Un Amor Prohibido

3

Narra Leo.

-Cuanto tiempo he estado aquí-me dije a mi mismo levantándome de la cama-Y donde están los demás-

Me levante de la cama y vi que todavía tenía en mi mano una botella de vino, no me acuerdo de nada, solo sé que he estado ebrio como por más de 4 días y que deje de estarlo solo por la despedida que se le hizo a Mauro, pero después de eso volví a beber y no me acuerdo de nada.

Salí de mi habitación y me encaminé a la sala principal solo para ver los destrozos que había dejado la batalla contra Julio, en la cual no estuve, al estar caminando por el castillo me di cuenta de que mis amigo estaban fuera del castillo con maletas en mano.

- ¡Esperen! -grite como para que me pudieran oír, pero nada funciono, ellos ya estaban muy lejos.

En eso me viene a la mente un recuerdo, el recuerdo era borroso, pero se entendía.

Yo estaba en el balcón del castillo y a lo lejos vi a mis amigos, pero yo estaba bajo los efectos del alcohol.

-Mierda cuantas botellas me he tomado en esta última semana-dije interrumpiendo mi propio recuerdo.

El recuerdo seguía y mis amigos ya estaban entrando en el castillo y yo ya había tomado una decisión -Me voy a tirar del balcón, tal vez así mis problemas desaparezcan-me dije a mi mismo, en ese entonces, yo procedí a poner un pie en la barandilla, pero en cuanto lo hice también sonó la perilla de la puerta, así que disimulé, empujaron a Mauro y el procedió a darme las noticias.

-Así que eso fue lo que paso-me dije a mi mismo mientras me arrodillaba- ¡Guardias, ya le enviaron la carta a Maximus! -grité.

Un guardia se me acerco muy aterrado, pero aun así hablo con un poco de timidez en su voz-Sí señor, ya lo hicimos-dijo muy aterrado.

- ¡Que te dije sobre decirme señor! -le grité muy enojado, el guardia al escuchar mi voz solo se estremeció - ¡Y más importante aún, porque me dejaron beber demasiado! -seguí gritando.

Los guardias estaban muy asustados ya que a pesar de que sea un niño de 17 años ellos sabían que tenía un gran manejo con las armas.

-Lo sentimos señ… Leo la cosa es que cuando estuviste ebrio nos dijiste que no te detuviéramos-dijo el guardia muy aterrado, pero intentando reponer su compostura.

Yo al escuchar esto me enoje demasiado, pero decidí contenerme, aunque sea por unos minutos.

- ¡Saben que me voy a mi cuarto! -dije muy irritado mientras hacía varios gestos como de frustración.

- ¿Te vas a ir a tomar? -pregunto un guardia un poco aterrado mientras me tocaba el hombro.

Yo le saque su mano de mi hombro y le grite muy enojado- ¡y si lo hago que! -el guardia solo se estremeció.

Yo me dirigí a mi cuarto muy irritado por todo lo que había pasado, pero al momento de entrar a mi cuarto decidí sacar unas botellas de vino y de cerveza de la despensa de mi padre muerto, así que entre al cuarto de mi padre y saqué unas botellas de su despensa “secreta”

-Papa me permites agarrar una botellas-le dije al aire, claramente sin esperar ninguna respuesta, así que agarre unas botellas y me las lleve a mi cuarto. A continuación, empecé a beber, pero en medio de la tercera botella ya me había cansado y empecé a tirar todo al piso, ocasionando un gran desastre y no solo eso, sino que también rompí todas las botellas.

Pasaron varios minutos y todo estaba en el suelo todo estaba desordenado, lo había tirado todo abajo, pero lo único que todavía estaba en su estado original era el hacha de Julio que me la había traído con mucha dificultad, primero porque pesaba mucho y segundo porque no puedo caminar bien, me quede cojo para toda mi puta vida.

Pasaron los segundos y seguía en mi cuarto, estaba llorando mientras sentía que una eterna oscuridad me atrapa y yo no hacía nada-solo quisiera que Julio este aquí ahora-dije entre lágrimas.

Narra Susie.

Ya era de tarde ya que el sol ya había llegado a su punto más alto, yo estaba ahí viendo la cueva, pero no veía al tal Julio.

-En serio ya te fuiste-dije tristemente mientras se me cruzaba un bostezo, así que abrí el hocico como si nada ya que nadie me vería-Y ni siquiera le pude devolver su “chaqueta”-dije tratando de recordar como lo dijo, pero creo que lo dije bien.

Después de estar viendo la chaqueta por varios segundos me empecé a preguntar, de que podría estar hecha, ya que el único material aquí para crear una ropa era la lana de las ovejas que en verano parecen solo unas bolas de algodón enormes.

Pasaron los segundos y me empezaba a aburrir más de lo normal-por lo menos con Julio me sentía menos sola-dije recordando la conversación de ayer-Nah si él se quiso ir es por algo y claramente a mí no me debe importar una mierda-

Siguieron pasando los segundos y yo seguía aquí en la cueva, no quería salir, no quería hacer nada, pero necesitaba comer, pero no quería salir de la cueva, así que para intentar entretenerme por un rato decidí explorar la cueva, ya que solo llevaba como un día aquí. La cueva estaba dividida por varias partes, al parecer solo para que haya más espacio, pero llego un momento en el que casi me caigo y solo por no darme cuenta de que había una enorme grieta.

Me incline y dirigí mi mirada al final de la grieta, pero no se veía nada, así que agarre una piedra y la tire por el barranco, pasaron segundos se podría decir que un minuto hasta que por fin callo -Esta grieta sí que es enorme-dije un poco asombrada.

Yo quería llegar al otro lado, pero no se podía, la grieta era demasiado enorme y yo cada vez más sentía como me iba debilitando, pero no me rendí, así que tome impulso y a continuación salte hacia el otro extremo, en el otro lado no había nada, solo oscuridad infinita hasta que a lo lejos vi lo que parecía ser una pared por la que entraba un poco de luz, pero cuando por fin llegue solo eran piedras apiladas que tapaban una salida.

-Mierda por que el rey habrá hecho todo esto con nosotros-me dije a mi misma recordando cuando nos trajeron a la fuerza.




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