Un amor predestinado

Capítulo # 1

Capítulo # 1

En un hospital de Italia.

Samantha mira a su hijo con mucho amor, es increíble que tuviera un parto tan tranquilo y que todo saliera perfecto.

—Es muy hermoso —dijo la doctora mirándola y sonrió— será un galán cuando crezca.

Ella solo sonríe, lamentablemente no recuerda quien es el padre de su hijo, siente tristeza porque le hubiera gustado conocerlo y decirle que es padre.

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En el hospital.

En la habitación.

Chloe cargando al recién nacido y mira a su amiga.

—¿Estás segura de quedártelo?

—Es mi hijo, no fue producto de una violación porque disfrute teniendo sexo —dice enojada, por qué su amiga insistía que se realizara un aborto o que lo diera en adopción— quiero que seas su madrina.

—No quiero.

Samantha respira profundamente.

—Eres mi única amiga.

—No puedes obligarme —dijo sin dejar de sonreírle al nene— es pelinegro.

—Sí, tiene los ojos verdes y es un príncipe —comenta enamorada— me recuerda, aquel médico que conocimos en la fiesta.

—Ah... el tal Joel —dijo no muy segura.

—Yo creo que sí —afirma con cierta duda y sonríe— no me importa quién sea su padre, es mi hijo y es lo que realmente me importa.

—Sí, quiero, ser su madrina.

Samantha emocionada.

—Gracias.

—¿Y qué nombre le pondrás? —pregunta sonriendo.

—Matteo.

—No, me gustaría, que se llamará Emanuele —comenta con puchero— es más lindo.

—Emanuele —murmura no muy segura— también es lindo.

—Podrías colocarle Matteo Emanuele Scott —propone a su amiga.

—Lo llamaríamos Emanu.

—Me parece bien.

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Tres meses después.

Samantha está realmente feliz, porque fue aceptada en la clínica prestigiosa Lombardi, terminó sus estudios de enfermería con seis meses de embarazo y ahora está contratada por esa clínica tan famosa en Italia. No cabe duda, que tendrá un futuro brillante y podrá darle a su hijo de todo lo que necesita.

—Al menos, una de nosotras está trabajando —comenta Chloe, observando cómo su amiga se coloca el uniforme —cuidaré muy bien de Emanuele.

—Gracias, amiga —dijo mirándolo a su bebé como duerme en la cuna— deje leche materna en la nevera.

—Deberías quitarle la leche materna.

—¡No! Mi bebé está completamente sano —negándose a quitarle la única vía que tiene, para que su bebé crezca sano y fuerte— además, por el contrato que estuve leyendo, en una semana. Podré tener un seguro de vida en la clínica y lo llevaré con el mejor pediatra.

Chloe admira mucho a su amiga, perdió a sus padres hace cinco años y lo mal que estuvo en todo ese tiempo, ahora verla tan feliz con su hijo, siente que su amiga se ha ganado la lotería. Se ve tan radiante que tiene envidia de que sea, tan feliz con un niño en brazos.

—Vete, es tu primer día de trabajo.

Samantha se terminó de vestir y salir del departamento en donde vive con su amiga.

—Los quiero.

—Nosotros a ti.

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En la clínica Lombardi.

Dante, un médico de treinta años, es mejor conocido como el doctor hielo, a todos los trata con mucha frialdad y muy poco tiene amigos.

—Hola, señor hielo —habla una pelinegra, entrando a su consultorio— me enteré por el abuelo Matteo, que tendrás una nueva enfermera.

—Su nombre es Samantha Scott —contestó mirando a su prima Rosetta— que fastidio, cada mes me cambian una enfermera.

—Es por tu mal humor —aclara su prima y sentándose en la silla— por favor, Dante. No seas tan egoísta.

—Sí, es buena enfermera, como dicen; aguantara mi humor —dijo burlón.

Rosetta quería golpearlo, no entiende por qué su primo es tan odioso y abusivo en cierto punto con el personal médico.

Samantha llegó a la clínica Lombardi, emocionada porque tendrá un buen ingreso para darle una buena vida a su príncipe, el director Matteo Lombardi le dio la bienvenida y la envío directamente con su nieto Dante. 

—Buenos días —habló entrando al consultorio.

Dante está de espalda y la gira.

—Debes de ser Scott.

—Sí —contestó asombrada de lo atractivo que es.

Él está detallándola, nunca había tenido una compañera rubia y de ojos azules, y lo mejor que es realmente hermosa.

—Comencemos a trabajar —anuncia serio— mis pacientes son realmente molestas —soltó con fastidio.

Samantha no culpa a las pacientes, es un ginecólogo extremadamente sexi.

—No se preocupe —dijo con seriedad— estaré muy pendiente.

—Te lo agradezco —dice seriamente y pensó— no es como aquellas tontas, que al momento que me vieron comenzaron a coquetearme.

Comenzó a ordenar todo el papeleo para empezar con la consulta, por suerte logró obtener experiencia cuando estaba de pasantía, en menos de cinco minutos, anunció la primera paciente.

Samantha está muy atenta a lo que Dante está explicándole a su paciente, una mujer de treinta años y realmente hermosa, a simple vista podría apreciar que está en la consulta por el doctor y no por salud.

Dante entregándole un récipe. 

—La espero, el mes que viene.

Ella salió sin decir nada y Samantha anunció a la siguiente.

Dante observa como la enfermera Scott es amable y muy respetuosa, no opinaba en nada y se mantenía al margen de todo lo que él está pidiéndole, una paciente pidió que saliera y con solo mirarlo, él asintió y salió.

A la media hora regreso y continuó con su trabajo.

—La última paciente —anuncia Samantha mirándolo.

Él medio sonríe.

—Hazla pasar.

—Hola, doctor.

El rostro de Dante cambio rápidamente para mirar a la pequeña que está en brazos de su paciente.

—Aquí está Amy.

Ella sonriendo.

—Sí, vine a traérsela para que la vea.

Dante le quitó a la pequeña.




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