Un amor prohibido

· 8. Reembolso ·

Algo en mi me grita que no debí haber hecho ese trato con Demián, pero ya no puedo echarme atrás, así que hago lo único que sé que puedo hacer: Intentar quitarme esa idea errónea de la cabeza y el extraño vacío que siento sin Blue en la habitación.

Confiada en que puedo olvidar al pequeño perro —que ahora resultó ser una loba—, me dirijo hacia mi escritorio con la idea de leer un poco, cuando mis ojos caen sobre varios juguetes de Blue que hay en una esquina. Al parecer olvidé recogerlos. Aparto la vista de esos objetos y anoto mentalmente deshacerme de ellos antes de que mis padres vuelvan a casa. Bebo un sorbo del té de Tila que me ha preparado Jen para el estrés y sigo con lo mío.

Pronto la luz natural desaparece y sume mi habitación en una oscuridad que es únicamente combatida por mi pequeña lámpara de escritorio que uso para leer. Paso página y sonrío cuando leo las primeras líneas. El par de enemigos protagonistas está a escasos centímetros de distancia, aunque a diferencia de otros momentos así en libros que ya he leído, en la mano de él hay una pistola que apunta a su pecho, y en la de ella hay una daga sobre el cuello de él.

¿Emocionante? Si. ¿Probablemente a Nessa le dé un ataque al corazón cuando se entere de que el "romance" que tanto me encanta es este? También.

Me acerco más al libro, intrigada por el próximo movimiento del personaje principal, cuando un sonido a lo lejos llama mi atención. Son aullidos amortiguados, probablemente por la lejanía y las paredes de la casa de al lado, de donde proviene el ruido. Pronto a mi mente vuelve Blue. Su nariz negra, su pelaje blanco y sus ojos azules se proyectan en mi cabeza, por lo que sonrío suavemente, aunque tan rápido como los ojos azules cielo se vuelven unos azules eléctricos, dejo de sonreír.

Sacudo mi cabeza. ¿Qué me pasa?

Me propongo a seguir leyendo cuando, ding dong, la puerta suena en el primer nivel, volviéndome a distraer. Bufo y me coloco los audífonos, empezando a sentirme estresada nuevamente por no encontrar la tranquilidad necesaria para leer. Es una de las cosas que más odio en la vida.

Intentando ignorar el sonido que viene de la primera planta, pongo mi playlist en aleatorio e intento dejarme llevar entre las letras de mis canciones favoritas y las líneas del libro, pero no lo logro. Quito la música, pero no me quito los auriculares de los oídos, cuando una serie de pasos acercándose peligrosamente a la puerta de mi habitación me advierten de que, como siempre me pasa al querer leer, me interrumpen.

—Enya —es mi tía—. Te buscan.

Frustrada, me quito los audífonos de las orejas sin mucho cuidado.

—¿Quién es?

Ella sonríe con picardía.
—Un joven guapo. Bastante guapo. Y creo que te trae algo que te pertenece.

—¿Un joven guapo? —pienso en voz alta—. Uuh, debe ser Demián.

Me pongo de pie y salgo de la habitación con mi tía siguiéndome los pasos, intentando igualar mi ritmo. La conozco bastante bien y sé que quiere sacarme hasta la última gota de información sobre él.

—¿Lo conoces? —pregunta ella.

—Lastimosamente.

Llego a la recepción de la casa en un par de segundos, pero apresuro el paso al escuchar a Blue llorando.

—¿Qué le pasó? —pregunto, tomando a la pequeña loba en mis brazos en cuanto llego hacia él. Demián se encoge de hombros—. No me digas que no sabes, ¡estaba contigo!

Él vuelve a encogerse de hombros, mostrando un desinterés que me molesta de manera inexplicable.

—Cuando notó que no estabas, empezó a llorar. No debiste dejarla en mi casa. Un bebé necesita a su madre, y en el caso de Blue, esa eres tú.

Lo miro mal mientras acaricio la pequeña cabecita de Blue.

—¡Tú lo sabías! —lo acuso, por lo que él sonríe—. ¡Tú lo sabías, pero aun así aceptaste el trato!

—Error de madre primeriza. Le pasa a cualquiera —Demián se mete ambas manos en los bolsillos de su jean —que ahora que lo noto, le queda exquisito ese jean— y camina hasta la puerta de entrada—. Nos vemos, Enya —se despide—. Oh, y dale un baño antes de que se haga más tarde. Te recomiendo que uses un champú especial. Nos vemos —grita de espaldas a mi mientras se va, despidiéndose con la mano como si fuera la reina de Inglaterra.

¡Se está burlando de mí, el muy idiota!

Corro hasta la puerta antes de que él se marche totalmente.

—¡Eh! —lo llamo—. Mi sandalia.

Demián se voltea hacia mí, ya a mitad de mi jardín de entrada, y frunce el ceño.

—Tenemos un trato, Enya. Pero en cualquier caso de que quieras que yo cumpla mi parte del trato y no sea injusto para ti... —levanta sus brazos en dirección a mi—. Entrégame a Blue.

Miro a la pequeña bolita de pelos en mis brazos. Ahora está tranquila, a diferencia de cuando la tomé de sus brazos anteriormente. Estaba hecha un ovillo y temblando.

Niego. —Haz como quieras, igualmente solo es un  favor. No es como si pudieras hacer mucho con ello.

Él sonríe inocentemente, aunque en sus ojos veo pura malicia.

—Como quieras, Callahan.

· · ·

Han pasado unos treinta minutos desde que Demián me devolvió a Blue y ya he ido a comprar el champú especial para perros —porque en las tiendas que hay alrededor de la residencia en la que vivo no hay cosas especiales para lobos, y dudo mucho que en otras pet shop sí—, comida y un par de juguetes para la bañera.

También la he llevado al veterinario real que me confirmó lo que ya Demián me ha dicho: Que es chica, que es un lobo albino, que para ella yo soy su madre y que necesita un baño. También me dijo que, aunque es pequeña, ya está en los días en los que puede empezar a comer trozos de carne. Según él, eso la ayudará a crecer fuerte. No me gusta la idea de Blue tan pequeña comiendo carne, pero supongo que hay que seguir las instrucciones del profesional, ¿no?



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En el texto hay: amorprohibido, amorodio, pasadodoloroso

Editado: 06.05.2024

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