Un Amor Prohibido

20

Narra julio.

He caminado por varias horas y todavía me falta mucho por recorrer; pero, todo valdrá pena cuando me pueda desahogar cumpliendo las variadas tareas de los lobos, lo único que si me da vergüenza es que llegare sin literalmente decir nada; pero, que se le puede hacer, a mí me raptaron sin decirme nada, es prácticamente igual.

Ya me había cansado y tenía hambre así que saque un poco de comida que me dio Maximus y me la zampe de un solo bocado, después de haber recobrado energía me encamine nuevamente a la casa de los lobos.

Pasaron las horas y por fin había llegado al enorme huerto de los lobos así que lo único que hice fue adentrarme hasta el invernadero y bañarme para quitarme el olor de fuera después de esto toqué a la puerta de la casa y nadie me abría ni me contestaba, intenté abrir la puerta y al parecer esta estaba sin seguro, entre sin importar nada y en ese momento…

Zegus se me había abalanzado y me tenía agarrado del cuello con sus fuertes garras.

— ¡Pero qué haces, tú miserable! —le grite bastante enojado.

—Julio lo siento, pero es por nuestro bien, no sabemos quién eres y no sabemos qué mismo eres—dijo Zegus un poco calmado—hace unos días estuve caminando por el reino de Whinder y vi tu estatua en un parque, empecé a preguntar por ti y nadie me supo decir muy bien, algunos decían que eras un héroe y otros que eras un asesino y que por tu culpa había muerto el rey Magnus—

Yo ya me había cansado de la molestosa garra del lobo así que me la intenté sacar y fui abriendo su mano con cuidado de no partirle nada; pero, al hacerlo Zegus me clavo sus garras por completo y me hizo sangrar bastante por el cuello. Yo estaba bastante herido, me estaba recuperando poco a poco, pero el dolor era intenso, no podía respirar, no podía hacer nada.

—Zegus por favor déjame explicarlo—al decir esto vi a Bertha acercándose poco a poco—Berth, tú sabes que nunca les haría daño a ustedes, solo deben creerme—dije mientras sufría un dolor intenso.

Bertha estaba empezando a llorar y justo cuando creí que me iba a desmayar Bertha se acercó a su marido, pero Bertha no hizo que pare, Zegus mismo lo hizo.

Zegus suspiro—Lo siento chico, no sé cómo las cosas llegaron a esto y no sé por qué no te pregunte tu versión y te juzgue—dijo un poco arrepentido—Si quieres te puedo ayudar con la herida y además pido perdón por lo que hice—dijo Zeg un poco más preocupado y después de esto se le empezaron a salir unas lágrimas.

Al ver esto no me dejo más opción que perdonarlo-Zeg yo te perdono-le dije mientras lo abrazaba –y no te preocupes, mis heridas pronto sanaran-le dije susurrándole al oído, el al escuchar esto solo me abrazo con fuerza y se puso a llorar en silencio, Berth al ver esto se acercó y nos abrazó a los dos.

Pasaron minutos y Zeg todavía se sentía muy arrepentido por lo que hizo, yo le dije que no se arrepintiera y que no tenía que vivir arrepintiéndose por eso.

Zeg y yo nos sentamos en el comedor y Berth empezó a preparar un té.

Zeg no me quería ni dirigir la mirada. Yo lo único que hacía era mirarlo fijamente y Zeg cuando desviaba su mirada hacia mí se arrepentía y terminaba apartando la mirada.

—No tienes por qué seguir así Zeg, ya te perdoné—le dije tranquilamente y hasta le agarré sus peludas manos—No te preocupes por mí, no necesitas ese tipo de preocupación en tu vida—le dije con unos ojos cariñosos.

Zeg al principio no quería ni verme, pero conforme el tiempo iba pasando el lobo dirigía su mirada hacia mí.

—Yo, yo, yo lo…—dijo antes de ser interrumpido por su esposa.

Berth llego al comedor y dejo las tazas de té cerca de nosotros, Zeg se asustó por el sonido que este emitió, pero luego de unos segundos se tranquilizó.

Yo tomé un sorbo de mi taza y sentí como el té estaba muy amargo, pero después de ese sabor desagradable sentí que se iba haciendo dulce.

Pasaron segundos y yo ya me había terminado mi taza, pero algo que me hizo sentir incomodo, es que los lobos ni siquiera habían empezado con sus tazas y lo único que hacían era meter un pedazo de sus uñas e ir dándole vueltas.

—Gracias, el té estuvo muy delicioso—le dije a Berth intentando sonar amigable, aunque se me hizo difícil.

—Supongo que ya es hora, no—dije entre un suspiro—Es hora de que me sinceré ante ustedes dos—dije un poco nervioso por lo que pudieran pensar de mí.

—La verdad es que yo no soy de aquí y si yo soy el “héroe” que vino de la tierra y si se lo preguntaban si soy el tipo que mato al rey Magnus e incluso a mis padres—dije tranquilamente.

Berth al escuchar esto último se aterrorizo un poco, pero me sorprendió Zegus que seguía atento a todo lo que decía.

—Cuando era pequeño mi padre mato a mi madre y se suicidó para dejarme solo y que me valiera por mí mismo o por lo menos eso quiero pensar, me encarcelaron por un tiempo, como no había ninguna prueba, me liberaron, me llevaron a un orfanato en donde nadie quería hablar ni cuidar ni adoptar, me trataban como un monstruo y decían que yo había matado a mis padres después de todo era un pueblo pequeño y todo se sabía, todo fue así por mucho tiempo hasta que me escape de ese lugar, me fui porque me maltrataban, me daban comida una vez a la semana y agua 1 vez al día y la mayor parte del tiempo no veía la luz del sol solo me mantenían encerrado—dije un poco nervioso después de todo nunca había contado la versión verdadera de la historia ya que siempre le modificaba algo o le quitaba pequeños fragmentos para que no sonara tan mal y para que no se preocupen por mí, después de todo nunca quise llamar la atención.

Berth al escuchar este fragmento de mi vida empezó a lagrimear y Zeg lo único que hizo fue cruzarse de brazos y empezar a rascarse el hocico.

—Después de eso una mujer me llevo a su casa y me mantuvo oculto de su familia para que nadie se diera cuenta, ella me trataba bien y todo; pero, un día escuche como su esposo la golpeaba, ahí fue cuando no aguante más, salí de mi escondite y estuve dispuesto a golpear al marido; pero, el me agarro la mano y le grito a su mujer, después de eso me tiro lejos, me golpeo varias veces mientras que yo estaba plantado en la pared, me aplasto las costillas, de hecho aquí tengo la prueba de las cicatrices que me dejo—mientras decía esto me levante la camiseta y deje ver todas mis heridas, literalmente tenía el cuerpo lleno de cicatrices, las costillas un poco destrozadas aunque ahora me estaba sanando gracias al poder de Mark y les mostré algunas cicatrices de cortadas que me hizo el señor. 




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