El amanecer en la cabaña trajo una sensación de calma que ambos necesitaban desesperadamente. Marco había pasado la noche alerta, escuchando cada pequeño sonido, asegurándose de que Elena estuviera segura. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse despierto, finalmente sucumbió al cansancio poco antes del amanecer. Cuando despertó, encontró a Elena sentada en la mesa, con una taza de café y una expresión pensativa.
—Buenos días —dijo Marco, acercándose a ella.
Elena levantó la vista y le sonrió. —Buenos días. Espero que hayas podido descansar un poco.
—Lo suficiente —respondió Marco, sentándose frente a ella—. He llamado a Luca esta mañana. Todo está tranquilo por ahora, pero no podemos bajar la guardia.
Elena asintió, apreciando su protección, pero también sintiendo el peso de la situación. —Marco, no quiero ser una carga para ti. Sé que esto complica mucho tu vida.
Marco tomó su mano y la miró a los ojos. —Elena, tú no eres una carga. Eres importante para mí, y haré lo que sea necesario para mantenerte a salvo.
Elena sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Era la primera vez que alguien la hacía sentir tan valorada y protegida. Pero también sabía que su presencia ponía en peligro a todos los que la rodeaban.
—Gracias, Marco. No sé cómo agradecerte todo lo que estás haciendo —dijo, apretando su mano.
—No necesitas agradecerme nada. Solo quiero que estés bien —respondió Marco, con una calidez en su voz que la hizo sentir segura.
Durante los días siguientes, Marco y Elena se adaptaron a la vida en la cabaña. Marco se mantenía en contacto constante con Luca y su equipo, coordinando las operaciones desde la distancia. Elena, por su parte, se sumergía en su trabajo de diseño gráfico, tratando de mantener una apariencia de normalidad.
Una noche, mientras preparaban la cena juntos, la conversación derivó hacia temas más personales.
—¿Cómo fue para ti crecer en medio de todo esto? —preguntó Elena, curiosa por saber más sobre la vida de Marco.
Marco suspiró, recordando su infancia. —Fue difícil. Mi padre era el jefe antes que yo, y desde joven supe que tenía que ser fuerte y no mostrar debilidad. Aprendí a luchar por lo que quería y a proteger a mi familia a toda costa.
—Debe haber sido una carga pesada de llevar —dijo Elena, admirando su fuerza y determinación.
—Lo fue. Pero también me enseñó el valor de la lealtad y la importancia de proteger a los que amas —respondió Marco, mirándola con intensidad.
Elena sintió una conexión profunda con Marco en ese momento, una comprensión mutua que iba más allá de las palabras. Sabía que estaba enamorándose de él, a pesar de los peligros que los rodeaban.
Esa noche, mientras se sentaban junto al fuego, Marco tomó la mano de Elena y la atrajo hacia él. —Elena, hay algo que necesito decirte.
Elena lo miró, su corazón latiendo con fuerza. —Dime, Marco.
—Sé que esto es complicado y peligroso, pero no puedo negar lo que siento por ti. Desde que te conocí, mi vida ha cambiado de una manera que no esperaba. Me importas más de lo que puedo expresar —dijo Marco, su voz llena de sinceridad.
Elena sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. —Yo también siento lo mismo, Marco. No sé qué va a pasar, pero estoy dispuesta a enfrentar cualquier cosa si estamos juntos.
Marco la abrazó con fuerza, sintiendo un alivio y una felicidad que no había conocido en mucho tiempo. —Te prometo que te protegeré, Elena. Pase lo que pase, no dejaré que nada nos separe.
Mientras se abrazaban junto al fuego, ambos sabían que estaban en el comienzo de algo profundo y significativo. La amenaza de "El Lobo" seguía presente, pero en ese momento, todo lo que importaba era el amor que habían encontrado el uno en el otro.
Pero la paz no duraría para siempre. En la ciudad, "El Lobo" estaba impaciente, su plan en marcha. Había descubierto la ubicación de la cabaña y estaba listo para hacer su movimiento. La tranquilidad de Marco y Elena estaba a punto de ser destrozada por una tormenta de peligro y violencia.
La mañana siguiente trajo consigo un aire de tensión. Marco recibió una llamada urgente de Luca. —Jefe, tenemos problemas. "El Lobo" ha descubierto la cabaña. Tienes que sacar a Elena de allí, ahora.
Marco sintió un escalofrío recorrer su columna. —Entendido. Nos moveremos de inmediato.
Despertó a Elena, su rostro grave. —Tenemos que irnos, Elena. Ahora mismo.
Elena vio la urgencia en sus ojos y asintió rápidamente. Ambos recogieron sus cosas y salieron de la cabaña, sabiendo que cada segundo contaba. Mientras conducían hacia una nueva ubicación segura, Marco sabía que la batalla estaba lejos de terminar. Pero también sabía que no enfrentaría este desafío solo.
Juntos, Marco y Elena estaban dispuestos a enfrentar cualquier peligro, su amor fortaleciéndolos frente a las adversidades. La guerra con "El Lobo" apenas comenzaba, pero con Elena a su lado, Marco se sentía imparable.