Un amor peligroso

Capítulo 1

Marco Rossi observaba con satisfacción el bullicio de la fiesta desde su posición en el balcón. La mansión estaba llena de invitados, celebrando el cumpleaños número dieciocho de su hija, Sofia. Las risas y la música llenaban el aire, pero Marco no podía evitar sentir una inquietud latente, una constante en su vida como jefe de una de las familias mafiosas más poderosas de la ciudad.

Mientras su mirada recorría el salón, la vio. Elena. Estaba parada junto a Sofia, sonriendo y riendo con una alegría contagiosa. La conocía desde que era una niña, pero hoy la veía con nuevos ojos. Su cabello castaño caía en suaves ondas sobre sus hombros y su vestido azul resaltaba su figura esbelta. Había crecido y se había convertido en una mujer hermosa, aunque conservaba esa inocencia que siempre la había caracterizado.

Marco se obligó a apartar la vista. No podía permitirse esos pensamientos. Era peligrosa la línea que comenzaba a cruzar, pero se descubrió incapaz de ignorarla.

—Papá, ven a conocer a mis amigos —la voz alegre de Sofia lo sacó de sus cavilaciones.

—Claro, Sofi —respondió, ocultando sus emociones tras una sonrisa.

Sofia lo llevó de la mano hacia el grupo donde estaba Elena. A medida que se acercaban, Marco notó los ojos de Elena encontrarse con los suyos. Por un momento, todo el ruido a su alrededor desapareció.

—Elena, este es mi papá —dijo Sofia con entusiasmo—. Papá, ella es Elena, mi mejor amiga.

—Encantada de conocerte, señor Rossi —dijo Elena con una voz suave, extendiendo su mano.

Marco la tomó, sintiendo un inesperado calor al contacto. —El placer es mío, Elena. He oído mucho sobre ti.

La conversación se desarrolló de manera casual, pero Marco no podía dejar de admirar la inteligencia y la gracia de Elena. La admiración crecía con cada palabra que intercambiaban, mientras un sentimiento desconocido comenzaba a instalarse en su corazón.

Al finalizar la noche, después de que el último invitado se fue, Marco se quedó solo en su despacho, una copa de whisky en la mano. Sabía que estaba jugando con fuego. Elena era la mejor amiga de su hija, y él era un hombre con un pasado oscuro. Pero, por primera vez en mucho tiempo, sintió algo que no podía ignorar.

El sonido de la puerta interrumpió sus pensamientos. Era su mano derecha, Luca.

—¿Todo en orden, jefe?

Marco asintió, aunque en su interior sabía que nada estaba en orden. —Sí, Luca. Todo en orden.

Pero mientras se quedaba solo nuevamente, mirando el reflejo de las luces de la ciudad, Marco se dio cuenta de que su vida estaba a punto de complicarse aún más. Y todo por una mujer que, en el fondo, sabía que nunca debería haber mirado de esa manera.

La noche avanzaba y, con ella, el inicio de un amor peligroso que cambiaría sus vidas para siempre.

 

El día siguiente a la fiesta amaneció con un aire de tranquilidad que contrastaba con las agitadas emociones que Marco había experimentado la noche anterior. Mientras tomaba su café matutino en el amplio comedor, no podía dejar de pensar en Elena. La forma en que su sonrisa iluminaba su rostro, la manera en que su risa resonaba como música en sus oídos. Era un sentimiento que no había experimentado en años, si es que alguna vez lo había hecho.

Sofia bajó las escaleras con su habitual energía juvenil, y Marco se obligó a concentrarse en su hija.

—Papá, la fiesta de anoche fue increíble. Mis amigos no paran de hablar de lo genial que estuvo todo —dijo Sofia mientras se servía un jugo de naranja.

—Me alegra que te haya gustado, Sofi. Fue un placer verte feliz —respondió Marco, sonriendo con genuino cariño.

Sofia se sentó frente a él, su expresión se tornó un poco seria. —Papá, quiero pedirte algo. ¿Podrías darle un trabajo a Elena en una de tus empresas? Ella está buscando algo y pensé que podrías ayudarla.

La propuesta tomó a Marco por sorpresa. Ofrecerle un trabajo a Elena significaba tenerla cerca, una tentación constante. Pero también sabía que no podía negarle nada a su hija.

—Claro, veré qué puedo hacer. ¿Qué tipo de trabajo está buscando?

—Algo relacionado con diseño gráfico. Es su pasión y es muy buena en ello —explicó Sofia con entusiasmo.

Marco asintió, pensando en las posibilidades. —Hablaré con el departamento de recursos humanos. Que me envíe su currículum.

Sofia le agradeció con un abrazo y se marchó, dejándolo solo nuevamente con sus pensamientos. Tenía que hablar con Luca sobre esto. Sabía que su mano derecha tenía reservas sobre cualquier cosa que pudiera distraer a Marco de sus responsabilidades.

Más tarde, en su oficina, Marco llamó a Luca.

—Necesito que prepares una posición para una nueva empleada en diseño gráfico. Su nombre es Elena, la amiga de Sofia —dijo Marco sin rodeos.

Luca lo miró con una ceja levantada, pero no comentó nada al respecto. —¿Algo más que deba saber?

—Solo que quiero que la cuides, Luca. Que no le pase nada —respondió Marco con un tono que no admitía discusión.

—Entendido, jefe —dijo Luca, y se retiró para cumplir las órdenes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.