Un Amor Prohibido

4

Ya era de mañana y otra vez salí de la cueva para buscar provisiones, para aguantar otra noche más, pero esta vez tendría que trabajar para conseguir la comida, así que fui otra vez donde los señores y empecé a trabajar.

Me pusieron a recolectar todas las frutas y las verduras mientras que el señor miraba cada paso que daba.

-Zegus deja al chico en paz por favor-dijo la señora mientras regañaba a su marido.

Zegus no le hizo caso a su esposa y siguió vigilándome de cerca. Mientras trabajaba el sol lanzaba fuertes ráfagas de calor.

-De seguro que Susie ha de estar disfrutando de este clima-dije recordando la conversación que tuve con ella.

-Chico después de que termines de recolectar todo quisiera hablar contigo-me dijo la señora tranquilamente mientras se metía en su casa.

Zegus al ver que su esposa se metió a la casa empezó a hablarme-porque quieres la comida acaso no tienes una familia que te da lo que quieres-me pregunto con una voz un poco irritada.

No sabía cómo responderle a Zegus, ya que no quería que me dijera algo extraño sobre la situación en la que me encuentro, pero luego de estar pensando por segundos creo que por fin tengo la opción correcta.

-Mis padres son unos adictos, no me prestan atención y me mandaron a trabajar-dije intentando sonar seguro.

Zegus al escuchar esto se enojó un poco y arrugo un poco la nariz.

-Si es así debemos decirles algo a tus padres-dijo Zegus sonando seguro.

Yo al escuchar esto me alarme un poco, ya que no podía enseñarles a mis padres, ya que ellos llevan muertos desde hace años.

-No podemos, si descubren que le dije esto a alguien me mataran-dije intentando sonar asustado, aunque se me hacía difícil.

Zegus arrugo mucho más la nariz y abrió un poco su hocico para dar paso a unos afilados colmillos.

-Odio a ese tipo de personas, pero si me estás diciendo la verdad respetare tu decisión y no me meteré en tus asuntos-me dijo Zegus mientras me ponía una mano en el hombro.

-Gracias, señor Zegus-dije mientras le sacaba su mano de mi hombro delicadamente.

Después de esta extraña conversación el señor Zegus se fue a sentar al lado de la puerta de su casa para mantenerme vigilado, esto claramente no me importo mucho, pero me ponía nervioso el simple hecho de que alguien me estaba viendo.

Pasaron las horas y por fin termine de recolectar todas las cosechas, en eso la esposa de Zegus me llama para que yo hable con ella.

-Ten suerte pequeño, mi esposa a veces puede ser un poco dura-dijo Zegus justo antes de que entre a su casa.

-Usted no va a entrar-le pregunte antes de entrar.

El señor Zegus solo me negó con la cabeza y me abrió la puerta de su casa para que yo pudiera pasar, en cuanto entre no se podía resaltar mucho de la casa, ya que es tipo a lo anticuado ya que estaba construida de madera, ósea lo normal de este mundo supongo.

La esposa del señor Zegus estaba sentada en una silla en la sala principal, ella me estaba diciendo que entre y que me sentara al lado de ella, yo le hice caso y me senté a su lado.

-Cuéntame sobre ti-me dijo como si nada.

Yo le empecé a decir lo mismo que le dije a Zegus, ya que no sé lo que podría pasar si le digo que solo lo hago por una chica que conozco desde hace unos dos días.

-No te creo dime la verdad-dijo la señora un poco seria.

-Miré señora…-quise decir algo, pero justo en ese momento la señora me interrumpió.

 -Solo dime Berth-me interrumpió Berth-Mi nombre es Bertha, pero tu dime Berth-

Yo me enoje un poco por el simple hecho de que ella me haya interrumpido solo para contarme su nombre, pero no le hice nada y le hice caso.

-Berth no sé porque crees que te miento, pero yo he dicho la verdad-le dije sonando sereno.

Bertha empezó a gruñir de una manera extraña, pero luego se calmó y prosiguió-está bien, algún día tendrás que decirme, pero por el momento está bien-me dijo sonando un poco irritada.

-Bueno prosigamos-me dijo intentando sonar calmada-Hoy has hecho un buen trabajo y quiero recompensarte, te pondría a hacer más trabajo, pero ya es un poco tarde y tienes que regresar a tu casa-

Al escuchar lo que dijo Bertha me di cuenta de que era verdad y que ya era demasiado tarde, la señora Bertha se levantó a recoger comida del montón saco provisiones para por lo menos dos días y me las dio en una bolsa.

Yo me despedí de Bertha y de Zegus y me fui de nuevo a la montaña Arnis, no sin antes recoger un montón de madera para hacer una fogata y lo mismo que el día anterior Susie se comió más de la mitad y me dejo unas cuantas verduras y las que quedaron las dejamos por ahí.

Y otra vez agarre madera, la amontone y Susie la prendió con una pequeña bola de fuego y como ayer empezamos una conversación, yo quería seguir sabiendo más de lo que este mundo contenía para mí y ella era la perfecta para enseñarme eso, bueno aparte de Leo, pero no creo que él quiera verme después de lo de su padre.

-Susie puedo hacerte una pregunta-le dije a Susie mientras me acercaba más al fuego.

Susie solamente asintió la cabeza un gesto que claramente significaba “adelante hazme cualquier pregunta”

-Porque dicen que los dragones son los monstruos más temibles y a la vez los más tímidos-le pregunte mientras veía el fuego más de cerca recordando todo el tiempo que pase con mis amigos antes de matar a Mauro.

En mi mente.

-Así que los extrañas-me dijo El gran maestro burlándose de mi-mira yo no sé de amigos, pero lo que si se es que son solo una molestia y que no sirven para nada, estas mejor sin amigos-

-Mark déjalo en paz-dijo Jasón tímidamente.

- ¡Jasón que dijimos sobre mi nombre! Grito Mark muy enojado.

-Así que tu nombre es Mark-dije entre risas.

A pesar de que no podía ver a Mark era claro que él estaba muy enojado y que quería matarnos, pero no podía, ahora el ya no estaba en dominio de mi cuerpo.




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