Elena caminaba nerviosa hacia el edificio Rossi Enterprises. Era su primer día de trabajo y la magnitud de la oportunidad no pasaba desapercibida para ella. Sabía que debía esta posición a la amistad con Sofia, pero también quería demostrar que merecía estar allí por sus propios méritos. Cuando entró al imponente vestíbulo, fue recibida por un hombre corpulento con una expresión seria.
—Buenos días, señorita Elena. Soy Luca, el jefe de seguridad y mano derecha del señor Rossi. Me encargaré de que se sienta cómoda en su primer día —dijo, extendiendo la mano.
—Mucho gusto, señor Luca. Gracias por su ayuda —respondió Elena, tratando de sonar segura.
Luca la condujo por el edificio, mostrándole las diferentes áreas hasta llegar al departamento de diseño gráfico. El ambiente era moderno y vibrante, lleno de creatividad y energía. La jefa del departamento, Carla, la recibió calurosamente y le presentó al equipo.
—Bienvenida, Elena. Estamos encantados de tenerte con nosotros. Aquí está tu espacio de trabajo —dijo Carla, señalando un escritorio cerca de una ventana que ofrecía una impresionante vista de la ciudad.
Elena se instaló rápidamente y comenzó a familiarizarse con sus nuevas responsabilidades. A lo largo del día, no pudo evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que estar en la empresa de los De Luca significaba más que solo un empleo; era una entrada a un mundo complejo y peligroso.
Mientras tanto, en su oficina, Marco trataba de concentrarse en sus tareas habituales, pero su mente seguía volviendo a Elena. A medida que avanzaba el día, su resolución de mantener la distancia se desvanecía. Sabía que tenía que verla, aunque solo fuera para asegurarse de que estaba bien.
Finalmente, al caer la tarde, Marco decidió pasar por el departamento de diseño. Cuando entró, todos los ojos se volvieron hacia él, conscientes de la presencia del jefe. Marco caminó directamente hacia el escritorio de Elena, tratando de ocultar su nerviosismo.
—Buenas tardes, Elena. ¿Cómo ha sido tu primer día? —preguntó con una sonrisa.
Elena levantó la vista, sorprendida de verlo allí. —Buenas tardes, señor Rossi. Ha sido genial, gracias. Todos aquí han sido muy amables y estoy emocionada de estar trabajando en este proyecto.
—Me alegra escuchar eso. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo —respondió Marco, notando la manera en que sus ojos brillaban cuando hablaba de su trabajo.
—Gracias, señor Rossi, Lo haré —dijo Elena, sintiendo una inesperada conexión con él.
Mientras Marco se alejaba, el resto del equipo intercambió miradas curiosas. La presencia del jefe siempre causaba revuelo, pero era evidente que su interés por Elena era más que profesional.
De vuelta en su oficina, Marco se sentó en su silla de cuero, sintiendo el peso de sus emociones. Sabía que debía mantener sus sentimientos bajo control, pero era una batalla que estaba perdiendo lentamente. Mientras miraba por la ventana, recordó los años de dureza y sacrificio que le habían llevado a esa posición. Ahora, una sola mujer tenía el poder de sacudir su mundo.
Esa noche, en la tranquilidad de su hogar, Elena no podía dejar de pensar en el encuentro con Marco. Había algo en él que la atraía, una combinación de poder y vulnerabilidad que nunca había visto antes. Pero también sabía que involucrarse con él podría ser peligroso. Su mente estaba dividida entre la atracción y la precaución.
A la mañana siguiente, Elena llegó al trabajo decidida a centrarse en sus tareas. Pero cada vez que veía a Marco, su resolución flaqueaba. Lo mismo ocurría con Marco; cada encuentro casual, cada mirada robada, aumentaba la tensión entre ellos.
Mientras tanto, en las sombras, los enemigos de Marco observaban con atención. Sabían que cualquier debilidad podía ser explotada, y la relación naciente entre Marco y Elena les daba una oportunidad perfecta. Un hombre misterioso, conocido solo como "El Lobo", comenzó a tramar un plan para desestabilizar a Marco, usando a Elena como pieza clave.
La vida en Rossi Enterprises seguía su curso, pero tanto Marco como Elena sabían que estaban en el borde de un precipicio. Con cada día que pasaba, la atracción entre ellos crecía, al igual que los peligros que los rodeaban. Y mientras las sombras se cernían sobre ellos, ambos se enfrentaban a una elección imposible: seguir sus corazones o proteger sus vidas.