La callejuela, minutos antes escenario de un asalto y una demostración de poder, ahora era un hervidero de movimiento organizado. Los guardias se hicieron cargo de los rufianes con eficiencia profesional. Adam se acercó a Ximena, su rostro una máscara de preocupación apenas disimulada por el alivio.
—Te dije que el teatro era innecesario —murmuró Adam en su oído, aunque sus ojos buscaban a Lyra, evaluando si el incidente la había traumatizado.
—Funcionó, Adam. Y no la asusté más de lo necesario —replicó Ximena, manteniendo su tono suave para no alarmar a Lyra, quien seguía a su lado como una sombra.
El Príncipe se adelantó y, con un gesto de la mano, señaló a Lyra que lo siguiera.
—Lyra, vamos a llevarte a un lugar seguro. No tengas miedo.
Pero Lyra se aferró instintivamente a Ximena, buscando refugio detrás de su pierna.
—Yo... yo voy con ella —dijo Lyra, señalando a Ximena con su barbilla.
El Príncipe se detuvo, su expresión inicialmente de impaciencia se suavizó al ver la conexión inmediata. Entendió que Ximena ya había ganado la primera batalla de la misión: la confianza de la Princesa.
—Muy bien —aceptó el Príncipe—. Ximena, serás tú quien la escolte. Los demás, a la mansión. Axel, asegúrate de que el perímetro esté completamente sellado antes de que lleguemos.
Axel asintió con una sonrisa. Su figura se desvaneció casi por completo en las sombras del callejón. En un abrir y cerrar de ojos, se había ido, moviéndose con la velocidad silenciosa de su especie.
Ximena tomó la mano de Lyra. La Princesa tenía la piel fría y temblorosa.
—Ven, Lyra. Es un viaje corto.
El Príncipe abrió un portal de transporte discreto, oculto a la vista humana por una capa de ilusión. No era tan espectacular como el de Ximena, sino más bien una distorsión momentánea del aire detrás de un contenedor de basura, llevando a una salida segura.
El portal se cerró detrás de ellos, y Lyra jadeó. Habían pasado de un oscuro callejón a un amplio jardín, perfectamente cuidado, rodeado por altos muros y envuelto en una densa niebla mágica que hacía imposible ver el exterior o el interior desde fuera. En el centro se alzaba una majestuosa, aunque sobria, mansión de piedra oscura: la residencia de seguridad real.
—¿Qué es este lugar? ¿Y qué era esa cosa? —preguntó Lyra, sus ojos de par en par, ahora menos por miedo y más por asombro.
—Esta es tu casa por ahora, Lyra —respondió Ximena con calma—. Y esa "cosa" fue solo una forma rápida de viajar. Te dije que tu vida iba a cambiar.
Adam, el Príncipe y los guardias estaban ya en la entrada principal.
—Ximena, llévala a las alas oeste. Son los aposentos más seguros —ordenó el Príncipe.
Mientras caminaban por los vastos pasillos, el ambiente era pesado, cargado con la energía de la realeza y la antigua magia. Lyra se encogió, sintiéndose pequeña e insignificante.
—No entiendo. Soy solo... Lyra. Trabajo en una cafetería y estudio. ¿Por qué me atacaron? ¿Y por qué necesito guardianes?
Ximena la detuvo frente a una puerta doble tallada. Se arrodilló para mirarla a los ojos.
—Lyra, te atacaron porque la gente que te busca sabe quién eres realmente, aunque tú no lo sepas. Eres mucho más que la chica de la cafetería. Eres la hermana del Príncipe. Eres la llave del equilibrio de nuestro mundo.
—¿Nuestro mundo? No sé de qué hablas.
—Hablo de magia, Lyra. De híbridos, de vampiros, de protectores. Tú eres nuestra Princesa de la Luna Llena. Y esa luna llena está muy cerca.
La mención de la Luna Llena hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Lyra. No sabía por qué, pero la palabra le resonó con una intensidad extraña.
Adam, que había estado escuchando desde atrás, se acercó, rompiendo el momento íntimo.
—Ximena, ya fue suficiente por hoy. Los médicos reales deben examinarla. Y tú, debes descansar. Mañana iniciamos la etapa de contención.
—¿Contención? —preguntó Lyra con pánico.
—Preparación, Princesa —corrigió Ximena rápidamente, fulminando a Adam con la mirada—. Solo te prepararemos para lo que viene.
Antes de que Lyra pudiera responder, un golpe sutil en una de las ventanas llamó la atención de Ximena. Al girarse, vio el rostro de Axel, que había regresado del perímetro. Hizo una señal discreta, indicando que el perímetro estaba asegurado.
El Príncipe, sin embargo, vio el intercambio.
—Ximena, Axel. Necesito que se reúnan conmigo en la sala de estrategia en una hora. Discutiremos los protocolos de seguridad para las próximas noches.
—Entendido, Príncipe —contestó Ximena.
Mientras los médicos se llevaban a Lyra, Ximena se dirigió a la sala de estrategia. Al llegar, Axel ya estaba allí, de pie junto a un gran mapa holográfico de la ciudad.
—Parece que ahora somos compañeros oficiales —dijo Axel, con ese aire despreocupado que tanto molestaba a Adam, pero que a ella la divertía.
—Parece que sí. Gracias por la ayuda, Axel.
—No hay de qué, Guarda Real. Pero tienes razón. La niña se asusta. Debemos tener cuidado con la "contención" de Adam.
—Él solo está preocupado. Pero tienes razón. Mi misión es protegerla, no aterrorizarla.
En ese momento, las luces de la sala de estrategia parpadearon. El mapa holográfico se puso rojo por un instante, y una alerta de seguridad sonó brevemente antes de ser silenciada.
El Príncipe entró apresuradamente, su expresión grave.
—Axel, ¿qué fue eso? Dijiste que el perímetro estaba asegurado.
—Lo está, Príncipe. Es imposible entrar. Pero… hay algo que detecté. No es un asalto. Es un hechizo de sondeo a nivel de la ciudad. Alguien con poder está buscando activamente la firma mágica de Lyra. Están cerca.
El Príncipe miró a Ximena.
—Ximena, el rastreo que hiciste. ¿Podrían haberlo sentido?