estrechamos manos.
—Mi esposa dice que pases a cenar a casa un día que hace mucho que no te ve y quiere conocer a tu nueva pareja.
Sonrío.
—Si Nebraska no tiene problemas.
—Yo ninguno, solo debo incluir a mi hija.
—Ningún problema, estamos en contacto.
Nebra se aparta.
—¿Angie?
—Está en casa de mi hermana. Llamé a Arizona, no entendía nada y me dijo que tenía una cita. Creí que lo mejor era no decirle nada y que Angie fuera a casa de mi hermana para evitar que hiciera preguntas.
Ella asiente.
—Bien. Lo último que quiero es Arizona quejándose de que me pusiste en peligro por meter a tu ex en tu casa—ríe—. Deberías avisarle a Inés.
Niego con la cabeza.
—Sprouse se ocupará de eso, ahora lo único que quiero es besarte, ir por nuestra hija y cenar para luego jugar con Angie. Se lo prometí.
Me toma de las solapas de la camisa y tira de mí hasta que nuestros labios se unen en un beso intenso con deseo de algo más.
—Te amo. —exclamo sobre sus labios.
—Y yo a ti.
—Vayamos por nuestra hija.
—Mejor que tu hermana y tu cuñado vengan aquí con las niñas. No quiero dejar la cena a la mitad y tu pierna...