Mi madre entró apresuradamente a mi habitación y me despertó para ir a la escuela.
Yo no quería levantarme pero siempre he tenido una obsesión por llegar puntual a la escuela, así que me levante, me puse el uniforme, me peine y baje a desayunar.
Mi mamá me apresuró para tomarme el vaso de leche, todo estaba tranquilo hasta que la escuche gritarle a mi hermana porque no se quería levantar, casi escupo el sorbo de leche que tenía en mi boca - tan sólo faltaban 15 minutos para que cerraran la puerta de la escuela- así que me puse nerviosa porque nunca me ha gustado llegar tarde a las clases y mucho menos en el primer día.
Mi hermana bajo las escaleras apresuradamente, le dio solo unos cuantos tragos a su vaso de leche, ya que tan sólo faltaban 8 minutos para poder llegar a tiempo a la escuela
Irina era muy irresponsable por lo que la puntualidad y ella no se llevaban para nada bien, es por eso que siempre me preocupaba que algún día no llegáramos a tiempo.
La escuela nos quedaba muy cerca, así que nos íbamos caminando.
Mi mamá por fin agarro la llaves y abrió la puerta para irnos, sólo faltaban 5 minutos para llegar y lo que tardamos en ir de la casa a la escuela son 6 minutos así que entre en pánico porque presentía que no llegaríamos a tiempo y todo por culpa de Irina.
Llegando a la escuela mi madre se despidió de nosotras dándonos un beso en la mejilla, después nos deseó suerte en nuestro primer día de clases.
Camine hasta la puerta de la escuela y entre.
Me dirigía hacia el salón de clases para dejar mi mochila - cuando de pronto- escuché una voz que me parecía muy familiar.
Me di la vuelta para averiguar quién era y a lo lejos vi a una niña corriendo hacia mí con el cabello muy bien amarrado y una mochila color rosa repleta de libros, la cual, apenas podía sostener su espalda.
- ¡Espérame! - gritaba la niña.
- Poco a poco se fue acercando a mí y noté que era Audrey.
- ¡Hola! - dije muy entusiasmada.
- ¡Hola! – contestó y nos abrazamos tan fuerte como si no nos hubiéramos visto en años.
- ¡Vaya! sí que eres rápida Audrey- dije en tono burlón.
- Acaso se te hizo tarde y por eso aún no has dejado tus cosas.
- ¡Claro que no! , me dirigía hacia el salón cuando escuché a alguien gritar desesperadamente que la esperara, entonces... creo que a quien se le hizo tarde fue a alguien más.
- Jajaja que graciosa, yo no grité “desesperadamente” así que mejor dejemos nuestras cosas ahora mismo.
- Está bien, vamos.
Subimos las escaleras para llegar a nuestro salón y cada quien puso la mochila en su silla. Audrey y yo elegimos asientos uno al lado del otro para poder estar juntas.
Después bajamos e hicimos honores a la bandera, la maestra se presentó con nosotros, repasamos algunos temas y salimos al recreo, regresamos al salón y continuamos repasando más temas hasta que por fin sonó la campana, lo que significaba que las clases ya habían terminado y era hora de regresar a nuestras casas.
Todos gritaron de alegría porque este primer día de clases había sido muy largo, pero por fin había terminado. Guardaron sus cosas muy apresuradamente, y en cuanto la maestra dijo que ya podíamos salir, cada uno de nosotros agarro su mochila y salió.
Audrey y yo estábamos a punto de bajar el primer escalón, cuando al mirar hacia la derecha vi a un chico alto y robusto corriendo rápidamente, yendo directo hacia nosotras.
- ¡Estampidaaaaaa!- gritó uno de mis compañeros y todos comenzaron a bajar rápidamente las escaleras.
- ¡Cuidado! - grite fuertemente, provocando que Audrey viera al chico y se moviera de las escaleras.
Yo trate de hacer lo mismo pero sentí un fuerte golpe en el hombro, el cual hizo que perdiera el equilibrio y estuviera a punto de caer, Audrey pudo darse cuenta a tiempo y me jalo fuertemente del brazo, evitando que cayera.
Cuando por fin recupere el equilibrio, ambas nos alejamos de las escaleras y al ver que ya no había tantas personas, comenzamos a bajar.
- ¡Qué gran susto! , gracias por salvarme la vida.
- Si, para eso estamos las amigas.
- Como siempre sacándome de apuros.
- Sí, no sé qué harías sin mí - dijo Audrey sarcásticamente - pero la próxima vez recuerda alejarte de las estampidas.
- Está bien, creo que será mejor esperar a que todos bajen.
- Eso es lo que siempre te he dicho, pero no, Dánae prefiere ser parte de las gacelas con mochilas repletas de libros corriendo rápidamente para que el feroz tiempo no los alcance.
- Tienes razón, esa es una gran comparación- dije mientras reía - en realidad parecemos gacelas, en vez de estudiantes de sexto grado – y continuamos caminando hacia la puerta de salida.
Salimos de la escuela y nos dirigimos hacia el árbol que quedaba frente a ella para sentarnos debajo y disfrutar de su refrescante sombra mientras esperábamos a nuestras madres.
El tiempo transcurría y cada vez había menos personas en la calle, hasta que finalmente sólo quedamos nosotras dos.
- Creo que mi mamá no vendrá por mí - dijo Audrey decepcionada.
- Y... ¿Por qué lo dices? - pregunte pensativa.
- Supongo que aún está en el trabajo.
- ¡Si quieres, puedes venir a mi casa!
- ¿De verdad? - Dijo Audrey entusiasmada.
- Claro que sí, mi mamá vendrá por mí, o... eso espero.